Acuse de recibo
Inés Gómez Gutiérrez rompe el hielo en nombre de los padres de los alumnos del Instituto Preuniversitario en el Campo Wilhelm Pieck, de Villa Clara.
Inés, quien reside en Pedro Díaz 36, Remedios, en esa provincia, manifiesta que esa institución docente, con una matrícula superior a 800 alumnos y más de 20 años de experiencia, tiene hoy serios problemas higiénicos sanitarios, al punto de que en el pasado curso fue clausurada, en lo fundamental, por tupiciones.
Refiere Inés que en los dos meses de receso escolar no se solucionaron los problemas. Los salideros permanecen y el orine y el excremento brotan por las tuberías. En los albergues no se puede estar por los olores. Para entrar a los baños, los alumnos se levantan los pantalones para preservarse de los orines.
Sobre la misma insensibilidad que nos golpea, me escribe Ida Gutztat, vecina de calle 56 número 3311, entre 33 y 35, municipio capitalino de Playa.
Refiere Ida que en julio pasado hubo una rotura en la tubería del gas manufacturado, y los especialistas de dicha empresa fueron a resolver el problema. Pero en su loable empeño, rompieron la tubería del agua.
Días después volvieron por allí y abrieron huecos, en los cuales se deposita agua que se muestra contaminada por cantidades de gas que aún escapan.
Aunque la delegada del Poder Popular ha hecho múltiples gestiones —refiere—, «los del agua dicen que son los del gas, y viceversa. El caso es que se hace insoportable la situación».
La tercera misiva la envía María Antonia Medina, de Párraga 321, en La Víbora, en la capital del país. Y es una carta de gratitudes y reconocimientos, de esas que tanta falta hacen a diario.
Refiere María Antonia que hace más de un año se atendió en el centro de rehabilitación del policlínico Luis de la Puente Uceda, y ahora vuelve a hacerse un tratamiento allí.
Quiere felicitar a las recepcionistas Regla, María Elena y Maritza, quienes no son las especialistas, pero la atienden con suma amabilidad al llegar a ese lugar.
La remitente quiere reconocer a los jóvenes técnicos: las manos poderosas de Addiels, Wilson, Boris, el Nene, Marquetti, Yaro, Ezequiel, y Jorgito; junto a las delicadas manos de Bisel, Susana, Aniek, Tita, Irene, Anay y otros.
María Antonia manifiesta que todos ellos, con sabiduría y destreza, son capaces de dar vida a músculos que por cansancio y otros traumas han dejado de funcionar. Y quiere felicitarlos por encontrar en ellos una reafirmación de cuánta gente joven es valiosa y profesional en este país.
Este redactor a veces se asombra de que solamente los lectores refieran hermosas referencias de servicios de salud a la hora de elogiar, cuando debe haber, por encima de tantas historias lamentables de ineficiencia, certeros referentes de personas sensibles y capaces, que siempre están a la buena de Dios. Escríbannos más de esas edificantes experiencias, por favor.