Acuse de recibo
El pasado 28 de marzo, desde la localidad espirituana de Yaguajay, denunciaba aquí el lector Néstor Madruga las molestias sonoras y suplicios auditivos ocasionados por el centro recreativo Tres Palmas al vecindario, contrariedades que también lo perjudican a él.
Música mecánica, luces danzantes y animación a toda voz —señalaba—, hacen vibrar puertas, ventanas y objetos en el interior de las viviendas colindantes. Y precisaba que desde 2008 anda luchando contra tal intrusión sonora, que incluso promueve en los jóvenes un ambiente de insubordinación, hasta con pleitos y conflictos.
Al respecto responde la doctora Tania Guerrero Pupo, jefa del departamento de Atención a la Población del Ministerio de Salud Pública (Minsap), que un grupo de trabajo del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología (CPHE), presidido por su directora, la doctora Norma Rodríguez Escobar, visitó la discoteca y midió los valores de ruido puntual en el frente de cada una de las viviendas afectadas.
Precisa que se tomaron las primeras medidas de ruido antes de comenzar el espectáculo frente a la entrada de la pista, dentro de la plaza y frente a las bocinas.
También, agrega, se visitó la casa más cercana a la plataforma donde se genera el espectáculo, y se entrevistó a los ocupantes de la vivienda. Estos manifestaron que el ruido y las vibraciones son de una fuerza tal, que tienen que retirar hasta los vasos de las repisas porque aquellos los tumban. Otros vecinos más alejados, y el propio Néstor, aseguraron que la situación es insoportable.
Manifiesta la doctora Tania que, excepto en el bar de la pista, en los demás sitios investigados del centro se sobrepasa significativamente los decibeles permitidos.
«Aunque son medidas puntuales, los valores obtenidos se mantienen durante la realización del espectáculo —señala—, y son perturbadores de la tranquilidad ciudadana mientras dura la actividad. Las vibraciones provocadas por las fuertes ondas sonoras, aunque no fueron medidas, son igualmente perturbadoras y contribuyen a la molestia de los vecinos.
«El ruido que le llega al dependiente de la cantina de esa plaza, así como al disc jockey, está por encima de lo establecido en la Norma Cubana 871/11 de Seguridad y Salud en el Trabajo. Ruido en el ambiente laboral. Requisitos higiénico-sanitarios generales, la cual pauta que no serán superiores a 85 decibeles».
Aclara la doctora Tania que se le dejaron cinco recomendaciones para esa área, y una general para el centro recreativo, en cuanto a la necesidad de microlocalización de sitios similares. Y precisa que el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología le dará seguimiento al cumplimiento de tales indicaciones.
Esperamos que nos mantengan informados del inevitable desenlace: no hay disfrute ni recreación que justifique la molestia y el tormento de terceras personas. Hay que estudiar muy bien dónde se ubica un centro recreativo con impactos sonoros.
Elías Piñeiro (27 de Noviembre No. 70, entre Maceo y Línea, Pinar del Río) cuenta que fue intervenido quirúrgicamente con una revascularización en el Instituto de Cardiología, en la capital. Allí estuvo ingresado durante más de un mes.
Piñeiro expresa su más profundo agradecimiento a los doctores Paredes, Mojena, Armando, Pupo, Noel y Roberto; a todo el personal paramédico, logístico y de servicios, «por su entereza, amor, humanismo, rigor científico-técnico, desinterés y solidaridad mostrados en todo momento.
«El Instituto es una joya de la medicina cubana, enfatiza. ¡Mil gracias a todos por salvar mi vida y aumentar la calidad de la misma! He sido salvado de todo corazón por manos expertas», concluye el agradecido paciente.