Acuse de recibo
No quiero verme en el pellejo de Caridad Fuentes, quien reside en avenida 1ra., Edificio 878, apto. 36, entre calle 10 y Avenida Guanabacoa, en el capitalino reparto Chibás. Pero tampoco puedo darles la espalda, cuando de algo tan urgente se trata.
Refiere Caridad que los seis tanques de agua en la azotea del inmueble corren peligro de desprenderse, pues los dados que los sostienen se encuentran en estado crítico. La situación se ha recrudecido hace tres meses, y los vecinos viven tensos por las funestas consecuencias de un posible accidente; pero los más aterrados son Caridad y los suyos, que residen en el sexto piso, exactamente bajo los tanques.
No han faltado gestiones con la delegada del Poder Popular, los Gobiernos municipal y provincial y la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda. Y, aunque parezca increíble, no han recibido respuesta alguna.
Lo más triste es que la familia de Caridad y otros dos núcleos, sufrieron en épocas pasadas la vivencia del derrumbe de sus viviendas. Y precisamente se les asignaron esos apartamentos. ¿Será posible?
El pasado 8 de septiembre reflejé el caso de Delia Martínez, residente en Callejón de San Agustín 18, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, quien el 6 de junio de 2010 permutó para allí desde Alamar, donde tenía contrato de gas licuado y recibía ese servicio regularmente.
La nueva dirección está comprendida en el esquema del módulo de cocción eléctrica. En la Oficoda le dieron el papel para comprarlo; y cuando fue a hacer el contrato con CUPET, le correspondían solo dos balitas al año.
Ella tiene a su mamá postrada. Solicitó que le acortaran el ciclo del gas, y la remitieron a la oficina de los trabajadores sociales. Allí le dijeron que ya no realizaban esas funciones: ahora correspondían a los trabajadores sociales de Salud, en el policlínico. Fue al policlínico. Allí le dijeron que no tenían que ver con el asunto. Volvió a la Oficoda, y le dieron el papel para adquirir el módulo de cocción. Y en la tienda, hacía rato el módulo no entraba. «¿Cómo cocino con dos calabacitas al año, sin módulo eléctrico y con la situación de mi mamá?», cuestionaba.
Responde Pedro Arturo Soriano, director general de la Empresa de Gas Licuado Ciudad de La Habana, que cuando Delia efectuó el trámite del gas licuado en la Oficina Comercial, y se conocieron los problemas de su mamá, se le orientó dar los pasos para que le fuera aprobada la cuota adicional del combustible que se asigna a núcleos con personas postradas y parálisis cerebral, sin control de esfínter, por la comisión que integran trabajadores sociales, máster en Genética, el Policlínico y el Consejo de Dirección del Programa en el municipio.
Corrobora que Delia recibió el bono para adquirir el módulo eléctrico, pero no existía el mismo en venta entonces. «Ante esa situación se decidió por la Empresa de Gas Licuado mantenerle el servicio según norma hasta tanto pueda adquirir el módulo, pues aunque ya fue incluida en el listado de los casos de familias postradas por la Comisión municipal, la cuota adicional se le entregará a partir de que reciba la reserva establecida», señala.
El 15 de septiembre visitaron a Delia, y le comunicaron la decisión de brindarle el servicio según el ciclo previsto, hasta que pueda adquirir el módulo de cocción eléctrico. Posteriormente, se le informó que fue incluida en el listado por la Comisión municipal como familia con personas postradas.
Agradezco la respuesta y la solución, aunque la historia revela que, desde que Delia presentara su situación tan particular, hasta que se tomara la decisión, se las vio negras. Comisiones que deciden el tratamiento de casos excepcionales y muy sensibles, no pueden permitirse tanta demora y peloteos. Deben actuar con las urgencias del corazón. Hay casos que no admiten lista de espera.