Acuse de recibo
Algo extraño sucedía que aquella cifra bajaba y bajaba sin explicación coherente alguna. Por ello, la familia del santiaguero Leonardo Lassús Báez, específicamente el núcleo de su hermana Maira Lucía (calle La Palma, No. 101, El Reparto, municipio de Mella) comenzó a alertar, con tiempo, a las instancias correspondientes.
El asunto —narra Leonardo— se inició cuando el metro contador de la casa de Maira Lucía, en febrero de este año, marcó un consumo correspondiente a 17,00 pesos. El mes anterior habían pagado 50,60 pesos. Luego del llamativo descenso, la familia pidió al propio lector-cobrador de la oficina de Mella que reportara el dispositivo defectuoso.
«En marzo llega el aviso de consumo de $5,20 y otra vez se intercambia con el compañero de la unidad empresarial de base (UEB) Mella, el que le plantea a mi hermana que ya está reportado, pero que lo haría otra vez. En abril se paga 2,50 pesos y crece aun más la alarma, pues la UEB Mella no reacciona ante los reportes por metro con dificultades. A finales de abril (24-26), en ocasión de realizar la lectura (…), el conteo arroja 0,20 pesos y el lector-cobrador (de apellido Soler) se alarma (…) y se retira “con la convicción de que hay que resolver el problema definitivamente”», evoca el santiaguero.
En los primeros días de mayo —sostiene— se presenta el referido empleado con un aviso de consumo contentivo del importe: 50,00 pesos y una enmienda manuscrita a tinta: «Atraso». Le explica entonces a la hermana de Leonardo que esa cantidad responde al «ajuste» que realizaron a partir de lo que se había dejado de pagar en meses anteriores. La familia entendió perfectamente.
«Aproximadamente el 10 de mayo se cambia el metro contador y cuando se lee el 25 de mayo, el propio lector le dice a mi hermana que “ya no hay problemas, pues el consumo registrado ahora representa 36,00 pesos (180 KW), lo cual está en concordancia con el gasto de esos 15 días. Al llegar el aviso de consumo (por el cobrador, apodado Toto), aparece en el mismo un importe de 1 003,00 pesos en lugar de los 36,00 que ya se conocían».
Como es lógico, la familia brincó como un resorte y reclamó en el municipio de Mella. Llegó entonces otro aviso, casi finalizando junio, «firmado por una cajera, Ydalmis, exigiendo un pago de 141,00 pesos, “por el Atraso”. Este pago se efectuó el 15 de agosto, pues estábamos haciendo las reclamaciones sin recibir ni el trato ni las respuestas que merecemos», argumenta el remitente.
En julio llegó el aviso de 136,00 pesos, con la enmienda —nuevamente a tinta— Atraso. Se pagó. En agosto, 159,00 pesos, en iguales condiciones. Se pagó.
«A partir del 26 de julio hemos controlado diariamente el registro del metro y comprobamos que marcha acorde con el consumo de la familia (248 KW = 72,00 pesos). Por todo lo anterior, el 5 de agosto le planteamos otra vez nuestro malestar al comercial de la UEB Mella y aún esperamos su respuesta a pesar de su compromiso “de tratar el asunto”», refiere el remitente.
El 15 de agosto —relata— la familia le comunicó la misma inquietud a la secretaria del Director de la Oficina de la Unión Nacional Eléctrica (UNE) en Palma Soriano (Miladis), y luego al comercial de dicha entidad (Roilán), el que tomó los datos de Leonardo y detalles del caso, y se comprometió al estudio y la respuesta. Aún los reclamantes esperan.
Finaliza el remitente con varias oportunas preguntas, a las que se suman las de este redactor: ¿Por qué tardó tanto la revisión luego de la alarma de la familia? ¿Sobre cuáles análisis y argumentos se emprendieron los sucesivos «ajustes»? ¿Quién y por qué se significaba «Atraso» en los sucesivos avisos de consumo? ¿Por qué esta familia no recibió el trato, la información y las satisfacciones que le correspondía? ¿Volverá a sus manos el dinero que, según ellos consideran, pagaron de más?
La Empresa Eléctrica del territorio tiene la palabra.