Acuse de recibo
Un problema en la comunidad más aislada y recóndita del país es un problema en Cuba. Por eso canalizo la queja de Odalys Rodríguez, quien reside en el barrio rural de Guerrero, ubicado entre Vueltas y Vega Alta, en el municipio villaclareño de Camajuaní.
Cuenta Odalys que ese barrio queda incomunicado totalmente cada vez que llueve, porque el camino que los comunica con Vueltas o Vega Alta, y que constituye su salida para cualquier lugar, presenta condiciones pésimas. Tan es así que cuando muere un habitante, hay que sacar el cadáver en un tractor con carreta, porque el carro fúnebre no puede acceder hasta allí.
También hay un puente en pésimas condiciones, por donde es imposible la comunicación con el mundo exterior cuando llueve, además de la cañada llamada La Trampa. El problema es que el río crece cuando pasan más de dos días lloviendo, y la cañada se derrumba cada vez más y se torna estrecha, al punto de que no pueda pasar el ómnibus de los estudiantes becados por miedo a que dé un resbalón y se caiga en el hueco.
Resultado: los niños en esas jornadas no van a sus escuelas. Los pocos que se atreven a pasar por la cañada en tiempo de lluvias, es porque no les queda más remedio. En esos días pluviosos la maestra de la escuela primaria no puede ir a dar clases. Con el médico de la familia sucede lo mismo. Y los alimentos que se venden en la bodega, incluido el pan, pasan semanas sin poder entrar, hasta que baje el río y sea transitable el camino para que los vehículos puedan transportarlos.
Cuenta Odalys que se ha comenzado el arreglo del camino en varias ocasiones, pero la brigada encargada de hacerlo nunca acaba. Cuando no es una cosa, es la otra. En 2013 volvió un pequeño contingente y se les dijo a los pobladores que antes de fin de año concluirían el trabajo.
Pero todo quedó una vez más en el olvido. Ya los tubos para la cañada están al lado de esta hace dos meses, y tampoco se ha hecho nada. Vuelven las lluvias y, una vez más, los guerreros de Guerrero quedan incomunicados.
El asunto —asegura Odalys— es un tema recurrente en el Consejo de la Administración Municipal (CAM) de Camajuaní desde 2012, pero no tiene seguimiento y los lugareños consideran que solo se acciona cuando se acerca el proceso de rendición de cuentas del delegado.
Y este —según expresan muchos pobladores— siente que lo engañan una y otra vez, diciéndole que vienen a resolver la semana próxima. «Pero esa semana nunca llega —afirma la remitente—, y los pobladores siguen rogando porque no llueva, aunque se afecte la agricultura. Lo considero una falta de respeto total hacia nosotros».
Por la grave condición que presenta el camino, la situación no admite más el tipo de arreglos que puede hacer la comunidad, explica la lectora. En varias ocasiones los vecinos han rellenado el puente, pero esta labor ya requiere de equipos pesados para acondicionar el terreno y colocar los tubos que permanecen esperando por alguna decisión «desde arriba».
Matilde Benita Ramírez escribe desde avenida 49, entre 118 y 120, en Marianao, en la capital, para felicitar a la brigada eléctrica del contingente Raúl Díaz, que laboró en esa zona.
Cuenta Matilde que esa brigada laboró allí en tiempo récord. No llegó ni a cuatro horas. Cambiaron con gran eficiencia y calidad muchos postes eléctricos en mal estado y hasta pusieron las señales de tránsito que tenían los postes sustituidos.
«Esos hombres almorzaron a pie de obra, y con muy buen carácter confraternizaron con los vecinos; incluso hasta con los perros de los residentes», refiere.
Matilde concluye manifestando: «Casi siempre escribimos para algo malo, pero esta vez quiero que les llegue una felicitación muy grande, y que sigan así, que no cambien».
Agradezco a Matilde su positiva observación pues, como mismo esta columna es asidero de tantas quejas, vale la pena resaltar a quienes cumplen con su deber de manera eficiente y gustosa.