Acuse de recibo
El pasado 29 de mayo, el doctor Lorgis Cruz, en nombre de los residentes en el edificio 10 de calle Marrero, en la localidad espirituana de Yaguajay, denunciaba aquí el engaño del cual habían sido objeto por parte de la Dirección Municipal de Vivienda (DMV).
Contaba Cruz que, a mediados de 2011, y previa propuesta de la DMV, los vecinos acordaron de conjunto con esa entidad la reparación de la cubierta del inmueble y posteriormente acometer la reparación integral de todos sus apartamentos.
Previo contrato con la DMV, los vecinos no solo pagaron los trabajos, sino que también apoyaron solidariamente a la brigada ejecutora, atendiendo a sus trabajadores. Pero con los primeros aguaceros, los apartamentos de la última planta, que antes se mojaban, ahora se anegaban.
La historia trascendió en Escambray, el periódico provincial de Sancti Spíritus.
Contaba Cruz que al reclamar, supieron que la rehabilitación se había hecho poniendo solo la primera capa impermeabilizante. El resultado es que, luego de tres años, la situación se tornaba crítica. Llovía más adentro que afuera.
Y al escampar, las aguas acumuladas en el techo continuaban brotando varios días después por superficies y tomacorrientes. En consecuencia, se produjo un deterioro ostensible de techos y paredes. Pero, sobre todo, un deterioro peor: el de la confianza en la seriedad de la DMV.
Precisaba Lorgis que los vecinos dieron el apoyo que les solicitaron para que el edificio estuviera listo y declarar la zona «De Referencia». Se eliminaron los corrales adyacentes de animales y los sembrados, y se alistaron los jardines. «Entonces apoyamos, y nos han olvidado. Solo nos queda implorar para que no llueva», manifestaba finalmente.
Al respecto, responde Luisa Yrene Betancourt Díaz, directora de Vivienda en el municipio de Yaguajay, que ciertamente el edificio de marras fue incluido en el plan de impermeabilización del 2011, y las acciones previstas se ejecutaron con solo una capa, «pues era la disponibilidad de recursos existente en el municipio».
Reconoce la Directora que ese primer trabajo «fue para atenuar la afectación de filtraciones que existían, pues se intervendría en años posteriores para solucionar definitivamente el problema, valorando la disponibilidad de recursos asignados al municipio».
Y precisa que en el 2014 «el edificio fue incluido en el Plan de Rehabilitación Integral, a lo que renuncian los vecinos de este, producto de que la carpintería con que cuenta el municipio actualmente es de madera y no de aluminio, que es la que ellos solicitan; manteniendo entonces la acción de impermeabilización, priorizando ahora la cubierta, lo cual está en consonancia con la política del Estado en materia de vivienda, el Presupuesto y los recursos asignados».
Agradezco la respuesta, pero no puedo omitir que la misma muestra «filtraciones» del espíritu justificativo y poco autocrítico, desdeñoso de los estados de opinión populares, que muchas veces hemos denunciado aquí.
Si faltaban los recursos necesarios, ¿por qué se acometió la impermeabilización a medias, para al final derrochar materiales y que se agravara más la filtración de agua? ¿Acaso pudo atenuarse el mal? ¿A la larga no representa más gasto de recursos, al extremo de que hay que repetir los trabajos?
Los vecinos, que sí cumplieron con su deber y pagaron los trabajos, tienen el derecho soberano a exigir. Los vecinos, por cierto, no habían recibido tratamiento alguno hasta que fuera revelado su disgusto en esta columna, pues la publicación en otro espacio no condujo a ningún resultado.
Mantiene vigencia lo que este redactor manifestara entonces, al revelar la denuncia:
«Solo será posible avanzar más en la senda de la democracia socialista con el empoderamiento cada vez mayor del ciudadano, centro y razón de ser de todos los desvelos.