Acuse de recibo
Juan Miguel Mayo (Calle 1ra. No. 3-A, El Canal, municipio de Jesús Menéndez, provincia de Las Tunas) cuenta en su carta que un buen día decidió cambiar de trabajo, pero hoy se siente engañado.
Refiere el remitente que laboraba como operador de riego en el área de cultivos varios de la unidad básica de producción cooperativa Luis Peña, en ese territorio, cuando el 30 de marzo pasado le propusieron una plaza de agente de Seguridad y Protección en la agencia correspondiente del Consejo de la Administración Provincial. Así se presentó en dicha entidad y oficializó el contrato, mediante el cual comenzó a laborar el 1ro. de abril en la Empresa de Transporte Escolar del municipio. Todo iba de perillas, hasta que el 14 del presente mes le informaron que no podía seguir ocupando esa plaza, porque era de un trabajador que había sido sancionado a ocupar temporalmente una de menor remuneración, y ya había cumplido la medida; por lo cual él quedaba fuera.
Nadie podría discutir que el sancionado temporalmente, si cumplió la medida, debe reintegrarse a su plaza. Lo que no puede entender Juan Miguel es que lo hayan engañado al punto de abandonar su ocupación anterior y confiar en un contrato de trabajo suscrito. Si sabían que se vencía la sanción, ¿por qué le hicieron firmar un contrato de trabajo? ¿Por qué no le alertaron?
Hoy Juan Miguel está sin uno ni otro empleo. Eso no se hace. No sirvió.
El pasado 20 de marzo acogí la queja de Nubia Rodríguez, en nombre de los vecinos de la calle O’Farrill, entre Goss y Parque, en el municipio capitalino de Diez de Octubre.
El 18 de noviembre de 2010 se desató un salidero de agua en una de las aceras de esa cuadra y lo reportaron. El 7 de diciembre una brigada de Aguas de La Habana acometió la reparación del mismo. Pero dejó tres bloques de la rotura de la acera en condiciones deplorables. Los vecinos tuvieron que moverlos porque no se podía transitar por allí.
Los habitantes reportaron a Aguas de La Habana el 17 de diciembre para que dieran terminación a la obra civil de la acera. El 10 de marzo, cuando Nubia me escribió, aún no habían hecho nada.
Al respecto responde Ana Remis, jefa del Departamento de Atención a la Población de la citada empresa, que el 22 de marzo se ejecutó al fin la obra civil de sellado de la superficie. Y explica: «la demora en la ejecución del sellado de los cortes en general se debe a que contamos con 22 brigadas de supresión de salideros, mientras que de obra civil son cinco, a lo que se suma la inestabilidad en la recepción de materiales (áridos sobre todo), requeridos para esa labor».
Insiste la funcionaria en que el impedimento de contar con los materiales requeridos para tapar los hoyos no puede limitarlos, al punto de postergar la reparación de las fugas de agua. El objetivo primordial es evitar la pérdida de ese recurso natural. Por eso se reparan salideros con mayor intensidad que el ritmo de la labor de sellado posterior.
Agradezco la respuesta siempre a tiempo de Aguas de La Habana, y también el hecho de que se hubiera solucionado ágilmente el gran salidero de calle 51, entre 180 y 190, en La Lisa, denunciado aquí por el lector Jorge Rodríguez el pasado 22 de febrero.
Lamentablemente, la respuesta de Ana Remis ante el primer caso no explica las causas de la inestabilidad en el suministro de áridos y de que tengan tan pocas brigadas de obra civil, en comparación con las de supresión de salideros.
¿Quién es el responsable de que Aguas de La Habana no pueda tener los materiales requeridos para el sellado? ¿Por qué no pueden tener más brigadas en una labor tan importante como esa?
Ello le resta integralidad a los serios esfuerzos de esos trabajadores, y deja una estela de inacabado que fomenta comentarios y suspicacias en la ciudadanía.