Acuse de recibo
¿Dónde está mi TRD?, se preguntaba aquí el pasado 13 de diciembre la lectora Neyda Suárez López (calle Principal No.55, Boca de Camarioca, Cárdenas, Matanzas). Hacía alusión la matancera a la reducción de productos de venta en una tienda cercana a su hogar, lo que había provocado molestias entre los vecinos, pues ahora debían trasladarse más lejos para satisfacer sus necesidades.
Agregaba la remitente que al lado del mencionado establecimiento se había construido un puesto donde se vende comida, y, a la vez, la TRD comenzó a ofertar solamente bebidas alcohólicas y música a altos volúmenes.
La lugareña debía soportar además, que ciertas personas ebrias que salían del nuevo centro comercial dejaran en el portal de su casa lo mismo vómito, que latas, botellas vacías u otros «regalos».
Al respecto, llegó a JR el pasado 9 de febrero, la carta de Aryadna del Carmen Gutiérrez Pedroso, directora de la División Matanzas de la Cadena de Tiendas TRD Caribe. Aclara la directiva que la situación descrita por la remitente tiene su origen en «una nueva inversión que se realizó por nuestra parte en el lugar, en coordinación con el arrendamiento de un espacio a un trabajador del sector no estatal para el expendio de alimentos, todo en función de darle solución a un planteamiento de los electores de esa circunscripción y como una nueva oportunidad de negocios para elevar nuestras ventas y satisfacer a nuestros clientes».
Apunta la ejecutiva que a seis cuadras de la TRD de marras existe otra unidad de ventas de la propia cadena donde se expenden los productos que reclama la matancera, pero que de cualquier forma se decidió fortalecer el surtido de los renglones solicitados en ambos establecimientos.
Específicamente al punto cercano a la casa de Neyda —PV Boca Interior— se le redujo el horario de servicio a 12 horas, «para evitar la música en horario avanzado de la noche, y se informó a las autoridades competentes para el control y tratamiento a las indisciplinas sociales de algunos clientes», precisa la Directora de la División.
De estas acciones emprendidas a partir de la publicación de la queja se le dio cuenta, en visita a su domicilio, a la remitente. Esta es una práctica que lleva a cabo ante cualquier preocupación de sus consumidores la entidad bajo su mando, expresa la directiva, cuya carta agradezco.
Con palabras de abuela feliz Teresa Concepción Alberto (Camino San Rafael No. 9, entre Ramón Balboa y Campo, Guayos, Sancti Spíritus) nos cuenta de las tensiones que debieron enfrentar su nieto, su nuera (la mamá del niño) y ella, el lunes 13 de febrero pasado.
El dolor abdominal de Yalmer Álvarez, el pequeño, no cedía, y los médicos del policlínico de Guayos Elsa Santos Cañizares y Tania Martínez; así como el galeno del consultorio No. 6, Jorge Luis Rodríguez Cancio, rápidamente determinaron que estaban en presencia de una apendicitis.
Remitido con prontitud para el Pediátrico provincial espirituano, allí recibió de igual forma los cuidados profesionales y amables del equipo que lo intervino quirúrgicamente, narra la abuela.
Tanto los especialistas, como las enfermeras y asistentes que tuvieron que ver con la atención al menor mantuvieron en todo momento «un excelente trato, con mucho amor y mucha ética, tanto con el niño como con nosotras, las familiares», evoca la remitente.
Salvo la demora de la ambulancia para trasladar a Yalmer de Guayos a la cabecera provincial, única nota discordante que evoca la veterana, el buen trabajo brilló, y dejó gratitud infinita en esta familia.