Acuse de recibo
Norma Rodríguez García y su hija Cyndi Ferreiro Rodríguez (calle 12, No. 11728, entre 1ra. y 3ra., Reparto Paraíso, Cotorro, en Ciudad de La Habana) recalaron en esta columna el pasado día 13. Según narraban en su misiva, la joven, graduada de Bachiller Técnico en el Instituto Politécnico de Informática (IPI) Gervasio Cabrera Martínez, del mismo municipio en que residen, se había quedado a la espera de una carrera universitaria prometida.
Resulta que al comenzar el tercer año del politécnico, y dados los excelentes resultados académicos de Cindy, la Dirección del IPI habló con ella para que comenzara a impartir clases a los estudiantes de segundo; y al finalizar sus estudios de nivel medio se quedara como docente en el centro. Igualmente le afirmaron que le sería otorgada, en curso para trabajadores, la Ingeniería en Informática en la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría (CUJAE).
Cindy aceptó la propuesta y pasó su tercer año preparándose al unísono para concluir las asignaturas propias e impartir Programación Web a los alumnos menores.
La plaza por vía directa para la CUJAE nunca le llegó. Se difundió la información de que existían dichas capacidades y, «un día antes del comienzo de los exámenes de ingreso al curso regular diurno, de forma extraoficial», supieron Norma y Cyndi que esperaban en vano.
A partir de ese instante, ambas capitalinas se movilizaron en trámites, que a la larga resultaron infructuosos. En una de estas gestiones fueron recibidas en el Departamento de Enseñanza Técnica y Profesional del Ministerio de Educación (MINED).
«El funcionario que nos atendió —relataban— cuando le mencionaba el convenio que existía entre el Ministerio de Educación Superior (MES) y el MINED, decía que no era tal, que ese acuerdo había dejado de existir».
A propósito nos llegan las respuestas de Martha Valcárcel González, directora de Educación en el Cotorro, y René Sánchez Díaz, director de Ingreso y Ubicación Laboral del MES
Según reconoce Martha, Cyndi es «una alumna que en el 3er. año de su carrera, teniendo en cuenta su integralidad, fue captada para impartir docencia en el mismo centro. Al terminar sus estudios tenía la posibilidad de continuar como profesora, con la opción de matricular en la CUJAE Ingeniería Informática, en curso para trabajadores.
«El derecho a matricular en dicha carrera universitaria le fue concedido a Cyndi, pero… ahora por disposiciones ministeriales tenía que hacer los correspondientes exámenes de ingreso, a los cuales se presentó y suspendió el de Matemática», afirma la funcionaria.
También explica que la mamá de Cyndi nunca se dirigió a la instancia municipal de Educación. En entrevista con Norma, ella aseguró que pensaba que la escuela tenía subordinación a otros niveles. La dirección del Politécnico y la municipal quedan, en opinión de la mamá, «exoneradas» de responsabilidad.
Y concluye la directiva de Educación anunciando que en las facultades obrero campesinas del municipio, en próximos días comenzarán cursos de preparación para los estudiantes que se presentaron a exámenes de ingreso y suspendieron. Estos posibilitarán a Cyndi realizar las pruebas el próximo curso y alcanzar su añorada ingeniería.
Por su parte René Sánchez narra que la mamá de la estudiante fue atendida en la Dirección de Ingreso del MES y se le aclararon sus inquietudes. No obstante escribió una carta de queja en la cual cuestionó porqué su hija tendría que hacer exámenes de ingreso. Dicha misiva también fue respondida. En la respuesta «se reconoció incluso la demora en la información de las fechas en que se realizarían los exámenes».
Y aprovecha el funcionario de Educación Superior para esclarecer —como hizo con Norma— los motivos que llevaron a eliminar la referida vía de ingreso sin pruebas: «Antes de existir estos exámenes, los jóvenes que ingresaban a la carrera de Informática en las sedes universitarias (…), alcanzaban pobres resultados. Menos del 25 por ciento de ellos lograban aprobar el primer año. Entonces podemos afirmar que más que una barrera, estos exámenes constituyen una medida para evitar frustraciones posteriores en los estudios, con el consiguiente ahorro de recursos».
Agradecemos la prontitud con que llegaron ambas contestaciones a JR, señal de la prioridad que otorgan nuestras instituciones a la Educación.
También aplaudimos la idea de que se rescaten los exámenes de ingreso, instrumentos de rigor para la mejor formación de nuestros jóvenes.
Es lamentable que en la carta de Norma se omitiera el dato de que su hija no aprobó el examen de Matemática. Quien exige transparencia total, debe comenzar por predicarla. No obstante, sería oportuno que se deslindaran responsabilidades y se aclarara por qué o por quién las referidas «disposiciones ministeriales» no llegaron a tiempo a la destacada estudiante con quien ya se había hecho un compromiso.