Acuse de recibo
AHORA que estamos de nuevo en la campaña contra el veleidoso mosquito Aedes aegypti, con los esfuerzos de toda la sociedad, cartas de lectores me sugieren que no debíamos desembocar en eso —un maratón— si fuéramos sistemáticos y sistémicos.
Sistemáticos para que la higiene sea una cultura y no fe de ocasión bajo un lema. Sistémicos, porque el control de ese vector no se decide solo desde un puesto de mando con un ejército de gladiadores del autofocal, sino con el cumplimiento riguroso de todas las instituciones y personas de este país en el empeño saneador de todos los días.
Claudina Martínez, de San Francisco 5, entre Diez de Octubre y Alejandro Ramírez, en el municipio capitalino de Cerro, me confiesa que a su vivienda han llegado trabajadores de la campaña, y se conforman con lo que ella les dice y sin verificar el interior de la vivienda.
El sábado 18 de agosto, Osvaldo Carrazana Hidalgo, de avenida 31B número 10009, apartamento 1, entre 100 y 102, en el capitalino Marianao, detectó en el Obelisco de calle 100, en un hueco para encender una llama que hace mucho tiempo no arde, un depósito de vasos plásticos, latas de cerveza y refresco con agua estancada.
Habló con una de las compañeras movilizadas para tales tareas, y esta le dijo que lo suyo era visitar las viviendas solamente. Fue entonces al policlínico González Coro, y la «encargada» del tema ya se había marchado. Que volviera el lunes... Osvaldo sí fue sistemático y sistémico: él mismo saneó el sitio.
Felicita Rojas, de Enrique Varona 146, entre 9 y 10, en Morón, Ciego de Ávila, relata que hace tiempo aquella ciudad del famoso Gallo tiene serios problemas con la evacuación de los residuales y no se han solucionado.
Y para colmo, hace más de tres meses que no funciona la bomba que succiona el alcantarillado. Resultado: la parte sur de Morón vive entre aguas albañales. «La respuesta que tenemos de Acueducto y Alcantarillado es que hay que reponer la bomba existente, y no tienen financiamiento para eso. Que iban a mandar los carros de recolección para ir paliando la situación, pero hasta ahora no han hecho nada. A esto —manifiesta—, se le agrega el problema de la recogida de desechos sólidos. Se pasan meses sin recogerlos, existiendo microvertederos».
Beatriz Pilar Milián revela que hace más de un año ella denuncia el vertimiento de albañales en su edificio, en San José 954, entre Hospital y Aramburu, en la capital. Las soluciones han sido parciales, destupiciones con el carro-bomba, pero el mal de raíz no se ha atacado, a pesar de que el asunto es de dominio de las instituciones.
Loly Estévez, de Ermita 239, apartamento 2, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, cuenta que su edificio tiene problemas con la red de salida de aguas albañales y debe ser sustituida. Micro Social de Plaza comenzó el trabajo, hizo las excavaciones, pero todo está interrumpido, hasta que Aguas de La Habana no destupa los drenajes de la calle. Mientras, aguas sucias y vecinos muy alarmados.