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¿Realmente compran calidad?

Rafaela López (calle 8va., No. 52, entre A y B, Vertientes, Camagüey) está sufriendo los problemas de calidad de los equipos electrodomésticos que ha adquirido en los últimos tiempos, en tiendas en divisas de Cimex y TRD.

El 5 de septiembre de 2011 —cuenta—, su esposo y ella compraron un ventilador Daytron en 37,45 CUC, en una tienda de Cimex, y el 28 de octubre lo estaban revisando los técnicos. Lo repararon y les dieron una explicación que no los convenció. Al final, se venció la garantía del equipo y nunca funcionó. Después lo llevaron a un técnico particular, quien logró arreglarlo un poco y les planteó que el problema era de fábrica.

El 9 de abril de 2012, adquirieron una lavadora Parker por 232,85 CUC, en una TRD. Y hasta el 12 de noviembre pasado, que la devolvieron, pasó por tres reparaciones: problema de fábrica —les plantearon—, que los técnicos no pudieron solucionar. Ahora ella gestiona que reintegren el dinero a la tarjeta de crédito de su esposo. «Otro dolor de cabeza, con Fincimex».

El 21 de junio de 2012 compraron en Cimex una olla Reina Daytron por 74,35 CUC: hubo que practicarle dos reparaciones en menos de dos meses, y al final les devolvieron el dinero porque no tenía solución.

«Mi queja —señala— no es por maltrato del personal, sino por la mala calidad de algunos de estos equipos que se venden en las tiendas recaudadoras de divisas y que, dicho sea de paso, no son nada baratos. Sí, se devuelve el dinero y realmente no es lo que uno necesita, sino el equipo, el cual muchas veces no hay en las mismas tiendas para adquirirlo.

«¿Hacen bien su trabajo los compradores de esas corporaciones? Con un equipo puede pasar, pero no con varios. En mi situación hay otros clientes. Solo hay que revisar las estadísticas de las devoluciones de artículos de cada una de esas corporaciones. Espero que sirva de reflexión a los de las gestiones comerciales, que tan malos momentos hacen pasar a los consumidores», concluye Rafaela.

Lo que hay que revertir

¿Quién será el de gesto tan caritativo?, se preguntaba el pasado 17 de noviembre Lissette Artime (Edificio 5, apto. 2, entre Carretera Central y Francisco Vega, Las Tunas), al descubrir que su móvil recibió una carga de cinco CUC. Y el enigma se aclaró con la llamada posterior de una joven, quien le había solicitado a un vecino de favor que le recargara su móvil, porque estaba próxima a vencerse la línea. La joven le manifestó a Lissette que el vecino le había dado correctamente a la trabajadora de Etecsa el número, pero no supo qué sucedió y cómo la recarga recayó equivocadamente en el de la primera.

Lissette llamó a la comercial de Cubacel, para ver la posibilidad de que ellos revirtieran la recarga. Y la directiva que la atendió, a cargo de la actividad comercial, le dijo que la única opción es que ambas partes se pongan de acuerdo para uno devolverle el saldo al otro. Lissette lo hizo, «porque sería una actitud denigrante de mi parte no devolver lo que pertenece a otro», enfatiza.

Pero lo pudo hacer porque, casualmente, la joven vive cerca de ella, e investigó su dirección. Sería diferente si el caso fuera con un cliente de otra provincia, o lo más común: con alguien que no se detenga a investigar el origen de la recarga, y sí a disfrutarla.

Lissette es jefa de Automatización en su entidad, y sabe que los sistemas de cualquier institución son vulnerables. Lo inadmisible —acota— es que se delegue la rectificación del error de la entidad a la buena voluntad del cliente. Así, dice, se echa a pelear a los clientes unos con otros.

Debe existir una forma de revertir la operación y devolver a quien pertenece el saldo. Quien presta el servicio y cobra por ello debe dar la solución, acota Lissette.

Precisa la lectora que la Comercial le dio la razón, pero insistió en que no podía hacer nada. Y le brindó el número telefónico del telepunto donde se hizo la operación. Allí le contestaron: «No tengo que ver con eso; lo mío es cobrar el servicio de teléfono». También la otra parte hizo gestiones, y recibió la misma respuesta: «No tenemos forma de devolver el saldo».

Y concluye que «esto empaña el servicio de la entidad y va contra los principios de calidad y eficiencia. Por qué no pueden revertir la operación, nadie ha sido capaz de aclarármelo», concluye.

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