Acuse de recibo
El pasado 11 de julio esta columna acogió el alerta de 22 residentes del edificio Raúl Marcuello (Sitios 871, entre Infanta y Ayestarán, en el municipio capitalino de Cerro): ellos estaban muy preocupados porque la Organización Básica Eléctrica intenta construir, dentro del área de una maderera colindante, una subestación eléctrica.
En síntesis, la inquietud radicaba en que ese edificio residencial tiene los cimientos en mal estado y puede afectarse con la obra. Y también señalaban, entre otros aspectos, que el proyecto no tuvo en cuenta la correspondiente licencia ambiental y lo establecido por Planificación Física para una inversión de ese tipo.
Al respecto responde el ingeniero Jorge Peña Cartaya, jefe del Grupo de Inversiones Mayores de la Empresa Eléctrica en Ciudad de La Habana, quien aclara que en el programa de mejoramiento y modernización técnica que se acomete en la capital, se inscribe la construcción de la subestación eléctrica Príncipe (Infanta entre Sitios y Desagüe), que sustituirá a la situada en Espada y Jesús Peregrino (junto al hospital de Emergencias), ya con 75 años de explotación, ineficiencia y mal estado técnico.
Precisa que para la explotación óptima de la nueva subestación, esta tiene que ser ubicada en el centro de carga del área a la que va a servir, con una densidad poblacional extremadamente alta. Y para acometerla se solicitaron y obtuvieron los permisos y las licencias exigidos en la legislación vigente.
El certificado de microlocalización fue entregado por la Dirección Provincial de Planificación Física, con un grupo de condicionales que se deben cumplir. El área donde radicará la subestación tiene una parte baja, que con el proyecto de movimiento de tierra se elevó lo suficiente para evitar inundaciones, y no es una zona pantanosa. Para el vial de acceso se hicieron estudios de suelo, de manera que el proyecto garantice que no haya afectación al edificio cercano.
También, aclara, se obtuvo la licencia ambiental con el numeral 107/09, otorgada por la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, con un grupo de condicionantes. La subestación utiliza equipos no contaminantes. Los transformadores se montan sobre un foso colector, lo cual impide que derrames accidentales de aceite contaminen el subsuelo. Y detalles de diseño garantizan que no se transmita vibración ni ruido en la zona.
La obra también tiene licencia aprobada por la Agencia de Protección contra Incendios, e incluye un moderno sistema contra esos siniestros y medidas constructivas como muros cortafuegos, que la hacen una instalación segura, afirma.
Asimismo, precisa que el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología aprobó el proyecto. «La entrada de energía eléctrica, por su ubicación urbana, será con cables soterrados trifásicos a 110 kV, instalados a más de un metro de la superficie del terreno; y es más que conocido que una línea de transmisión con estas condiciones no provoca campos eléctricos ni magnéticos».
Destaca Peña que la misión es dar servicio eléctrico de calidad, respetando normas de salud y medioambientales. Cuando la subestación esté en servicio, se dejarán de erogar 430 000 USD anuales solo por concepto de reducción de pérdidas eléctricas. «Sin dudas, mejorará la eficiencia, pero eso nunca lo haremos poniendo en peligro la vida de ningún ser humano», enfatiza.
Finalmente, resalta el ingeniero que subestaciones de ese tipo existen en casi todos los municipios de la capital. Y ninguna se considera de alto riesgo para el entorno. «Una subestación —explica— no es una planta nuclear, y no tiene las mismas características de los grupos electrógenos (vibración y trasiego de combustible). Las bondades de esta instalación no son para el Sistema Electroenergético Nacional; son para la población de la zona, que tendrá mejores condiciones de voltaje y confiabilidad del servicio que en las condiciones actuales».