Acuse de recibo
La primera vez que Leyanis Villa Pérez visitó la escuela Camilo Torres, en el municipio de Mariel, llegó allí llorando. No concebía la mamá que debiera dejar a su hija en un centro de educación especial. Pero poco a poco y conociendo de primera mano la atención esmerada que maestros, profesores de deportes, enfermeras y demás trabajadores de la institución, guiados sabiamente por su directora, entregan a estos singulares pequeños, la madre se convenció de que era allí donde su hija debía formarse.
Fue acercándose Leyanis a la vida interna de la escuela y se convirtió en la presidenta del Consejo de Padres. Por eso ha visto y sufrido cómo en cuatro años, las condiciones materiales del centro, ya reportadas de deficientes, han empeorado sin que se tenga una proyección clara de cuándo serán resueltas.
«Los techos están en muy malas condiciones, cuando llueve parece una regadera, sobre todo la residencia, donde hay que volverse magos, porque duermen dentro de la humedad. Esto ha hecho que los bastidores de las camas se deterioren con facilidad», describe la madre.
La cerca perimetral de la institución —de vital importancia en este tipo de enseñanza— tampoco tiene la calidad requerida. Igualmente los problemas del agua son harto complejos.
Ante esta situación —señala la lectora—, ella misma pidió un despacho al Director municipal de Educación. Este ya conocía en detalles los problemas de la Camilo Torres, pues su Directora los había planteado una y otra vez. Aseguró el Director a la Presidenta del Consejo de Padres, según refiere ella, que al menos parte de los problemas, particularmente el del techo, se resolverían para el inicio del actual curso. Pero ya el tiempo lectivo 2015-2016 casi termina, y de las soluciones, nada.
Tanto Leyanis como los demás padres observan que, aunque el centro prácticamente no tiene muebles donde sentarse cuando visitan a sus hijos, los trabajadores se esmeran en engalanar la institución, con pintura, juguetes y mucho afecto. Por eso esperan que el apoyo material, finalmente, llegue.
Nadie es ajeno a las penurias económicas que sortea la nación, pero si algo ha priorizado siempre nuestro sistema social es la educación. Estamos hablando de una escuela con 92 niños de condiciones especiales. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Cuáles variantes podrían encontrarse para resolver al menos los más acuciantes problemas? ¿Qué pueden argumentar las autoridades artemiseñas? En edificio 7, apto. 15, Nuevo Mariel Henequén, Leyanis Villa Pérez espera respuesta.
«Más de diez años de interrupciones»; así titulamos el reclamo del matancero Remigio Velazco Rodríguez el pasado 16 de febrero, cuando alertaba de las constantes dificultades con el fluido eléctrico que han enfrentado en su localidad. El remitente (calle San Juan No. 26225, entre Navia y Reich) contaba que, tras múltiples gestiones, representantes de la Empresa Eléctrica quedaron en que cambiarían postes y tendido, pero de eso nada.
Al respecto contesta Boris Meneses Acosta, director general de la Empresa Eléctrica en Matanzas. Explica Boris que en marzo de 2014 se inició la rehabilitación de las redes en la zona de Versalles. «En ese momento no se pudo concluir dicho trabajo por situaciones imprevistas que atentaron contra el tiempo planificado para la tarea, ya que se requería de una “conversión de voltaje” que no se pudo ejecutar debido a la envergadura del trabajo y a que no estaba incluida en el presupuesto».
Durante 2015, precisa el funcionario, la entidad municipal acometió diversas labores en otras zonas del municipio y no se logró ejecutar la que había quedado pendiente.
«El día 15 de febrero de 2016 se continúa con el trabajo inconcluso, consistente en cambiar cuatro postes en mal estado, dividir y cambiar el circuito secundario y dar mantenimiento a todos los servicios existentes, quedando así eliminado el bajo voltaje en la zona en que reside el reclamante», expresa el directivo. Y finaliza su misiva asegurando que la queja, calificada «con razón», quedaría resuelta en marzo de 2016 (su carta entró a nuestra redacción el día 8 de ese mes).
Esperamos entonces que a estas alturas los problemas eléctricos que por más de una década afectaban a la comunidad de Remigio y sus vecinos, no sean más que un mal recuerdo.