Acuse de recibo
Cada día parece más vasto el espectro de mercancías y bienes que acaparan los revendedores, esos controladores de cuanta mercancía compran al por mayor en nuestras tiendas, vaciando los anaqueles y ofertándola luego a precios superiores.
Hoy la denuncia la envía Yanet Masson Gort, vecina de Zanja No. 513, apartamento 1, entre Santiago y Marqués González, en el municipio capitalino de Centro Habana, y es sobre el acaparamiento de culeros desechables marca Pequeñín, los de mejor calidad que se venden en las tiendas en divisas.
De acuerdo con su experiencia personal, «son comprados todos por personas inescrupulosas —señala— para ser revendidos afuera de las mismas tiendas, al doble del precio. Por ejemplo: un paquete Etapa 3 cuesta 8,75 CUC y afuera lo revenden a 15,00, aprovechando la “escasez” de estos».
En cierta ocasión la lectora tuvo que trasladarse hasta el Centro Comercial Palco, en el otro confín de la ciudad, donde único los había. Y llegando ella, un señor se llevaba dos sacos de paquetes de culeros. Por tanto se acabaron. «Recurrí a ver si tenía un poco de humanismo para que me vendiera uno para mi niño y se negó. Claro, porque a esa cantidad le saca buena ganancia», manifiesta.
Cuenta Yanet que por toda la calle Neptuno los revendedores los tienen, cuantos uno quiera, al precio de 15,00 CUC. Y considera que en las tiendas debieran regular por lo menos la cantidad a vender por persona.
Eduardo Mora (Calzada de Luyano No. 128 entre Pamplona y San Nicolás, Luyanó, La Habana), escribe en nombre de otros cubanos con deficiencias auditivas como él, que actualmente sufren el desabastecimiento de las baterías 675 para los equipos otoamplífonos que ellos utilizan.
Afirma el lector que tal desabastecimiento se registra con bastante frecuencia, lo cual afecta la calidad de vida de esas personas y su desempeño laboral. «En este momento —señala— hace tres meses que no hay baterías en existencia en el Centro Auditivo de La Habana, situado en calle B entre 19 y 21, en Plaza».
Mora no conoce las razones de la actual escasez, pero asegura que en otros momentos la misma ha sido provocada por problemas burocráticos y de transportación desde los almacenes. Como sabe que también la economía cubana está marcada fuertemente por los problemas del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos, y por déficits financieros, considera que sería muy provechoso que el Ministerio de Salud Pública informara públicamente sobre tal situación, para saber a qué atenerse.
Jesús López González (Calle 23 No. 4411, entre 44 y 46, Artemisa) cuenta que el 6 de septiembre de 2011 llegó al hospital Ciro Redondo, de esa localidad, con un fuerte dolor abdominal, y le fue detectada una trombosis vascular mesentérica, la cual presenta un índice de mortalidad del 95 por ciento de los casos. Y fue llevado al quirófano cinco veces en 11 días, gracias al equipo de cirujanos y otros médicos, enfermeras y auxiliares que continuaron atendiéndolo en los 30 días que permaneció en terapia intensiva.
«Mi experiencia no pasó de ser una terrible pesadilla. Mis más sinceras muestras de gratitud para los médicos Abel Corcho, Yolanda, Urbicio, Carlos Roberto, Dailín, León y muy especial al eminente cirujano Alejandro, «el Chino», y su familia. Es bueno mencionar que aún hoy todos ellos me visitan para saber de mi estado de salud. A todos los catalogo como seres humanos excepcionales», señala.
Después vino la rehabilitación, la cual se llevó a cabo excelentemente gracias al personal que lo atendió en la Sala de Rehabilitación de calle 52 esquina a 35, en Artemisa, y en especial al fisiatra, doctor Arce. También agradece a sus compañeros de trabajo del Inder municipal, que a diario rendían parte de su crítico estado en un matutino especial. Y a su familia, que durante 30 días y sus noches estuvo con él.