Acuse de recibo
Mario Liosbel Díaz (González Alcorta 43, entre Martí y Maceo, Pinar del Río) está cursando un posgrado en el exterior, y el pasado 18 de octubre arribó a la terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí para visitar a su familia. En su equipaje traía un tostador eléctrico, por lo cual afirma que tuvo que enfrentar una larga espera de cinco horas en la Aduana, antes de reencontrarse con sus seres queridos.
Al final le decomisaron el equipo, luego de un largo proceso, que califica de «agobiante, tanto para el viajero como para el funcionario de la propia Aduana». Él hizo la reclamación correspondiente, con el código 1772 T3. El pasado 30 de octubre recibió la consiguiente respuesta negativa.
Lo que más le molestó fue comprobar después que el artículo se comercializa en tiendas recaudadoras de divisa de nuestro país, casi al triple del precio en que él lo adquirió en el extranjero. Él intentó que se le permitiera volver a sacar el tostador del país, cuando retornara a sus estudios, para no perder el dinero gastado en su compra. Y la Aduana le informó que, como es residente en Cuba, no se le permite hacer este tipo de devoluciones.
«¿Por qué se decomisa un artículo que se comercializa libremente en nuestro país?», cuestiona. Se podría pensar que es por el alto consumo eléctrico, pero al venderlo en las tiendas, nos percatamos de que no es esa la razón. ¿Por qué no se le permite al viajero, residente nacional y víctima del decomiso, la posibilidad de recuperarlo, y en su próximo viaje al exterior sacarlo del país?
«Es comprensible que el viajero, por falta de conocimiento de las leyes, pueda incurrir en la importación de algún artículo prohibido. Pero, ojo, un artículo que quizá próximamente sea incluido en las listas de posible importación, como mismo ocurrió en su tiempo con los microondas.
«Lo injusto e incomprensible es que una persona pierda totalmente el valor del importe del artículo decomisado y que no se considere la posibilidad de volverlo a sacar del país, concluye Mario.
El 11 de junio de 2015, el capitalino Fulgencio Moisés Mola presentó aquí credenciales como especialista en el calentamiento excesivo de motores de combustión interna. Y lo avalaba con su tesis defendida hace años en la Facultad de Ingeniería Mecánica del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae).
Precisaba que cuando en 2013 entraron al país ómnibus articulados que se calentaban a temperaturas superiores a cien grados centígrados, fue a la Dirección de Metrobús, pero esta rechazó su ofrecimiento, aduciendo que los técnicos correspondientes eran los únicos facultados para hacerles modificaciones a los ómnibus.
Al respecto responde Juan Julián Caballero, director general de la Empresa Provincial de Transporte de La Habana (EPTH), que Fulgencio ya fue atendido por la Subdirección técnica de esta entidad, y presentó su trabajo sobre el calentamiento de los motores de los ómnibus articulados. Se acordó presentarlo en el Consejo Técnico o Fórum de Ciencia y Técnica que dicha Subdirección convocó para noviembre y diciembre de este año.
Refiere que Fulgencio agradece la atención y la receptividad ante su ofrecimiento. Y asegura que a su trabajo se le dará seguimiento, al tiempo de que ayudarán a Fulgencio, por medio del Ministerio de Transporte y el Minfar, a que materialice su innovación en los ómnibus.
El Director se comprometió con Fulgencio a mantener los contactos y aprovechar su experiencia en ese campo, la cual les proporcionará gran ayuda para que los ómnibus urbanos de la capital puedan continuar brindando sus servicios.
Sobre Metrobús, precisa que esa es una entidad estatal entre cuyas funciones está la custodia y cuidado de los medios que el Estado pone a su disposición para prestar servicios, pero no para realizar modificaciones a la técnica.
Agradezco la receptividad de la EPTH, y ojalá que de la misma salgan frutos concretos. También me pregunto por qué Metrobús, dado que no están autorizadas las modificaciones técnicas, no trasladó el ofrecimiento de Fulgencio a las instancias correspondientes desde 2013. ¡Cuánto se hubiera ganado desde entonces!