Acuse de recibo
Pedro Lucio Pérez siente un regusto amargo cuando ve en la televisión las promociones al campismo popular para este verano. Recuerda entonces la estancia desafortunada que tuvo con su familia en la base Las Caletas, del litoral norte habanero, entre los días 4 y 6 de junio.
Para ser justo, Pedro Lucio, quien reside en la calle 35, edificio la Giraldilla, Bloque B, apartamento 16, en La Coronela, municipio capitalino de La Lisa, enumera primero lo positivo de aquella estancia: el óptimo estado de las cabañas, el eficiente servicio de los medios de transportación hasta ese centro y el buen desempeño del animador encargado de la recreación.
Pero seguidamente pormenoriza sus alertas: a la hora de almorzar o comer —señala— los huéspedes tienen que disponer al menos de tres horas como mínimo para hacer la cola, pues los empleados sirven con proverbial lentitud. Y el colmo es que la comida se acaba cuando ni siquiera han pasado la mitad de los campistas. Pero también hay que aguardar por otra razón: solo hay unos pocos tenedores, cucharas y vasos.
En dos ocasiones durante su estancia, Pedro Lucio comprobó que la ensalada mixta fue servida en mal estado. Tampoco él comprende por qué el arroz con leche tengan que servirlo caliente a los comensales. Y si decides tomar agua mientras comes, solo puedes recurrir a una nevera de la cual sale un fino hilo de agua, por demás caliente.
El lector no puede aceptar que haya tantas deficiencias en el servicio, con los esfuerzos que hace el país para mantener esas instalaciones recreativas abiertas.
El último día de estancia, Pedro Lucio y familiares se levantaron bien temprano para desayunar en cuanto abriera el comedor (8:00 a.m.), para así disfrutar de la playa antes de partir. Y eran las 9 de la mañana y aún no abrían el comedor. Los clientes irritados y, sin embargo, los trabajadores les pasaban por el lado, como si fueran sordos.
Asegura el remitente que cuando habló con el director para quejarse, este lo atendió cortésmente, pero le explicó que él llevaba solo dos meses al frente (Bueno, pero en dos meses pueden resanarse muchos desaciertos). También Pedro Lucio supo que los dependientes eran estudiantes. Y él pregunta: «¿Qué calidad de los servicios se podrá esperar de ellos, si no se les exige desde ahora, que están comenzando? ¿Es tan difícil resolver un poco de agua fría para los campistas a la hora de comer? ¿Es necesario perder tanto tiempo en colas excesivas a la hora de ingerir alimentos? ¿Es difícil acaso ofertar una mejor atención?».
También desde La Coronela, María Antonia Miranda (calle 232, edificio 15, apartamento 23, entre 23-A y 25) escribe para apuntar algo que está preocupando a muchas personas: el incierto paradero de muchas postales de felicitación por el Día de las Madres, que no llegan a su destino.
Asegura la remitente que en 2009 envió 30 postales por el día tan señalado desde la oficina de Correos que está en calle 70 entre 19 y 21, Buenavista, municipio capitalino de Playa; y solo llegaron tres a sus respectivas destinatarias.
En este 2010, María Antonia envió solamente cuatro, desde la oficina de Correos del reparto Guiteras, también en la capital. Y solo llegó una.
Asegura la lectora que muchas personas se quejan de la incierta situación, la cual contrasta con el andamiaje publicitario que despliega Correos de Cuba, y los esfuerzos que hace esta misma entidad para mejorar la belleza y calidad de las postales.
«Espero que el próximo año podamos tener más suerte —manifiesta María Antonia—, y que nosotras, las madres, tengamos la alegría de recibir nuestras felicitaciones».
¿Qué dice Correos de Cuba al respecto?