Acuse de recibo
El pasado 20 de octubre, el lector Alfredo Quintana cuestionaba desde el barrio habanero de Luyanó la factibilidad del sistema de señales GPS instalado en los ómnibus urbanos de la capital.
«Los ómnibus siguen sin detenerse en las paradas, o deteniéndose antes y después de las mismas, manifestaba. Y estas violaciones no se detectan por la Empresa, a no ser que algún afectado llame al teléfono 18820. Incluso, las quejas en muchas ocasiones no son respondidas… Al parecer, en Metrobús es solo un adorno», concluía.
Al respecto, responde Carlos Alech Sotolongo, director de la Empresa Metrobús, que el pasado 26 de octubre visitaron a Alfredo en su hogar, y se le explicó que con el GPS sí pueden detectar las indisciplinas, y evaluar otros parámetros técnicos de eficiencia, como el caso de la medición del combustible.
Precisa Alech que se invitó a Alfredo a participar en los chequeos que cada miércoles ellos realizan en la terminal Alberro, en los cuales se analizan las incidencias y se toman las medidas necesarias.
Agrega el director que se han propuesto implantar ese sistema en todos los ómnibus de Metrobús, por los resultados positivos que ha arrojado su aplicación hasta el momento.
Agradezco la respuesta, y lamento que el director no haya sustentado con datos elocuentes y aleccionadores, incluso hasta con cifras, los resultados de la implantación del GPS en el control y la recuperación de la disciplina en el servicio de Metrobús. Ojalá que el GPS contribuya a neutralizar el creciente fenómeno de violación de las paradas por parte de no pocos choferes, que tiene muy angustiados a los pasajeros de la capital.
La tecnología facilita cuando hay la voluntad férrea de cumplir. Al final esta es la que decide.
El pasado 26 de julio referí el disgusto de Nurys Rodríguez Gaínza, quien envió por el expreso del Ferrocarril, desde la capital, dos cajas con alimentos a su tío en Guantánamo y días más tarde envió dos más al mismo destinatario.
Nury adelantó los bultos a nombre de Rubert César Moreira como destinatario, y marchó hacia Guantánamo a pasar las vacaciones con sus familiares. Pero el 19 de julio, cuando se recogieron las cajas en la terminal ferroviaria de la ciudad del Guaso, una de las cajas estaba apenas llena de piedras, en sustitución de lo que se sustrajo vilmente.
Al respecto, responde Rubén Morales Cruz, director comercial de la Unión de Ferrocarriles de Cuba, quien señala que se investigó el suceso. Añade que la persona que recibió los paquetes en nombre de Nurys y con su identificación, firmó el documento establecido como recibido conforme, y luego nadie se presentó en la Agencia Expreso de Guantánamo a realizar la reclamación.
«Nos es difícil dudar de la veracidad de la denuncia formulada —agrega—, pero las vulneraciones de lo establecido no nos permitieron realizar oportunamente las investigaciones para determinar las violaciones, así como los responsables, y aplicar las correspondientes medidas.
«Es necesario que ante cualquier hecho de este tipo, averías o cualquier otra dificultad en el servicio, lo primero que debe hacer el afectado —y así lo recoge el artículo 34 del Reglamento para el Servicio Expreso por Ferrocarril— es “presentar la reclamación en la agencia o estación donde se haya detectado la avería o el faltante…”, lo que sin dudas nos permitirá actuar de forma inmediata».
Agradezco la respuesta, pero si bien los afectados obviaron el procedimiento establecido en el momento, eso no implica que tal desenlace no sea bochornoso para la imagen de los ferrocarriles cubanos, y doblemente humillante para sus clientes.
No es la primera vez que algo se extravía, se rompe o se esquilma en la carga ferroviaria. Sería más útil que Ferrocarriles ahondara en qué hace para evitar esta saña.