Acuse de recibo
«¿Hasta dónde puede llegar la supeditación del cliente a los criterios de quien presta servicios con la rigidez a la carta? Nadie tiene derecho a administrarle a uno preferencias y gustos, y disponer dónde puedes frecuentar o no, como si ese no fuera un derecho de cada ciudadano».
Así expresé el pasado 15 de noviembre, al reseñar la denuncia del joven Sandy Orlando Rondón, quien denunciaba una especie de discriminación en el disfrute de la llamada discotemba que funciona en la Casa de la Trova de ARTEX S.A. en la ciudad de Bayamo.
Sandy intentó acceder con su novia y otra pareja más a ese centro recreativo dedicado a la música de la Década Prodigiosa y de otras épocas memorables, y el portero no los dejó pasar, con el argumento de que la discotemba estaba dirigida solo a personas mayores de 40 años.
Al respecto, responde Leyla Bárzaga, gerente general de la Sucursal Granma de ARTEX S.A., que el proyecto discotemba fue creado «como espacio cultural donde el segmento de población mayor de 40 años satisfaga sus necesidades y expectativas en cuanto al disfrute de la música cubana e internacional de la llamada Década Prodigiosa, siempre complementada con servicios gastronómicos mayoritariamente en moneda nacional, con precios asequibles creados para la ocasión, incluida la entrada a la instalación».
Pero aclara que el hecho de que ese espacio esté dirigido fundamentalmente a ese público, no quiere decir que al mismo no puedan acceder personas de otras edades. Tan es así, que en los últimos tiempos lo frecuentan cada vez más familias completas, donde convergen varias generaciones.
Y precisa que, de acuerdo con las investigaciones realizadas sobre lo denunciado, «se pudo determinar que existió una inadecuada respuesta por parte del portero al cliente, ya que la única razón real que impedía el acceso al lugar en ese preciso momento, era que el centro se encontraba a plena capacidad».
Agrega la directiva que el propio día de la publicación de la queja, Sandy fue visitado en su hogar por ella, y se le ofrecieron disculpas por los inconvenientes causados, además de cursarle una invitación para que lo visite.
Señala que en la ciudad de Bayamo existen varios espacios dedicados a diferentes públicos en el mismo horario del proyecto discotemba, lo que amplía las opciones culturales y recreativas de la población.
Además de agradecer la ágil respuesta de Leyla, reparo, a la luz de los hechos, en cuánto el trabajo de un portero puede ensombrecer la imagen de una entidad de este tipo. Él es el rostro de la entidad, de primera mano.
Al final, si bien hay que animar nuestros pueblos y ciudades y diversificar el solaz por intereses, gustos, estilos y edades; lo más importante es el sentido integrador y unitario de nuestras instituciones culturales y recreativas, sin las nefastas exclusiones.
Luis Mones (Padre las Casas No. 7, entre Independencia y Céspedes, Sancti Spíritus) cuenta que el pasado 21 de septiembre le compró a su nieto una bicicleta cubana al precio de 127 CUC. Al sexto día se le explotó una goma. Y por la garantía de siete días, se la sustituyeron en la tienda, al tiempo que le recomendaron que tratara de cambiar las cámaras por otras más anchas, para que duraran más, pues las que traen las bicis son muy finas y por eso explotan.
Pero a los 26 días los pedales se desbarataron, quedándose solo en los ejes. Fue a la tienda para reclamar la garantía que es de 30 días para los elementos de transmisión. Y le dijeron que estos no entraban en ese grupo: solo tienen siete días de garantía.
Luis visitó la fábrica Minerva, de Santa Clara, donde se producen las bicicletas. Y la especialista que lo atendió le señaló que ellos no consideran a los pedales en el sistema de transmisión y no podían hacer ninguna sustitución.
«¿Cómo pueden pretender ser líderes en producir y exportar una bicicleta a la que en menos de un mes se le reventó una goma y se le desbarataron los pedales? Debían tener presente siempre aquel mandato del Che: la calidad es el respeto al pueblo», concluye Luis.