Acuse de recibo
EL pasado 19 de febrero reseñé lo sufrido por Leonid Élsido Hernández, quien el 1ro. de diciembre de 2014 solicitó su certificación de nacimiento en el Registro Civil de Santa Clara, donde le orientaron recogerla en los primeros días hábiles de 2015, pues debían solicitar la certificación al Registro de Arroyo Naranjo, en la capital, lugar de su inscripción.
Fue el 6 de enero y no estaba listo. Siguió yendo, e ídem. El 22 de enero fue por sexta vez, y la directora le confirmó que el documento estaba hecho desde el 14 de enero. Él reclamó por qué no se le había dicho antes. La directora aseguró que él no había indagado. Leonid le explicó que siempre le informaban que aún no estaba, y cuestionó la capacidad de gestión del personal que atiende a la población. No se ponían de acuerdo, en una discusión bizantina. Cada quien achacaba la responsabilidad al otro.
Al revisar el documento detectó varios errores: su segundo nombre estaba escrito con c. No constaba el municipio donde fue registrado, y la provincia aparecía como La Habana, cuando entonces era Ciudad de La Habana. El segundo apellido del padre aparecía como el primero de su mamá. El municipio de la madre no constaba, y el nombre de la abuela paterna, Delfina, estaba transmutado por Adelfina.
La directora arguyó que así fue como dictaron los datos los de Arroyo Naranjo; y por tanto, así fue como su madre lo inscribió. Leonid respondió que en ocasiones anteriores solicitó copia de la certificación, y no aparecían esos errores. Concluyó que era culpa de quien dictó o de quien tomó el dictado, no del documento.
La directora —contaba Leonid— le quitaba la razón: Debía ir a las oficinas del Carné de Identidad a hacer las correcciones debidas. Leonid defendió su razón, y solicitó que llamaran de nuevo y rectificaran, porque él se quejaría por la ineficiencia y lentitud del servicio. La directora le dijo que el quejarse no aceleraría el trámite.
Leonid dio un voto de confianza y esperó las subsanaciones. Luego de esta guerra de las culpas, fue siete veces más al Registro. Siempre aparecía algo: se subsanó lo de los nombres, y el del municipio de nacimiento, pero no el de la provincia y lo de la abuela paterna, ni lo del municipio de su mamá.
El frustrado solicitante contaba que había intentado en cinco ocasiones comunicarse con el Registro de Arroyo Naranjo, y le daba ocupado. «¿Quién tiene la culpa, Santa Clara o Arroyo Naranjo? Solo sé que sigo sin certificación de nacimiento en mano…», concluía Leonid.
Al respecto, responde Justo Luis Alfonso, director provincial de Justicia en Villa Clara, que la investigación hecha, incluida entrevista con Leonid, «arrojó deficiencias en la prestación del servicio que se traducen en incumplimiento de normas y procedimientos establecidos por el Ministerio de Justicia como órgano rector metodológico de esa actividad, tales como el término para la entrega de la certificación; no se agotaron los mecanismos de coordinación institucional cuando el asiento registral obra en oficina de distinta provincia de donde se realiza la solicitud; y negligencia en el desempeño de nuestro personal, al descuidar la confrontación con exactitud de los datos del asiento, cuando conocieron por parte del interesado que en el documento había errores».
Aclara que parte de los errores se produjeron en la transcripción del asiento en el Registro del Estado Civil de Arroyo Naranjo, los que fueron subsanados de oficio. A Leonid, acota, le fue entregada la certificación requerida, a fin de que promueva proceso de subsanación del error del nombre de la abuela paterna, pues en el modelo de solicitud de inscripción de su nacimiento, que data de 1978, y firmado por su progenitora, consta como Adelfina, y no como Delfina, como él plantea.
Ofrece Justo Luis sus disculpas a Leonid, y afirma que «como resultado de lo anterior, se tomaron las medidas administrativas correspondientes, incluida la comprobación en la oficina registral del cumplimiento de los principios de organización y funcionamiento interno previstos para garantizar la prestación del servicio».
Agradezco la respuesta, y solo lamento que en la misma no se precise cuáles fueron las medidas administrativas adoptadas, pues el solicitante fue bastante maltratado de procedimientos; y la directora no asumió las quejas de aquel con sentido autocrítico, ni intentó ponerse en el lugar del ciudadano, como debe hacer un funcionario.