Acuse de recibo
El camino más fácil suele ser la apatía. No «coger lucha» con nada y que los problemas «nos resbalen». Esa es la postura típica de quienes el maestro del humor Héctor Zumbado calificó genialmente de «sinflictivos». Pero existe otro grupo, el de los que hablan, protestan, se implican, se complican. Y al menos revuelven el avispero para que las cosas «se hinchen» con una buena picada.
De esos benditos conflictivos es Miguel A. Martínez Martínez (Ave. Casablanca, panel 10, apto. 3., Rpto. Guiteras, La Habana del Este), quien el 27 de octubre pasado denunciaba en esta columna las irregularidades con el funcionamiento de la capitalina ruta 195.
Relataba entonces Miguel que muchas veces al terminar su viaje en G y 25, Vedado, los choferes de esta guagua recogían allí a personas que les pagaban extra, para montar de primeros y no hacer cola en el punto establecido, que era frente al parque de El Quijote, en J y 23.
Igualmente se quejaba el lector de que, ante los justos reclamos de quienes habían permanecido de pie, marcando en la fila para acceder al ómnibus, los choferes y conductores respondían de forma descompuesta y otros, simplemente, hacían el más cínico silencio.
Ante la posible justificación de que esos «adelantados» dentro de la guagua fuesen empleados de la empresa de ómnibus, Miguel aclaraba que no era así, pues precisamente unos metros antes del sitio de inicio del recorrido, tenían su punto de recogida oficial los trabajadores de la entidad. Y apuntaba de paso que muchas veces estos últimos, no solo hacían uso de su derecho, sino que además incluían a familiares suyos en la guagua, antes de que montaran los miembros de la cola.
La misiva del atribulado capitalino venía con detallados ejemplos de rutas, horarios y cantidad de personas no autorizadas a bordo de la 195.
Ángel Luis Fonseca Zamora, director general de la Empresa de Ómnibus Urbanos en La Habana, respondió a Acuse la queja de Miguel. Explica el funcionario que en correspondencia con los análisis efectuados por el Consejo de Dirección de la unidad básica de la empresa en Guanabacoa, a raíz de la carta, se aplicaron las medidas siguientes:
.Los choferes de las guaguas 5186 y 5180 fueron separados definitivamente de la entidad.
.Se efectuó un matutino en la institución en el que se analizó el artículo publicado y este fue colocado en el mural de la unidad.
.Se firmó un compromiso por los choferes de esta ruta de no cometer la indisciplina descrita.
.La unidad realizará controles diarios a la cabecera. Y se solicitarán inspectores en los dos turnos de trabajo en este punto de inicio, el cual además será trasladado a 23 y H.
.Se ubicó un inspector en el turno vespertino, desde la una de la tarde hasta las 7:20 p.m.
Concluye el directivo ratificando que la queja del lector tenía el peso de la razón y que, en consecuencia, la empresa emprende las acciones para erradicar el problema.
Agradezco a Ángel Luis Fonseca su precisa respuesta —arribada a nuestra redacción el 22 de noviembre— y comento algunas cuestiones.
Las sanciones, desde las más leves hasta las más drásticas, resultan, lamentablemente necesarias. Pero ellas, como sabemos, no solucionan a largo plazo los problemas. Solo el cambio real de métodos, de modos de trabajo, la constancia a fuerza de ejemplo diario y, sobre todo, la necesaria estimulación de los empleados, puede transformar esta realidad con baches.
De lo contrario, el Quijote tendrá que seguir desfaciendo entuertos mientras aguarda en la cola a su Dulcinea.