Acuse de recibo
Ya en temporada ciclónica, vuelve a martillar la preocupación de las personas que viven al pie de inmensos árboles, por el peligro que representan para sus vidas y las propias viviendas, en caso de desplome. Y lo que se deduce, por sus testimonios, es que intentar la poda o la tala de una de esas imponentes especies vegetales, es un trámite desgastante e inseguro en nuestra Cubita bella.
La doctora Reyna Benavides, presidenta de la Filial de Psiquiatría en Santiago de Cuba, y vecina de San Miguel 223, en el reparto Portuondo de esa ciudad, casi va a necesitar un serio tratamiento de algún colega, si no acaba de resolver el problema de tres inmensas matas de mamoncillos (anoncillos allá), que sobrepasan una edificación de tres plantas y cuyos troncos, ramas y raíces ya han dañado los pisos y paredes de su casa y las de otros vecinos.
Reyna lleva ya seis años infructuosos intentando la tala de los árboles. En febrero de 2003 fue a la Empresa Forestal, y allí le dieron el permiso, y la indicación de que fuese a Comunales, para la operación. En Comunales no le dieron esperanza, con el argumento de que ellos cortan en la vía, pero no en patios particulares.
En el 2005 Reyna lo planteó en la asamblea de rendición de cuentas de su delegado. En el 2007 fue a Comunales, la anotaron y le dijeron que debía buscar fuerza de trabajo de apoyo para la operación, y un camión para transportar las ramas cuando se actuara. Pero días después, cuando fue a reclamar de nuevo, le dijeron que no tenían carro para llevar la motosierra.
Ya en el 2009, ha habido alguna que otra inspección de Comunales, pero nada se ha hecho. El 30 de abril pasado, el delegado de la circunscripción le comunicó que Comunales quedó en resolver, pero en esos momentos no tenía petróleo.
«Así continúa mi tortuosa espera, aunque tengo el permiso de corte de la Forestal, que actualicé el 19 de enero de este año, para evitar que la desactualización del anterior fuese a esgrimirse como pretexto para la inacción».
No menos preocupada está María de los Ángeles González, por la amenaza que tiene en el patio de una vecina, colindante con su casa, sita en calle 5 sin número, entre 14 y 16, Bejucal, provincia de La Habana.
Es una gran ceiba, y hace cinco años que están tratando de cortarla o podarla, pues cada vez que hay huracanes, las potentes ramas del añejo árbol caen a los patios. A la casa de María de los Ángeles ya en una ocasión le rompió dos tejas de fibrocemento.
Del asunto conocen la Forestal y el Gobierno municipal, pero lo que sí no tienen es respuesta para ello, pues no se cuenta en el municipio con los instrumentos necesarios para realizar dicha poda.
El tercer caso es Yolanda González, una septuagenaria que reside en Calzada de Managua 44, entre Coliseo y San Agustín, Mantilla, municipio capitalino de Arroyo Naranjo: al fondo de su casa existe un árbol de yagruma muy alto y frondoso, el cual está inclinado para su casa, y ya le ha rajado el muro del patio, y también está haciendo de las suyas con el piso, que es de cemento.
Ya lo ha reportado en varias ocasiones a Áreas Verdes; la última vez le dijeron que «no tenían especialistas para resolver el problema». Lo otro es que el vecino dueño del árbol se niega a que corten el mismo. Y, a más de los daños ya ocasionados, Yolanda está temerosa de que con un huracán la yagruma le destruya su casa. ¿Es que la señora está desprotegida y no hay autoridad que ponga las cosas en su sitio y evite una desgracia?
Al final de todas estas historias, uno percibe que a algunos no les han bastado los cruentos destrozos ocasionados por los huracanes al fondo habitacional del país, no digamos ya lo más importante: la vida humana. Urge que se haga un levantamiento nacional de los mayores peligros en ese sentido, y actuar en consonancia, aunando voluntades y esfuerzos.
¿Será posible que no aprendamos con los golpes, que no evitemos a tiempo una desgracia? ¿Es que vamos a permitir, así impunemente, que crezcan las viviendas dañadas, más allá de los niveles ya de por sí exorbitantes que tenemos por restañar en un país con tantos problemas financieros? ¿Quién tala la imprevisión?