Acuse de recibo
Cuba está urgida de una revisión sistémica de la legislación referida a la defensa del consumidor, garantía comercial y servicio de posventa; porque, lamentablemente, predomina una especie de ley del embudo, que supedita al cliente a los criterios de las entidades comercializadoras, cuando debía ser todo lo contrario.
Marisol Nobal (José Ramón Fuerte No. 61, Cabaiguán, Sancti Spíritus) adquirió una lavadora Haier automática, modelo 4QB50G, en la tienda El Regalo, de esa localidad, con dos años de garantía… y muchos problemas convoyados que ella no suponía.
El día que la adquirió, no pudo probarla en la tienda pues esta no tiene las condiciones para ello. El equipo comenzó a presentar desperfectos y se reportó el 16 de agosto. Dos días después, fueron los técnicos a su hogar, la revisaron y… tenía el cloche y la correa rotos. Le explicaron que las piezas debían ser solicitadas a Santa Clara, y de no existir allí, se realizaría el pedido a La Habana. Pero aclararon que, de no encontrarse solución, se le devolvería el dinero.
El 20 de agosto fueron otros técnicos y le dijeron a Marisol que venían a recoger la lavadora, pues se le devolvería el dinero. Dos horas más tarde, uno de ellos retornó y señaló que ya no era devolución, pues las piezas estaban en el taller. La repararían.
El 6 de septiembre le llevaron el equipo supuestamente ya reparado. Funcionó perfectamente ese día, pero presentó problemas en el secado. La reportó el 9 de septiembre, y ese mismo día fue el técnico. Dijo que no tenía problemas y le dio instrucciones verbales a Marisol de cómo operarla, algo que ya ella conocía…
El 17 de septiembre la reportó de nuevo. Fueron el 23, y Marisol les demostró que no secaba. El técnico dijo que «eso era lo que ella secaba».
«Todo este tiempo ha sido haciendo reclamaciones, de las cuales no he tenido respuesta. En buen cubano, todo esto solo tiene un nombre: “peloteo”. Entiendo que ese trámite de reclamación lo han extendido, hasta que logren el vencimiento de la garantía. ¿Para qué dicen que existe protección al consumidor?».
Maritza Barceló (Calle E No. 553, entre 23 y 25, Vedado, La Habana) adquirió hace más de un año, en una tienda de la Lonja del Comercio, un filtro de agua coreano por valor de unos 60 CUC.
Y hace meses que anda buscando en la red comercial (todas las cadenas) uno de los dos repuestos que requiere dicho filtro para funcionar. «Los empleados de las tiendas de Habaguanex —señala—, nos explican que ya no se están comprando los mismos, y los repuestos que se están vendiendo son de los que quedan en almacén. Resulta muy decepcionante, ante el alto precio con que vendieron el filtro, que ahora no aparezca el repuesto», concluye.
Pablo Agustín Guerra (Edificio 35, apto. 16, Olivos 2, Sancti Spíritus) adquirió en 2006, en el comercial Cabaiguán de ETECSA, en esa ciudad, un teléfono inalámbrico chino marca Gaonxinqi, modelo HWCD 399, por un precio de 26,90 CUC. Y desde hace más de un año las baterías le comenzaron a fallar.
Fue a las dependencias de ETECSA y le informaron que no cuentan con ese tipo de pilas. Desde entonces él ha «rastreado» en otras provincias como Villa Clara, Cienfuegos y Matanzas y no encuentra las «dichosas» baterías.
«¿Cómo es posible que a usted le vendan algo que dependa del uso de baterías, y luego no cuente con estas para reponer? Además, en ninguno de los establecimientos visitados me han podido responder cuándo volverán a venderlas. Mi teléfono sigue allí, como un objeto decorativo, mudo en el tiempo y sin que nadie lo escuche. ¿Dónde está la protección al consumidor?».
Algo habrá que hacer, porque Cuba no es una sociedad de consumo, ni nuestra gente puede permitirse el lujo de desechar y comprar constantemente.