Acuse de recibo
La paz de nuestros muertos es tan venerable como la de los vivos. Y he aquí, con la carta de Krizell Hernández, una muestra más de que el Cementerio de Colón, blanco de críticas tiempos atrás, hoy deja una sensible huella de gratitud y admiración en muchas personas.
Krizell, quien reside en San Miguel No. 413, entre D´Strampes y Goicuría, reparto habanero de Sevillano, cuenta que en mayo de 2011, precisamente el Día de las Madres, detectó que había sepultado a su querida abuela en una tumba equivocada. ¿Cómo arreglar esto sin correr el riesgo de perder los restos?, se preguntaba entonces la nieta.
Confiesa que, ante su reclamo, contó con la estricta colaboración y el apoyo de la Dirección de la necrópolis, y especialmente del arquitecto principal, Carlos Bauta. Con agilidad se hizo el levantamiento correspondiente, se visitó la tumba incorrectamente usada y la que debía tener los restos de su abuela. «Era evidente que un error humano había ocasionado todo, manifiesta. Se visitó a la familia implicada, la cual se mostró comprensiva y solidaria, se realizó la exhumación y todo quedó resuelto».
Tres meses después, ya depositados los restos donde debían, la familia de Krizell supuso que había indicios de sustracción de los mismos. Y volvieron al cementerio, precisamente a la Dirección.
«Otra vez Carlos Bauta tomó el asunto en sus manos, dice; tranquilizó mi ansiedad y solo bastaron 22 minutos para demostrar que mi abuela descansaba en paz donde debía. Estuvieron presentes el Jefe de Protección Física, el de custodios, sepultureros y los funcionarios de Atención a la Población del camposanto.
«Recuerdo claramente la expresión del Jefe de Protección Física: “Con toda responsabilidad le digo que su abuela no ha sido sustraída del cementerio, y le garantizo que la vamos a encontrar”.
«Así fue. Estaba allí donde había sido depositada. El error fue mío. Pero no hubo regaños, críticas ni molestias. Se multiplicaron la comprensión, la amabilidad y la solidaridad humana; y sobre todo el empeño de un colectivo que trabaja porque en ese pedazo de tierra santa haya paz, organización y respeto. Todavía quedan problemas por resolver, me explicaron, pero el cambio se está notando».
Krizell agradece esas muestras de delicadeza, profesionalidad y respeto, en nombre de tantas familias que no olvidan jamás a sus muertos, y los hacen vivir cada día en el recuerdo y la bondad para con el prójimo.
El 28 de octubre de 2011, Emilio Pérez ensalzaba aquí la encomiable labor y el buen trato del colectivo del Servicio de Rehabilitación Integral del policlínico Tomás Romay, de La Habana Vieja. Y a la vez, contrastaba con las difíciles condiciones en que laboraban esos trabajadores, por las peligrosas filtraciones de viviendas en pisos superiores, a que están sometidos el local y los equipos. Y alertaba que, de no atajarse a tiempo el mal, un posible cierre de esos servicios perjudicaría a muchos pacientes.
Aunque demorada, la respuesta del doctor Armando Garrido Beracierto, director de Salud de La Habana, señala que, ante la filtración de aguas albañales, en un primer momento se decidió reorganizar el servicio de Rehabilitación en el consultorio médico de Aguiar entre Chacón y Cuarteles. Y como este local es pequeño, solo se pudo trasladar la electroterapia, con el consiguiente equipamiento (láser, ultrasonido, campo magnético y equipo de corriente). Medicina Natural Tradicional, Podología y Logofoniatría fueron trasladados al Centro Geriátrico cercano al policlínico. El resto de los equipos (cama magnética, microonda y gimnasio) se mantuvieron bajo medidas de seguridad, conservación y protección por la dirección del centro.
Refiere que, sopesando la funcionabilidad de esta alternativa, concluyeron que no es el sitio idóneo, pues imposibilita la reorganización de todo el servicio. Y decidieron evaluar otros locales para mejorar la rehabilitación integral. Afirma que la Oficina del Historiador de la Ciudad autorizó un local definitivo para el Servicio de Rehabilitación del policlínico Tomás Romay, el cual tiene las condiciones idóneas, y se encuentra en la calle San Ignacio No. 11, entre Chacón y Empedrado.
Dicho local, agrega, lo ocupa la Empresa de Importación y Exportación de la Oficina del Historiador, y está en proceso de entrega. Mientras, se decidió trasladar la fisioterapia para el consultorio médico de Mercaderes, entre Lamparilla y Amargura, área que por sus dimensiones permitió reorganizar todos los servicios de la rehabilitación, excepto Podología y Logofoniatría, que continúan en el Centro Geriátrico.
Aclara que para adoptar esa solución transitoria fue necesario reorganizar dos consultorios médicos, luego de consultas e indicaciones al sistema de Salud, a la comunidad y a los trabajadores del policlínico. Y apunta que toda esta información se le brindó a Emilio, quien elogió las medidas adoptadas temporalmente para mantener el valioso servicio.