Acuse de recibo
Ya es casi normal y rutinario, según Ramón Padrón del Toro, que Servicios Comunales no recoja los desechos sólidos en el reparto Ampliación de San Matías, del municipio capitalino de San Miguel del Padrón. Y nada. No sucede nada…
Ramón, quien reside en calle 17 No. 221-A, entre 6ta. y 8va., en dicho barrio, asegura que ya la situación es insoportable. La única alternativa que queda a los vecinos es deshacerse de los desechos y, lamentablemente, se hacen macrovertederos o se arrojan a los ríos que circundan el reparto.
«Es tan habitual esta situación —enfatiza— que al parecer nadie se inmuta. En los últimos tiempos se habla bastante y con razón de los problemas medioambientales y de los desastres por fenómenos climatológicos. Bueno, pues nosotros, con la anuencia del silencio de las autoridades que deben solucionar la situación de los desechos y su recogida, estamos contaminando nuestro entorno, donde están nuestras casas y las escuelas de los niños; estamos provocando que se bloquee el curso de los pequeños ríos, que cuando llueve se desbordan por no poder seguir su cauce, lleno de basura, escombros y cuanto desecho, sólido o no, exista.
«Como si fuera poco, mandamos por esta vía a la Bahía de La Habana nuestro regalo domiciliario. Sabemos de los esfuerzos del Estado, mediante el CITMA, para limpiar este lugar tan querido por todos los que residimos en esta ciudad».
El problema ha tenido resonancias en el hogar de Ramón:
«Mi nieto, que estudia en la secundaria básica José Martí, nos dio una lección cuando le planteamos que nos ayudara a botar la basura, que se acumulaba ya de varios días, y decidimos arriesgarnos y buscar donde dejarla o arrojarla. Él nos dijo: “Si la van a arrojar al río, conmigo no cuenten”. Él pertenece a un círculo de interés de amigos de la bahía, que realizan diferentes actividades para defender la recuperación de este patrimonio habanero, y están inculcando en la nueva generación amor y preocupación por lo que nosotros estamos destruyendo, y de forma acelerada.
«Espero que esta misiva sirva para tratar de sensibilizar a los que tienen que ver con esta situación. No es una queja para que en un maratón de un día traten de aplacar las denuncias.
«Es para que se tenga en cuenta, además de todo lo expresado, que aquí también viven, trabajan, estudian, se enferman, disfrutan y participan de las actividades de la Revolución, cientos o miles de ciudadanos de este hermoso país».
Como buen bayamés, Bismark Díaz clama porque, entre la sequía y otras sequedades, se haga algo para frenar el derroche de agua por las calles de la Ciudad Monumento. Bismark, quien reside en calle 3ra. A, No. 73, entre 2da. y 3ra., en el reparto Jesús Menéndez, cuenta que en Zenea y Coronel Montero, esquina céntrica, la indolencia cobra forma de cascada durante las 24 horas del día.
El inventario de la indiferencia suma otras cascadas, en los registros de Manuel del Socorro, Lora, Cacique Guamá; y en el policlínico Bayamo, donde se puede apreciar al unísono una pipa descargando agua, y a solo 20 metros, un manantial que termina difuminándose en el alcantarillado de la avenida Francisco Vicente Aguilera. Lo mismo en las calles José Antonio Saco y Figueredo; y la calle 3ra. del reparto Jesús Menéndez, manando las 24 horas del día.
La paradoja es que, mientras el agua se escapa, unas 71 familias de la calle 3ra. A de dicho reparto, incluida la de Bismark, desde hace unos cinco años prácticamente no reciben agua; si acaso algunos afortunados que la halan con turbinas particulares.
«Si nuestro Gobierno insiste en que el ahorro es nuestra principal fuente de riqueza, ¿cómo asumir esta situación de la pérdida considerable de agua con tanta apatía?», concluye Bismark.