Acuse de recibo
Por la aceptación que ha tenido la variante del martes, ese ajiaco de capsulares reportes de nuestros lectores, hemos decidido extenderlo también a los viernes. Así, esos dos días de la semana nos ayudarán a aligerar el cúmulo de cartas que esperan, y a complacer a muchos más lectores.
Los pobladores de la zona 95, en la localidad de Minas, municipio capitalino de Guanabacoa, no ven el agua pasar hace siete meses, con excepción del 30 y 31 de julio, el 26 de septiembre y el 13 de octubre. Según atestigua Miguel Llanes, de Maceo 200, en ese poblado los residentes están ingiriendo agua de pozos contaminados. Y en estos siete meses solo les han enviado una pipa, el 14 de septiembre. Las presas están llenas como nunca; ellos no entienden qué sucede, ni comprenden por qué Acueducto del Este no ha dado una respuesta definitiva.
Ernesto Drigg, presidente del CDR 5 en el barrio La Herradura, del municipio holguinero de Báguano, refiere que es desastroso el estado de la calle que da acceso al Hogar Materno del territorio, al extremo de que las ambulancias no pueden llegar hasta el mismo. Incluso han sufrido caídas varias gestantes. Recientemente, una «barrigona» enfermó y hubo que enviar un camión MAZ 500 para extraerla desde el Hogar hasta la esquina, y que así pudiera acceder a la ambulancia. Ya los vecinos están cansados de plantear el problema, y no se resuelve.
Abandonados están los terrenos de fútbol de la localidad avileña de Ciro Redondo, según alerta José Fernando Pardo, metodólogo de Educación Física, quien reside en Edificio 4-A, apartamento 31, en el Microdistrito de esa localidad. Malezas, yerbazales, trillos de tractores y vehículos, charcos y lagunatos pululan allí. ¿Es tan difícil preparar esos terrenos, con el concurso de los habitantes?
Allá en calle 5 número 18, entre Primera y Tercera, en el reparto Chibás de Guanabacoa, en la capital, Laura Valhuerdi se siente engañada por el Acuario Nacional. El 23 de noviembre pasado pretendió comer en el restaurante de ese centro, con la idea de disfrutar simultáneamente del espectáculo de los delfines, a las 7:00 de la noche. Y cuando se acercaba la hora, la dependienta que les atendía les informó que el espectáculo estaba suspendido porque el tanque del agua no estaba lleno y los entrenadores no se podían tirar. Sin embargo, antes de ir, habían llamado por teléfono y les confirmaron que habría espectáculo. El viernes 30 persistieron y llamaron por teléfono a las 10:30 a.m.: les confirmaron que se presentarían los tres espectáculos del programa. Llegaron al Acuario, se sentaron a almorzar, y a 1:30 p.m. les informaron que no se iba a presentar el espectáculo porque los filtros del estanque estaban rotos. En dos ocasiones se sintieron engañados, a pesar de que llamaron previamente y les aseguraron que sí.
Madel Gómez Lago es médica veterinaria. Reside en edificio M, apartamento 8, en el reparto Pastorita de la ciudad de Cienfuegos y labora en la Sección Canina del MININT en esa provincia. Quizá por eso sea tan sensible hacia esas criaturas. Ella comprende la necesidad de sanear las calles de perros callejeros y enfermos, pero censura los métodos agresivos con que los de Zoonosis hacen la recogida de los canes, ante la presencia de nuestros niños, a quienes, por otra parte, inculcamos que a los animales no se les maltrata.
Aldo Almeida me escribe desde calle 136 número 26113, en Río Verde, municipio capitalino de Boyeros: su esposa está embarazada y han cruzado el Niágara en bicicleta para la adquisición de la canastilla normada; al punto de que viven pendientes de esta, entre la incertidumbre y el sobresalto. Cuenta la odisea de «estar llamando diariamente a la tienda, porque no se sabe qué día surtirán. Y cuando eso sucede, no alcanza para todas, a pesar de que en esa tienda están registradas las mismas, por lo que de antemano se sabe cuántos módulos se necesitan. Nos preguntamos si después de parir, o con un embarazo a término, alguien puede estar esperando por diez metros de tela y unos culeros. Pensamos que no se puede hablar de envejecimiento poblacional ni de fomentar la natalidad cuando las embarazadas, como mi esposa, que ya tiene 33 semanas y aún espera por su canastilla, tienen que adquirirlo todo por otra vía», concluye Aldo.