Acuse de recibo
El pasado 15 de diciembre, desde el poblado espirituano de Guayos, Ricardo Gaullés contaba que su vecina de 93 años, con operación de pelvis y cadera, fue al consultorio No. 1 y no pudo ser consultada por la doctora. ¿Razón? No tenía recetario.
Refería que las dos doctoras que atienden el consultorio habían ido al policlínico a buscarlo y allí no lo tenían en existencia. Y decía: «¿Es posible que tanto esfuerzo de la Revolución por brindar esmerada y gratuita atención se malogre por una simple receta?».
Responde el doctor Juan Luis Marcelo Pentón, director provincial de Salud, que una comisión se entrevistó con directivos de Salud del municipio y del policlínico, y con los galenos del consultorio, además de revisar documentos.
Y afirma que faltaron recetas en ese consultorio durante una hora, «por no solicitar el pedido en tiempo la doctora titular que atiende esa comunidad, proceso que es individual por cada prescriptor, lo que conllevó a que se le aplicara una amonestación pública ante el colectivo de trabajadores donde se desenvuelve».
Se constató, acota, que la Dirección Municipal de Salud había recibido los recetarios establecidos por el Plan; y en el almacén municipal no faltaban. Y que su distribución en el territorio no había presentado dificultades.
Explica que el Departamento de Estadísticas municipal concilia mensualmente los niveles de actividad con los policlínicos y consultorios médicos, elementos que se tienen en cuenta para la distribución de los recursos.
Señala que la Licenciada en Farmacia de la entidad, responsable del monitoreo de las recetas médicas, no había alertado a la Directora de la institución con respecto a la falta, incumpliendo sus funciones. Ello motivó un riguroso análisis, y se le aplicó una medida disciplinaria: traslado a una plaza de menor remuneración y de condiciones laborales distintas, por un período de tres meses.
También se aplicó amonestación ante el Consejo de Dirección Municipal a la Subdirectora; y al Administrador del Policlínico amonestación pública ante el colectivo de trabajadores; ambos por incumplir funciones inherentes.
A Ricardo se le ofreció respuesta, y la paciente y su familia agradecieron la atención ofrecida por el equipo básico de salud, concluye.
Agradezco la respuesta, y reitero lo que expresé el 15 de diciembre, cuando presenté esta historia: «Pueden parecer pequeños episodios, volátiles irregularidades; pero a la larga hacen sufrir y no tienen fundamento en las dificultades económicas del país, sino en otras carencias: las de la dejadez y la indolencia».
Mario Rodríguez López ( Calle 71 No. 12211, entre 122 y 124, Marianao, La Habana) cuenta que hace más de un año, a raíz de la instalación en ese municipio de los metrocontadores por Aguas de La Habana, tiene un salidero de agua en la salida del dispositivo hacia la tubería de su casa.
Asegura que desde el primer día que la empresa ejecutó el trabajo, él detectó el salidero. Y el 16 de julio de 2015 fue a reportarlo en Aguas de La Habana en Marianao, quedando registrado con el número 7971. Pero de nada le ha servido.
«Los días alternos de entrada de agua, afirma, usted ve como se despilfarra, algo que antes de la nueva instalación no sucedía. Desde entonces me he dirigido a esa empresa en varias ocasiones a hacer la reclamación correspondiente, pues la tarifa que me llega no se ajusta al consumo real.
«Me atienden muy amablemente, pero la respuesta siempre ha sido que el reporte todavía está abierto, que van a enviar un email a la empresa matriz, reportando el problema. Y hasta la fecha todo sigue igual. No puedo comprender como puede pasar un año y seis meses, y que no se le dé solución.
«A pesar de todo, como ciudadano disciplinado que hasta ahora he sido, no he dejado de pagar ni una sola tarifa recibida desde 2015. A principios de hacer la denuncia, la empresa hizo un ajuste y empezaron a reportar solo cuatro pesos de consumo, pero desde hace ya bastante tiempo están reportando el consumo que registran los metrocontadores.
«Para colmo, el último comprobante reportó 48 pesos. Me voy a tener que ver en la necesidad de dejar de pagar la tarifa. No se ha tenido en cuenta el tiempo que ha pasado de esta situación, ni la forma en que yo he asumido el problema. No se corresponde el actuar de Aguas de La Habana con el mío», concluye.