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¿«Epidemia» de infertilidad?

Un estudio reciente alarma a medios del mundo por asegurar que la calidad del esperma humano ha ido en abrupto declive

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Cuando se le pregunta a alguien si teme por la extinción de la especie humana y los porqués, la gente suele responder con algunos problemas aprendidos al dedillo. El calentamiento global, las armas nucleares, las enfermedades crónicas, la resistencia antibiótica… Sin embargo, si nos hablaran de una «epidemia de infertilidad humana» capaz de menguar la raza sobre el planeta, nos creeríamos perseguidos por algún chiste de cámara oculta. A menos que… por ejemplo, la frase estuviera en boca de un prestigioso académico, a cargo de un riguroso equipo de investigadores, y en las páginas de una respetable revista científica. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido en días recientes.

La calidad y cantidad de esperma humano parece haber decaído de modo estrepitoso en los últimos 40 años, para sumarse al grupo de amenazas contra la especie. La voz de alarma, con términos preocupantes como «posible extinción» ha ocupado medios mundiales a partir de un estudio reciente publicado en la revista Human Reproduction Update. El investigador de salud pública, Hagai Levine, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, es el epidemiólogo líder de la investigación y dice sentirse muy preocupado, al tiempo que cita números nada agradables.

Verdaderamente ponen a pensar: la concentración espermática ha fluctuado de una media de 99 millones de espermatozoides por mililitro en 1973 a 47,1 mill/ml en 2011, o sea, ha experimentado un abrupto declive del 52,4 por ciento en cuatro décadas, un ritmo que es alarmante para el campo de la fertilidad humana. Con todas las posibles implicaciones poblacionales que podría generar.

En cuanto a la cantidad total por eyaculación, el otro factor que se cuantifica en estos análisis, de 337,3 millones de espermatozoides por eyaculación como media para el año 1973, se ha descendido hasta 137,5 millones cuatro décadas más tarde, es decir, un 59 por ciento.

«Los hombres pueden ser considerados subfértiles con concentraciones espermáticas inferiores a los 40 mill/ml e infértiles por debajo de los 15 mill/ml», explicó el autor principal.

Además, el estudio revela que el descenso se ha producido entre los occidentales, o lo que muchos medios han calificado como «los hombres de países desarrollados»: europeos, australianos, neozelandeses y americanos del norte. Sin embargo, no parece estar sucediendo lo mismo entre africanos, asiáticos o americanos del sur, aunque varios factores hablan de una metodología defectuosa en los conteos de estas otras naciones: la muestra de análisis es sensiblemente menor, por ejemplo.

Con tanta seudociencia suelta...

Vale, la primera actitud ante este tipo de noticias es no darlo por seguro. De hecho, es la primera actitud de todo buen científico también. Con tanta seudociencia suelta y supuestos estudios que «confirman la existencia del elixir de la vida» o demuestran la «tendencia resbalosa de la pasta dental» en cuanto sitio digital aparece, sería ingenuo no revisar a fondo.

Los estudios acerca de este tema de la fertilidad, por lo general, tienen en cuenta factores como la concentración de esperma, su motilidad (capacidad de movimiento) y su calidad, y del conjunto de ellos se determina si de modo general la calidad o cantidad decaen de manera preocupante o por causa de algún factor en específico.

En este caso, el estudio liderado por el profesor israelí es de tipo revisionista, y global. Revisó unos 7 500 artículos científicos, e identificó, equipo de trabajo mediante, 185 estudios con datos sobre la calidad del esperma que habían pesquisado información de más de 42 000 hombres de 50 países de los cinco continentes, acopiada desde 1973 a 2001.

Estos análisis y estadísticas previos, poseían datos en cuanto a los tres factores medibles para estudiar la fertilidad masculina, por lo que se le puede considerar al estudio revisionista de este equipo uno de los mayores en esta área. De ahí que sean tan replicadas las palabras del investigador hebreo, quien dijo sentirse «muy preocupado» por lo que esto podría significar a largo plazo.

«Eventualmente esto podría ser un problema», dijo Levine a la BBC, y arriesgó un criterio un poco más especulativo: «Podría significar la extinción de la especie humana».

Sin embargo, a pesar de la escala masiva, la seriedad de académicos involucrados y de la publicación que la dio a la luz, la pesquisa ha sufrido críticas de quienes creen que no hay que tomárselo tan a pecho.

Tu técnica no es técnica

Los escépticos ante estos resultados no se han hecho esperar. Algunos han apuntado que entre los estudios previos revisitados, se había investigado a un grupo muy bajo de hombres, y en su mayoría personas ya afectadas por problemas de fertilidad que acudían a clínicas especializadas en el tema, lo cual habría comprometido los resultados. Otros han añadido que los estudios que muestran una disminución en la cantidad de espermatozoides tienen más posibilidades de ser publicados en revistas científicas que aquellos que no, por lo que la frecuencia con que esos resultados salían a la luz no reflejaba una realidad general digna de reproducir en un nuevo resultado.

Y finalmente, se ha apuntado que el método de conteo de esperma para la década de los 70 u 80 podrían haber sobreestimado el conteo real, y haber causado una falsa imagen de decadencia.

Sin embargo, los autores de este nuevo estudio aseguran haber tenido en cuenta todos estos factores de las pesquisas previas antes de emitir su juicio.

El doctor Allan Pacey, académico de la unidad de Medicina reproductiva de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, afirma una postura conciliatoria que parece ser la de consenso académico, según BBC: «Nunca he estado particularmente convencido por la cantidad de estudios publicados hasta ahora que muestran que la calidad del esperma humano ha disminuido en el pasado reciente (...) El estudio del doctor Levine y sus colegas, sin embargo, aborda de frente muchas de las deficiencias de los estudios previos».

De modo que vale la pena pensar el asunto... y sus soluciones.

La receta mágica

Si bien el estudio no entra en los factores causales, las diferencias geográficas dan cierta evidencia. «El hecho de que este descenso se evidencie en los países occidentales sugiere fuertemente que los químicos comercializados tienen un papel causal en esta tendencia», dice la profesora de Medicina Ambiental y Salud Pública de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí, en Nueva York y coautora del estudio, Shanna H Swan, citada por el diario europeo El País.

Investigaciones anteriores, incluso desligadas de esta, han relacionado el deterioro de la calidad del esperma con diversos factores medioambientales o de estilo de vida, como los disruptores (o perturbadores) endocrinos (productos químicos que alteran nuestras hormonas), la contaminación, el sedentarismo y la mala alimentación, así como una alta carga de estrés.

Mientras varios científicos elogiaron la calidad de la investigación, pero dijeron que aún es prematuro llegar a una conclusión sobre riesgos globales, de cualquier manera, vale la pena apostar por la receta de revertir esos factores negativos. Después de todo, los buenos hábitos de vida parecen ser la verdadera «receta mágica» detrás de muchos problemas sanitarios de hoy.

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