Acuse de recibo
Quince años en un albergue. Y los últimos cinco, viendo llover más adentro de las habitaciones que afuera. Con esta situación sobre los hombros nos escribieron Ana González Frómeta, Ángel Despaigne y otros vecinos de San Pedro No. 356, entre San Germán y Trinidad, Santiago de Cuba.
Su misiva, publicada aquí el 4 de junio de 2009, narraba que en 2004 la escuela Ignacio Agramonte, colindante al fondo con el edificio multifamiliar que habitan, fue demolida; y esto produjo daños en el ya resentido inmueble de viviendas.
A la vuelta de trámites, cartas, gestiones, ni una palabra habían recibido los santiagueros.
Más de cinco meses después de publicado el caso, llegó a Acuse la respuesta de Gilberto Romero Saunder, máxima autoridad de la Dirección Provincial de Vivienda. Explica Gilberto que, después de la visita de una comisión al albergue, se comprobó el deterioro de este.
«Paredes con peligro de derrumbe, la carpintería en mal estado, las instalaciones hidráulicas y eléctricas en malas condiciones, pisos destruidos… y ciertamente en períodos lluviosos es muy difícil la convivencia en el lugar», ejemplifica el directivo.
Y añade que «en las Directivas del Plan de Construcción de Viviendas del 2010 se ha considerado la solución de los núcleos de familias albergados, potenciando la participación de los beneficiados en la ejecución de sus casas, para lo cual desde ahora se adoptan las medidas organizativas que garanticen el cumplimiento de este objetivo».
Finalmente, comunica que la provincia posee 35 albergues, 31 de ellos en el municipio cabecera; donde se encuentran 169 familias hace varios años, por disímiles causas. La mayoría de estos inmuebles, sostiene, presentan situaciones similares.
Agradecemos la respuesta de Gilberto Romero Saunder, sin embargo, nos gustaría comentar algo al respecto. Tratándose de una situación tan compleja, haría falta ser más preciso en las alternativas y fechas en que pueden comenzar a solucionarse sus problemas. A urgencias mayores no debe responderse con pronósticos generales.
También desde el 2004 la espirituana María Caridad Cepeda Oliva y sus vecinos de Raimundo (interior), entre Adolfo del Castillo y Flores, en la capital provincial, andan en trámites por el acceso al agua potable.
Su caso fue publicado aquí el 25 de julio de 2009. A tal extremo había llegado la carencia del líquido imprescindible que los residentes del lugar tuvieron que abrir un hueco en la tubería, en plena vía pública, para encontrarlo.
El 24 de noviembre publicamos la respuesta de Leonel Díaz Pérez, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en Sancti Spíritus.
En aquel momento explicaba Leonel que —aunque no correspondía a la entidad bajo su mando— Acueducto se había comprometido con la obra y la comenzaría en el mes de octubre, hasta su culminación. Párrafo seguido este redactor se preguntaba varias co-
sas acerca de la respuesta; y exponía que en nuestro poder obraba una segunda carta de los vecinos del sitio, según la cual, casi terminado octubre, no se había movido ni una sola piedra de la solución.
A propósito, nos llega una segunda misiva del Director de Acueducto en la provincia. En ella, explica el funcionario que «visitamos a los vecinos y nos comprometimos con el pueblo porque… sea o no de nuestra competencia, cada vez que hay un asunto que podemos solucionar, lo hacemos y cumplimos».
E informa que ya el asunto está resuelto.
Agradecemos nuevamente al director, y nos alegra sobremanera que finalmente haya llegado el agua a estas familias espirituanas. Los reclamos de los afectados, las acciones y respuestas de Acueducto y la gestión de esta columna no han sido en vano, amigo Leonel.