Acuse de recibo
Agobiado, casi vencido ya por el burocratismo y la larga espera para el traspaso de la casa de sus difuntos suegros a su esposa y el hermano de este, escribe Emilio Motes Tirado, residente en Pallares 260, entre Aranguren y Barrutis, reparto D’Beche, Guanabacoa, La Habana.
Cuenta Emilio que comenzó las gestiones el 15 de mayo de 2015 y esta es la fecha que no ha resuelto, a pesar de las quejas tramitadas en Planificación Física y Vivienda, el tiempo perdido y las reuniones con directivos que en nada han fructificado.
Y como un absurdo, refiere, la copia del testamento vence cada seis meses, como si un muerto tuviera el poder de modificarlo. Ha tenido que sacarlo en tres ocasiones. Y siempre hay algo nuevo.
él envía la lista pormenorizada: En gestiones, cinco viajes y 15 horas en el Registro Civil; dos viajes y cinco horas con el abogado, cinco viajes y 20 horas con los arquitectos; cinco viajes y 16 horas con el abogado de Planificación Física; seis viajes y 20 horas en el Registro de última Voluntad; 12 viajes y 24 horas en la Notaría; cinco viajes y 15 horas en reuniones con el jefe de los arquitectos, dos viajes y cinco horas con la directora de Planificación Física, y tres viajes y cuatro horas en reuniones con la dirección de la Notaría.
«Como se puede apreciar, señala, es agobiante. La mayoría de las personas que hacemos estas gestiones somos viejos. Y no digo lo que nos está costando».
Emilio propone que las instancias superiores establezcan un control con la ruta crítica de los distintos pasos de estas gestiones. Porque es ya mucho con demasiado lo que se sufre para vivir y estar acorde con la Ley.
A más de los problemas objetivos e inevitables que vivimos, la carga burocrática, con sus laberintos y ramazones, convierten en una agonía cualquier trámite. ¿Será posible que sigamos arrastrando la espiral incontenible de las dilaciones y los obstáculos? ¿Hasta cuándo?
Como una gran falta de sensibilidad hacia los habitantes de Quemado de Güines, y en especial a los niños menores de siete años, califica Yoany Pino Ledón lo que está sucediendo en esa localidad con la llegada de la leche normada para esos infantes.
Yoany, quien reside en 6ta. Avenida Sur, no. 2-A, en ese poblado, que ya se ha vuelto un hábito para la ECIL de Sagua la Grande llevar allí la leche en horarios increíblemente desfasados y tardíos.
Pone como ejemplo lo que sucedió el martes 27 de mayo, cuando la leche arribó a las siete de la noche a la bodega. En la mañana de ese día, afirma Yoany, nuestros hijos no pudieron desayunar. Y agréguesele a ello que ese día no hubo fluido eléctrico en el municipio desde las 5:00 p.m. hasta el otro día a las 7:00 a.m.
Por consiguiente, refiere, muchas de las bolsas de leche se echaron a perder por falta de frío, o por no poseer un fogón de luz brillante para hervirla.
«Hoy jueves 29 de mayo, manifiesta, le escribo este correo a las 8:00 p.m. y la leche correspondiente a hoy y mañana no ha llegado aún. Al preguntarles a los compañeros de Comercio y Gastronomía te dicen que no hay cajas para transportar la leche, o que las máquinas de frío de la ECIL están rotas, o que la tecnología de dicha fábrica ya no da para más».
Lo cierto, plantea Yoany, es que adivinar el horario de llegada de la leche a nuestro municipio se ha convertido en una incógnita. Y la otra variante que tenemos, no todos los padres, es comprar una bolsa de leche en polvo en la shopping a 2,55 CUC.
Una consecuencia que acarrea tan incómoda situación, señala, es que los trabajadores de las bodegas están terminando bien tarde su jornada laboral, pues como las neveras que tienen son muy pequeñas y están en mal estado no pueden guardar la leche para el día siguiente y tienen que esperar a vender hasta la última bolsa.
«Mis niños esperan para que alguien le explique por qué no pueden desayunar temprano en las mañanas del día que les toca la leche, que con tanto sacrificio les garantiza el Estado cubano», concluye Yoany.