Acuse de recibo
Era un pueblo relativamente pequeño. Y con el único acueducto existente bastaba para satisfacer a todos sin demoras. Pero Alquízar fue creciendo: fábrica Alquitex, barrio Las 400 (de edificios)… Y se creó otro acueducto… Sobrevinieron los problemas.
Así lo cuenta Carmen Mezo Guía (Ave. 83, No. 7016, entre 70 y 72, Rpto. Bellita). Y agrega: «Un acueducto le daría agua a la mitad del pueblo y el otro, que es al cual yo pertenezco, el de Las 400, suministraría el líquido al Reparto Bellita, La Calinga y otros.
Pero desde hace unos diez meses vienen presentando problemas con el agua. Ya el suministro no alcanza. Esta situación —sostiene la remitente— la conocen las autoridades del Poder Popular en la localidad, así como otros responsables de organizaciones.
En el acueducto, cuando ella indagó, le explicaron que la parte de la computadora que estabiliza la distribución estaba rota. La habían reportado a la provincia; pero nada. «Otro argumento que nos dieron en Comunales es que el tubo (principal) se rompió por lo viejo que era y que no había repuesto; por lo cual remendaron ese mismo. Pero cuando el agua sale con tanta presión, se vuelve a romper».
También alguien comunicó a los dolientes que se pondría el agua por horarios. Y en las reuniones de los CDR, se llegó a afirmar «que se construiría otro acueducto en las afueras del pueblo, en la carretera a Güira. Imagínese cuál fue nuestra alegría… Pues bien, comenzó la obra, se abrieron los pozos; pero sobrevino la decepción al ver que todo quedó ahí.
Los pozos sirvieron de basurero a las personas que habitan en los alrededores. Cuando los más preocupados pidieron razones: les dijeron que el líquido estaba contaminado. Otra vez la desilusión.
Cuenta Carmen que quienes poseen más recursos se han hecho construir tanques elevados y han instalado turbinas; pero a ella y su esposo, como a tantos otros, no les alcanzan los ingresos para semejante inversión. ¿Por dónde andarán las soluciones?
Cuatro columnas metálicas y un hierbazal. Eso es lo que se observa en la foto que nos envía Jorge Martínez Pinillo (Comunidad Mártires de Barbados, Palo Jorobado y calle B, No. 100, Santa Amelia, Cotorro, Ciudad de La Habana). La imagen tiene problemas de nitidez; pero su carta es clara, como el sol que da en aquel paraje fotografiado que aspira a ser una parada de ómnibus.
Y digo «aspira», porque, según relata Jorge, los vecinos y trabajadores de la zona —en la que también se encuentra el Complejo educativo y de salud República de Panamá— aguardan desde hace dos años por esta sencilla construcción, tan necesaria para quienes tienen que esperar las guaguas durante largos períodos.
De los 22 apeaderos que tiene la comunidad, solo seis poseen las estructuras adecuadas, asegura el remitente. Y el tiempo entre los medios de transporte público a veces sobrepasa los 90 minutos.
En el segundo semestre de 2007, evoca, comenzaron las acciones constructivas, con las masas de la comunidad como fuerza de trabajo y recursos aportados por el principal inversionista: la Dirección Municipal de Servicios Comunales.
«Desde el 7 de septiembre de ese año la obra se encuentra paralizada, rodeada de aroma…», recuerda el capitalino.
El problema se ha tramitado con la Asamblea del Poder Popular y el Consejo de la Administración en el municipio. Esta última institución, el 25 de octubre del año pasado respondió a los dolientes, a través de la entidad inversionista, que se encontraban a la espera de «nuevas técnicas» para la obra.
Pasan rendiciones de cuentas, despachos, entrevistas, reuniones… y la inquietud, lejos de resolverse, se estanca.
«Agradeceríamos el apoyo de aquellos que pudieran destrabar el asunto», concluye angustiado Jorge. Estos vecinos, que aportaron sus brazos para construir, esperan poder aguardar los ómnibus bajo un techo. ¿Cuándo?