Acuse de recibo
Como un pueblito encantado a orillas del mar, al estilo de Cojímar, muchos habaneros recuerdan al Santa Fe de años atrás. Pero esta localidad perteneciente al municipio capitalino de Playa ha experimentado con los años una expansión, que pone en crisis su equilibrio ecológico.
La alerta proviene de Daniel Morales, vecino de calle 3ra. No. 29825, entre 298 y 300, en ese barrio habanero donde se filmó la película Casa vieja:
Refiere él que ese es un barrio con aproximadamente unas 30 mil almas, que no tiene alcantarillado para evacuar las aguas de lluvia, ni las sanitarias, provenientes de hogares y centros estatales. Esa operación se hace por medio de la infiltración natural, con pozos pluviales abiertos en las calles, y por fosas artesanales en los patios y jardines de las viviendas, abiertas por los propios moradores.
El problema, según Daniel, es que Santa Fe ha ido creciendo en población, a partir de que el Estado ha construido allí edificios multifamiliares y biplantas. Pero no se ha ampliado la red pluvial. Todo lo contrario: se ha reducido a partir de que las áreas naturales de infiltración, solares yermos, se han utilizado para construir edificios. Así, las áreas arboladas, que constituyen un pulmón natural, se han ido reduciendo. Y no se aprovecha la oportunidad de crear nuevos espacios de aquel tipo, a partir de incentivar la siembra de plantas.
Daniel sitúa un ejemplo elocuente: en la manzana comprendida por las calles 5ta. Avenida, 5ta. A, 256 y 258, en los días finales de junio se desbrozaron los pinos y eucaliptos que llevaban décadas. En apenas tres días se pasó el buldózer, la cuchilla y la aplanadora para dejar el área lista con vistas a construir viviendas. Y ahora, al subir el nivel del terreno con el relleno vertido, el agua de lluvia busca otra área para evacuarse, que afecta a los vecinos.
Cuando llueve en Santa Fe, las calles se inundan por la reducción de las áreas de infiltración natural. El agua que se precipita en muchas zonas penetra en las casas y afecta tanto sus estructuras como el mobiliario de las familias.
«Considero necesario y oportuno que las autoridades de Planificación Física, Dirección Municipal de la Vivienda, Recursos Hidráulicos y el Poder Popular, tengan en cuenta estas situaciones, y valoren la posibilidad de aumentar la capacidad de infiltración de las aguas de lluvia, para paliar la situación de inundaciones que ha ido aumentando cuando llueve en Santa Fe.
«Y también controlar las nuevas construcciones en este pueblo teniendo en cuenta, además, que la infraestructura económica y social es la misma de cuando Santa Fe tenía 16 mil o 18 mil habitantes.
«También hay que rescatar la siembra de árboles o frutales en los solares yermos posibles, para restaurar las zonas arboladas que teníamos, y así aumentar las zonas pulmones de nuestro pueblo», concluye Daniel.
Desde calle Línea 590, entre Humberto Echevarría y Figueredo, en la ciudad de Bayamo, Goduar Fonseca denuncia un planteamiento generalizado de los electores de la circunscripción 174, que lleva ya 21 años sin solución.
Es la molestia de los vecinos por la carga de excretas que van dejando los incesantes coches tirados por caballos a lo largo de esa importante arteria, donde coexisten muchos espacios de venta de alimentos.
El estiércol de los caballos es aplastado por los autos. Con el aire se reseca y se introduce ese polvo nauseabundo y dañino en las viviendas y, por supuesto, en cuanto alimento se ingiera.
Se quejan también los barredores de calle de Comunales. Se quejan los vecinos a la Dirección Integral de Supervisión (DIS), a Higiene municipal… Pero los cocheros no sitúan los recipientes estipulados para recoger el estiércol.
Personalmente, Goduar entregó una queja el pasado 23 de junio en Atención a la Población del Gobierno municipal de Bayamo. Y aún no ha recibido respuesta…