Acuse de recibo
Tras un período de aprendizaje, vuelvo a estas letras de diálogo y porfía junto al maestro José Alejandro. Y comienzo con la alerta de José Ramón Calatayud Jiménez, vecino de Calle Rafael Cabrera No. 43, del municipio de Rodas, en Cienfuegos. Al remitente le preocupa «la enorme contaminación que a ojos vista afecta al río Damují.
«El Damují penetra en nuestro territorio por el poblado de Cartagena y del CAI Cinco de Septiembre, ambos sitios muy cercanos a la autopista nacional (...), desde allí comienza el problema», explica José Ramón. Y a continuación argumenta que la mencionada industria «genera grandes volúmenes de residuos que han sido vertidos al río sin el menor sentido de responsabilidad».
Las aguas negras viajan con la corriente alrededor de 60 kilómetros hasta la Bahía de Jagua, y dejan a su paso una estela de destrucción y muerte que se advierte, primeramente, en la fauna del río. Pero tal vez lo más preocupante sean los posibles efectos a corto, mediano y largo plazos en la salud de las personas que las utilizan para diversos fines, añade el rodense.
La misiva de José Ramón va aún más allá: enumera y desglosa las múltiples fuentes contaminantes que rodean al Damují. Así, menciona una zanja centenaria de fétidos fluidos que van a parar sin que nadie se inmute a la corriente del río; varios criaderos de cerdos en las márgenes de Jabacoa, uno de sus afluentes; y los desechos del policlínico de Rodas, que «desde su puesta en servicio» vierte «grandes concentraciones de residuales y productos químicos» al mencionado torrente cienfueguero.
Y a este redactor lo alarma sobremanera que tantos focos nocivos en un asunto tan delicado se mantengan encendidos sin la urgente toma de acción por parte de los vecinos y autoridades.
Una vez al mesLa segunda carta de hoy viene de manos de la villaclareña Isabel Alonso. La remitente, vecina de Calle Triángulo No. 21, en Mataguá, Manicaragua, relata que en su comunidad «desde hace ya un buen tiempo» reciben el agua ¡una vez al mes! Antes, cuenta Isabel, les llegaba semanalmente (lo cual, dicho sea de paso, tampoco es una frecuencia plausible), pero dejó de ser así y nadie les explicó las causas.
«En el mes de enero recibimos agua el 27; en febrero el día 13 y hasta el momento no la hemos recibido más», ejemplifica la desconcertada mujer. Y a continuación afirma: «pienso que hemos esperado demasiado».
SaliderosY la última misiva de hoy la envía el estudiante capitaliano Yuniel Zayas Marrero. Desde hace tres años, el joven residente en la calle Sanguily, entre Yara y Mariel, Víbora Park, Arroyo Naranjo, al dirigirse a su escuela observa los salideros de aguas albañales que afectan las calles Torres y Calzada de Managua. Esto, se duele Yuniel, ha ido deteriorando estas vías cada vez más y no se advierten señales de arreglo por ninguna parte. ¿Será solo falta de recursos?, pregunta.