Acuse de recibo
El extraño caso de los billetes marcados. Así titulamos el acuse del 6 de diciembre de 2014, en el que el villaclareño Luis Guillermo Moya Polanco (San Miguel No. 110, interior, entre Juan Bruno Zayas y Alemán, Santa Clara) narraba lo que le sucedió al intentar pagar el arroz que compró con un billete que tenía algo escrito sobre la efigie del mártir.
Transcurría la mañana del 25 de octubre y el suceso tenía lugar en la tienda La Ferrolana. Allí le explicaron al cliente que, de acuerdo con una disposición de Trasval, no se podían recibir billetes con trazo alguno sobre el rostro en marca de agua.
Luis Guillermo, que ni había advertido la escritura en sus cinco pesos, se dirigió entonces a los Gobiernos Municipal y Provincial en busca de más información. Nada sabían en estas instancias sobre las supuestas disposiciones. Tampoco había conocimiento de las normas de marras en el Banco Popular de Ahorro de la localidad.
De ahí que el remitente se quedara bastante desconcertado por el suceso y los vacíos de referencias sobre este.
Al respecto contesta Carlos Portal Pérez, director de la Empresa Municipal de Comercio de Santa Clara. Argumenta el directivo que su empresa «recibió una comunicación de Trasval donde se nos alertaba que en los depósitos que recibían de nuestras cajas estaban detectando con frecuencia un número considerable de billetes de diferentes denominaciones con marcas sobre la efigie del prócer y nos solicitaba que adoptáramos medidas internas para evitar que esto continuara ocurriendo».
Teniendo en cuenta esto, apunta el funcionario, de inmediato «comunicamos a nuestros administradores y cajeros que estaba prohibida la marcación de los billetes en el proceso de su conteo y depósito. Esta orientación en algunos casos fue malinterpretada y se tomaron medidas incorrectas que provocaron casos como el que usted describe».
Señala el ejecutivo que de inmediato se resolvió la confusión y se visitó al promotor de la queja, para ofrecerle las necesarias disculpas y explicarle las medidas que la empresa municipal tomaría al respecto. También ofrece disculpas el Director, en nombre de su entidad, con todos aquellos clientes que fueron afectados por esta errónea interpretación.
Agradezco la misiva. Llamo la atención en cuánto daño puede hacer una orientación mal «traducida» y después amplificada. Y reitero lo que ya se ha dicho por parte de las autoridades correspondientes: mucho ojo con los billetes —nuevos, viejos, marcados o sin marcar, de una u otra denominación—. Hay que cerrarles el juego a quienes intenten lucrar a costa de la inocencia de otros.
Solo supo su apellido: Urra, y que era un chofer generoso, pues le dio un aventón cuando la calle auguraba menos transporte. El caso es que la capitalina Yeisa Beatriz Sardui Herrera (Calzada de Aldabó, E4, Apto. No. 18, entre 4ta. y 5ta., Boyeros) no pudo dejar pasar aquel gesto y decidió compartirlo.
Urra, ese chofer «de los que dan botella», en la breve conversación del traslado, le comentó a Yeisa lo agradecido que estaba del personal médico y los empleados de la Sala O del Hospital Oncológico Nacional, donde tuvo a su hija ingresada durante 29 días; y lo feliz que lo haría poder reconocerlos públicamente.
La joven por desgracia falleció, pero el papá no olvida cuánta buena energía la rodeó de cuidados. «Mi nombre no lo supo —aclara la remitente—, solamente mencionó su apellido, abatido por la tristeza, mas con la satisfacción de que hiciera llegar su gratitud por la excelente atención que recibió su hija y toda la familia durante aquellos días aciagos. Me insistió mucho para que divulgara su mensaje, pese a la irreparable pérdida». Gracias a ambos.