Acuse de recibo
Soluciones para dos anquilosados casos de reparación de habitables, anuncia la carta de Manuel Burón, director provincial de la Microbrigada Social en Ciudad de La Habana, a propósito de lo publicado aquí el pasado 29 de noviembre de 2007.
Entonces, esta columna reflejó la queja de Eustasia Miriam Padrón, de calle 48 número 2312, en el municipio capitalino de Playa. La vecina denunciaba que esa ciudadela, conocida por El Comején, tenía condiciones muy críticas. Dos años atrás, la Micro Social de Playa les comunicó que se iniciarían los arreglos. Llevaron materiales, que luego fueron «extraviándose». A la brigada constructora hubo que cambiarla, y aún así, las obras se paralizaron, sin esperanza alguna para los vecinos.
Al respecto, Burón señala que la remodelación de la ciudadela tenía gran complejidad por el elevado grado de deterioro que presentaba; a más de un proyecto que no se ajustaba a las condiciones reales del terreno, incumplimiento en la logística por la Micro Social de Playa y falta de cooperación de los vecinos.
Por dificultades para laborar, y en aras de agilizar la inversión, en diciembre pasado se reubicó a esas familias en viviendas del fondo habitacional del municipio, y ya la obra se encuentra en plena ejecución.
El segundo planteamiento respondido por Burón es la denuncia de los vecinos del edificio 30615, entre 306 y 308, en Santa Fe, municipio capitalino de Playa: hacía más de diez años que sufrían filtraciones en los techos, que ya alcanzan peligrosamente los conductos eléctricos, y han deteriorado bienes de esas familias.
También la Micro Social de Playa, en mayo de 2007, acordó con los vecinos la reparación del inmueble, su cubierta y pintura y fijó el precio total a solventar por los inquilinos. Pero un día insospechado la brigada que ejecutaba la obra se retiró, dejando truncos los trabajos que, por demás, eran bastante chapuceros. Esa es la historia en síntesis.
Al respecto, reconoce el funcionario la razón que asiste a los demandantes en cuanto a la mediocre calidad de los trabajos, y subraya que, como consecuencia de ello fueron sancionados los responsables.
La Micro Social, asegura Burón, asumirá el costo de las tareas mal ejecutadas. Ya se planificó para el primer semestre de 2008 la nueva intervención constructiva en el inmueble, la cual incluirá la realización de los trabajos que no tuvieron calidad, y la impermeabilización de la cubierta.
La segunda carta la envía Abel Salas, delegado del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en la provincia de La Habana, en respuesta a la denuncia de Elier Vargas, en nombre de los habitantes de la Comunidad Genética del Oeste, en el municipio de Caimito, aparecida aquí el 10 de octubre de 2007.
Entonces, Elier censuraba el hecho de que esa localidad de más de 500 habitantes llevaba más de cuatro meses sin recibir agua, porque la turbina que la impulsa se encontraba averiada. Y todas las gestiones de la comunidad fueron infructuosas. Chocaban con el no, con el «no hay presupuesto para comprar una turbina».
Y, con toda razón, Elier se preguntaba cómo era posible que en pleno siglo XXI, cuando la economía cubana muestra una reanimación, no haya una turbina para una comunidad.
Al respecto, el delegado provincial aclara que las dificultades del desabastecimiento de agua allí «no son responsabilidad de la infraestructura hidráulica que atendemos». Precisa que en esa provincia hace años un importante número de comunidades reciben el servicio de agua por cuenta de otras entidades, pero no especifica cuáles son esos organismos proveedores.
Comoquiera que sea, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) es el organismo rector de los servicios del vital líquido en el país. Y, aunque otros deben responder por este asunto y no lo han hecho, tampoco es para permanecer tranquilos mientras una comunidad entera lleve tanto tiempo sin agua.
¿Quiénes serán los responsables de la sed insatisfecha en la Comunidad Genética del Oeste? ¿Cómo es posible que no aparezca una turbina?