Acuse de recibo
El pasado 11 de octubre revelé el caso de Elena Rosales, una señora residente en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, que mantenía discrepancias con la sucursal 2472 del Banco Metropolitano en ese territorio.
Refería Elena que en julio de 2001 abrió allí una cuenta a plazo fijo. Y al cumplirse los seis años intentó extraer los intereses acumulados. Pero le comunicaron que solo le correspondían los relativos a los últimos tres años, pues ya había cobrado los correspondientes a la etapa 2001-2004.
Ella insistió en que nunca había cobrado la suma de los tres primeros años, y solicitó la constancia documental de la operación. Le manifestaron que la computadora contentiva de esos datos estaba averiada. Tan pronto se arreglara, se solucionaría todo.
Un mes después, ya reparada la máquina, le reiteraron que ella había cobrado los intereses de los primeros tres años. Insistió, y le dijeron que tenían que buscar en los archivos el vale que debió firmar al recibir el dinero. Elena se mantuvo en sus trece: «No los cobré y no firmé». Y cuando me escribió, no le habían presentado el vale probatorio. ¿Hasta cuándo tengo que esperar?, cuestionaba.
Al respecto, responde Manuel A. Vale, presidente del Banco Metropolitano (BM). El mismo día en que se publicó la queja, una funcionaria de esa entidad visitó a la cliente para abundar en su reclamo. El 14 de octubre, concluida la investigación, otras dos representantes del BM visitaron a Elena y le mostraron el comprobante revelador: la señora había cobrado los intereses de 2001 a 2004 el mismo día en que venció dicho depósito, el 19 de julio de 2004. Elena reconoció su firma y alegó entonces que lo había olvidado. Incluso, existe la evidencia de que ese mismo día ella hizo un depósito en su cuenta con una parte del dinero que había extraído.
Aún así, Vale señala que «a los compañeros de la sucursal se les hicieron los señalamientos críticos pertinentes, ya que no procedieron a la búsqueda del comprobante con la obligada celeridad; y porque una dificultad técnica en una computadora no puede dar nunca justificación para no atender con eficiencia los reclamos de un cliente, y darle todas las explicaciones que sean necesarias».
Osvaldo Rodríguez me escribe desde calle 11 número 24, entre E y F, Pedro Ballester, Primero de Enero, en la provincia de Ciego de Ávila: en 1997 fue sancionado a tres años de privación de libertad y a indemnizar al Estado por la suma de 3 191 pesos con 54 centavos. Y el 17 de julio de 2001 recibió la comunicación del Ministerio de Justicia con la dirección adonde debía enviar los giros.
Asegura que el 4 de agosto de 2001 comenzó a pagar mensualmente por giros a la Caja de Resarcimiento, sin interrupciones. Pero en 2005 recibió un requerimiento por mora en los pagos, mediante el cual se le instaba a hacerlo, so pena de un proceso de apremio.
De inmediato se personó en la Caja de Resarcimiento con los comprobantes de los giros enviados hasta entonces. Y cuando consultaron en la computadora, arrojó que estaba al día. Le informaron entonces que en las provincias se estaban instalando cajas de resarcimiento, y que podría ser que la de Ciego no estuviera actualizada; de ahí el requerimiento.
Él siguió enviando los giros a la Caja central en La Habana, y en octubre de 2006 recibió otro requerimiento por mora, de parte de la Caja de Ciego de Ávila. Se presentó allí el 10 de noviembre y constató que existía total desconocimiento de sus pagos hacia La Habana. Mostró los comprobantes de los giros, y le orientaron confeccionar un listado de los mismos, con todos sus datos, en un módulo que le facilitaron. También le dijeron que él podía pagar por adelantado si lo deseaba.
En enero de 2007 se personó allí y pagó 12 meses. Es decir, hasta enero de 2008 no tenía que desembolsar nada más, según lo acordado. Pero en octubre de 2007, un nuevo requerimiento por mora.
«Yo realmente no sé qué trámites realizar, sostiene. Tengo en mi poder todos los comprobantes de pago actualizados. Soy un hombre reincorporado a la sociedad, tengo un trabajo estable y honrado, pero por mucho esfuerzo que hago, no tengo tranquilidad».