Roberto Ramos, Licenciado en Ciencias Biológicas Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 06:38 pm
Matanzas.- Sonríe con un brillo singular. Desde su mano izquierda asoma una cicatriz. «Es el recuerdo de una dentellada de un cocodrilo. Y hace poco me dieron una mordida en el pie», cuenta pausadamente y aclara que fueron accidentes. Conoce estos animales con una profundidad impresionante. Si tuviéramos más recursos, contáramos con mucha más información sobre esta especie, comenta.
En su cuello lleva un cordón con un diente de cocodrilo tallado. No es miedo, sino respeto, dice Roberto Ramos Targarona describiendo el sentimiento que le provocan esos reptiles. «Me gusta que me digan El cocodrilero», prosigue este hombre de espesa barba y pelo blanco que es Licenciado en Ciencias Biológicas y comparte su experimentada sabiduría y el amor por este reptil.
«El cocodrilo cubano es una incógnita. Cada vez que investigo, me doy cuenta de que no sabemos mucho», argumenta y agrega que en los últimos estudios internacionales se demuestra que estos animales poseen cierta inteligencia.
Su promedio de vida es de 80 a 100 años y cuando lo ves con el hocico abierto, lo hace para regular la temperatura corporal, detalla. He dedicado mi vida al estudio de estos animales. Desde que me gradué, trabajé en el Centro de Investigaciones Pesqueras como piscicultor. Me hablaron de los cocodrilos y, como joven al fin, vine para la Ciénaga de Zapata con solo 23 años de edad. Ya llevo 41 años trabajando con estos reptiles, relata.
En 1978 comenzamos su estudio para conocer de su existencia en el medio natural y su distribución. Llegué de La Habana y encontré familias de cazadores viejos que fueron los que me enseñaron, rememora.
Como sé del encanto que le atrae a los cocodrilos, inquiero a El Cocodrilero sobre lo que más le impresiona de la especie. Son interesantes todas sus adaptaciones para haber sobrevivido más de 60 millones de años.
Su flujo sanguíneo puede mezclar sangre venosa con sangre oxigenada, lo cual le permite permanecer tanto tiempo debajo del agua. Su cola, como motor propulsor, cuenta con cuatro cavidades en su corazón. Además, ver comer a los cocodrilos es un espectáculo. Como lo es también su juego amoroso, peculiar en un animal aparentemente tan fiero, relata el experto.
«La hembra enamora al macho. Es increíble cómo cuida del nido y a los neonatos por un tiempo, porque, aun con su poderosa mordida, pueden sacar los huevitos, echárselos en la boca y llevar sus criaturas hasta el agua», describe.
Y como tanto amor no puede acabar sino en una protección consciente a esta especie tan cubana, Roberto ilustra cuánto se hace en el país por conservar a los cocodrilos.
«Somos un grupo a nivel nacional y soy el más viejo de todos. Es un orgullo tener al cocodrilo cubano, que existe únicamente en la Ciénaga y en una zona restringida de la Península. Tiene importancia ecológica y es un ingeniero porque hace canales en los que subsisten otras especies en tiempos de seca. También sanea el ambiente», explica.
Y habla de sus preocupaciones con la especie para el futuro. Va a perdurar, aunque debe enfrentar dos amenazas fundamentales: la caza ilegal y su hibridación con el cocodrilo americano, cuestión que no podemos detener porque es designio de la naturaleza.
«Nunca uso la palabra agresivo para los animales; creo que los agresivos somos nosotros. Pero es cierto que el cocodrilo cubano se considera entre los tres más fieros del mundo; es el más saltador y el más terrestre. Cuenta con un porte elegante, camina distinto y es más fuerte», explica.
Este Doctor en Ciencias conocido como Toby, ha preparado a alrededor de 500 especialistas en México y Cuba, y afirma que en 1996 se hizo el último conteo de la especie en su estado libre, y arrojó una tendencia poblacional estable.
Entre el 10 y el 15 por ciento son hembras reproductoras y las densidades del 2012-2013 nos dieron similares a las de 1996: 18 cocodrilos por kilómetro cuadrado, lo cual se considera en biología una población sana y vigorosa.
Si los cocodrilos existen desde hace más de 250 millones de años, y los actuales, desde hace 60 millones, ¿cuántos cambios climáticos han ocurrido, no tan acelerados como este, y los cocodrilos se han adaptado?
«El sexo de los cocodrilos está determinado por la temperatura de la incubación. Si se elevan las temperaturas puede que nazcan de un solo sexo y la especie no podría reproducirse. Pero somos de los pocos países que conciliamos la cría en cautiverio con la vida silvestre.
No contamos con tecnología de punta. Para estudiarlos, usamos el corte de escudete, con un código y chapillas metálicas, algo que a los dos años casi siempre se pierde. Liberar cocodrilos es una experiencia nueva y no sabemos qué podríamos esperar. Ojalá pudiéramos monitorearlos con frecuencia. ¡Si tuviera un buen bote, siempre estaría estudiándolos en su medio natural...!, se despide soñando este Doctor en Ciencias al que le gusta ser llamado Toby, El cocodrilero.