Acuse de recibo
Quien haya sentido en las manos las llagas del cemento, quien haya cargado cubos de mezcla para una fundición o enderezado a mandarria tiras de cabilla, sabe que es muy cierto aquello de que «la construcción no tiene amigos».
Por eso, y porque uno aún confía en la plomada de la moral, duele tanto la misiva del albañil pinareño Ernesto Medina Coste (calle Pasaje 26, No. 28, e/ Calle principal y Calle 2da., Reparto Nuevo, La Conchita, Km. 91, Carretera Central, Pinar del Río), quien edificó una casa hace tres años y aún no le han pagado ni un centavo por su labor.
Todo comenzó a mediados de 2010, cuando el Politécnico de la Salud Simón Bolívar, del municipio de Pinar del Río, contrató a Ernesto para construir la vivienda nominalizada a dicha institución, ubicada en el reparto La Conchita, calle 1ra., Km. 91 de la Carretera Central, en beneficio de su actual moradora: Irma Ramírez Amaya, entonces trabajadora del centro. Relata Ernesto que se estableció un contrato de trabajo que comprendía la construcción de toda la casa, por un valor de poco más de 4 000 pesos MN.
«El proceso constructivo fue iniciado en la última etapa de trabajo de la anterior Directora (del Politécnico), a quien sustituyó inmediatamente su actual director, el compañero José Miguel Fuentes, quien de conjunto con el entonces administrador Pedro Luis Hernández Hernández (hoy en funciones de Jefe de Almacén), me atendió en las reiteradísimas ocasiones que visité el Politécnico para intentar arreglar el problema del pago.
«Desde el comienzo de la obra hice gestiones por cobrar los resultados de mi trabajo… Incontables reuniones con su Administrador, o su Director, o los dos al mismo tiempo, concluyeron siempre con expresiones como: “Dame tus datos”, “Fírmame aquí”, “No te preocupes, que la próxima semana nosotros te vamos a pagar»…
Pero lejos de arreglarse, el problema se endurecía como cemento mojado. Cuenta el albañil pinareño que las visitas continuaron y tras mucho esfuerzo en vano decidió en un momento no continuar la edificación. Entonces la delegada de la circunscripción 117 del Consejo Popular La Conchita, Gladys Castro Iglesias, se le acercó para brindarle información que lo haría proseguir y confiar.
«En una reunión de entonces, el compañero Roberto Díaz Menéndez, actual Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Pinar del Río, le había indicado (a Gladys) que yo continuara la construcción de la vivienda, que sí se me iba a pagar.
«Y así efectivamente continué el proceso constructivo y el reclamo de mi derecho al pago, hasta el día en que el Director del Politécnico me informó, personalmente, que en una reunión reciente con el propio Roberto Díaz Menéndez, este le había dicho que no se me podía pagar la casa»…
A partir de este momento, cuando faltaban ya pocos detalles al hogar, como atestiguan autoridades barriales cuyas cartas adjunta el lector, se detuvo definitivamente la obra. Y de ahí en adelante, la misiva de Ernesto se extiende en un rosario de gestiones, trámites, peloteos, que uno puede imaginar hayan sido más difíciles para el albañil que cernir un camión de arena con un colador de cocina.
Entre ellas, refiere: cuatro visitas a la Asamblea Municipal del Poder Popular de Pinar del Río, atendido por el compañero Capote, en Atención a la Población, a quien solicitó un despacho con Roberto Díaz Menéndez que nunca pudo concretar; varias visitas a entidades de la Vivienda en las que jamás coincidieron los horarios fijados por las propias instituciones y las personas que debían atender el caso; personarse en la Oficina de Atención a la Población de la Asamblea Provincial del Poder Popular, «donde se me orientó ver al compañero José Raúl —la carta no precisa cuál es su función—, quien me indicó que llevara los documentos de todas las personas que yo había visto. En una segunda visita le entregué personalmente las cartas, dejé un número telefónico donde localizarme, y nunca más recibí respuesta alguna»; múltiples encuentros con directivos del Politécnico Simón Bolívar… Resultado: nada.
Y de todas esas gestiones, anexa documentos el remitente. En uno de ellos, firmado y acuñado por la Directora de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), se le comunica a Ernesto que «en la entrevista realizada a Yunisleiby Almiral, inversionista que atendía a la propietaria Irma Ramírez, la cual fue afectada por los huracanes y su vivienda nominalizada al Politécnico de la Salud, nos comunicó que existía un contrato y que no se le pagó porque el Director del Politécnico de la Salud desconocía los pasos a seguir para el mismo, aun cuando la inversionista explica que se le indicó cómo hacerlo»…
¿Es esto serio? La entidad sabía cómo contratar, pero ¡¿desconocía cómo pagar?! En fin, la más elemental vergüenza obliga a tomar partido. ¿Cuánto más debe esperar este albañil pinareño para cobrar su sudor y su tiempo?