Acuse de recibo
Con las lluvias de cada primavera a la espirituana Liudmila Navarro Carballé (calle 10ma. No. 6, entre 11na. y Final, Zona de Desarrollo Colón, Sancti Spíritus) se le inundan, literalmente, las alegrías.
Jobo Gordo, su poblado, cercano a la Avenida Soviética, en las afueras de la capital provincial, sufre inundaciones desde hace más de 20 años. En una docena de hogares el agua sube hasta aproximadamente medio metro, con el daño que eso supone.
Lo relataba aquí la lectora el 8 de junio último, cuando refería también las múltiples gestiones infructuosas para la solución del problema. La no existencia de presupuesto ha sido la única respuesta durante tanto tiempo.
Y los vecinos, dispuestos a cooperar en cualquier variante que resuelva el asunto, se preguntaban cuánto más tendrían que aguardar.
Tan solo habían transcurrido algunas jornadas de publicada la carta de Liudmila, cuando llegó a nuestro buzón la contestación de Leonel Díaz Hernández, máxima autoridad de la Dirección Provincial de Recursos Hidráulicos en Sancti Spíritus (DPRHSS).
Una vez recibida la queja de Liudmila, afirma el delegado, comenzó un proceso de investigación y consulta con las entidades implicadas en el posible cambio de la engorrosa situación, entre estas la Dirección Provincial de Planificación Física, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda, así como un grupo de especialistas de la DPRHSS.
«En visita al domicilio de la compañera, el 28 de abril, se le dio respuesta referente a la queja en cuestión, varios días antes de la publicación del artículo. Se pudo constatar (…) la objetividad del planteamiento, ya que varias viviendas han sido construidas sin un correcto proceso de urbanización; además, (están) cercanas a un curso superficial que, al no estar entubado, provoca inundaciones en las áreas de su cuenca», afirma el directivo.
Para solucionar el asunto, sostiene Díaz Hernández, se necesita un estudio topográfico de la zona de marras, una investigación hidrológica a la cuenca que aporta dicho curso superficial y un proyecto ejecutivo.
«El financiamiento requerido para el proyecto está en el orden de los 650 000 pesos, sin incluir los estudios topográficos e hidrológicos. En situación similar a este reparto se encuentran otros en la capital provincial y municipios de la provincia, los cuales no han tenido respuesta al no ser aprobados en los planes de inversiones del país», concluye el funcionario.
Agradezco la rapidez con que contestó el delegado provincial, pero me gustaría apuntar algunos elementos. La misiva pudo detallar más la trayectoria del problema y las vías que han explorado las autoridades correspondientes para resolverlo.
Nadie es ajeno a la difícil situación económica que afronta el país. Y nuestro pueblo ha comprendido siempre cuándo debe postergar una obra o un anhelo por imperativos mayores; pero tal vez en los más de 20 años de existencia de la molestia, se pudieron encontrar variantes para allanarla.
Las fuerzas de los ciudadanos están ahí, listas para que se les convoque. Porque lo que no debe suceder es que ante cualquier asunto complejo —y no digo que este sea el caso— la respuesta permanente, como llave burocrática maestra, sea: «No se puede. No hay presupuesto».
Llevaba más de nueve meses sin trabajar. Luego de estar empleado en el contingente de la construcción Salvador Allende desde el 4 de noviembre de 2008 hasta el 15 de mayo de 2009, no lograba que le entregaran su expediente. El veterano de 69 años se mudó para la calle 55 No. 812, apto. 4, entre 8 y 14, reparto Abel Santamaría, Nueva Gerona, en Isla de la Juventud; y desde allá había venido siete veces a buscar los imprescindibles papeles.
En el Departamento de Recursos Humanos del Contingente, sito en el municipio de Cerro, le afirmaban que se habían perdido. La carta se publicó el 4 de mayo último. Dieciocho días después —según supimos por otra misiva del anciano— le entregaron sus documentos. ¿Había que esperar la tinta pública? Ojalá la respuesta institucional lo explique.