La transnacional estadounidense Monsanto decidió crear unas abejas robot para propagar los cultivos transgénicos. Este proyecto sustituirá la fauna asociada con la agricultura, exterminada por los pesticidas de la empresa, informa TeleSur.
Este plan de Monsanto obedece a la marcada toxicidad de los pesticidas utilizados en sus campos de cultivo, los cuales desde mediados de los años de 1990 han provocado una disminución general tanto del bienestar como de la población de la biodiversidad, con especial impacto en las abejas.
En la versión robotizada de Monsanto, esta fauna especialmente necesaria en el desarrollo de una planta será sustituida por pequeños vehículos de titanio y plástico, capaces de volar entre flor y flor y distribuir el polen de estas.
Asimismo, en una versión todavía más sofisticada, existirán colmenas enteras cuidadosamente programadas para, a través del algoritmo correcto, polinizar campos específicos.
Se dice que estas abejas robot también podrían ser utilizados con fines militares y de vigilancia y aún con fines bélicos, como posibles esparcidores de neurotoxinas.
En septiembre del 2011, Monsanto compró Beeologics, empresa líder internacional que se dedica a la protección de las abejas y las causas de su desaparición.
Monsanto es una de las multinacionales que abarca el mercado alimenticio, usa una serie de semillas transgénicas para sus cultivos y también abarca el mercado global de pesticidas.
Esta transnacional ha sido criticada también por limitar la variedad de semillas, y por lo tanto cultivos en el mercado, más lamentablemente ninguno de estos ejemplos no se compara a otras de las acciones y creaciones en las que ha estado involucrada la compañía.
Monsanto estuvo involucrada en la creación de la primera bomba nuclear en la Segunda Guerra Mundial y operó una planta nuclear en la década de los ochenta para el Gobierno estadounidense.
En 1944, Monsanto inició con la creación de DDT, un pesticida que después se prohibió en Hungría en 1968, Noruega y Suecia en 1970, Estados Unidos en 1972. Durante la Convención de Estocolmo en el 2004 se prohibió su uso general, ya que se acumula en tejidos grasos y en la leche y causa daños irreparables en los riñones e hígado.
Durante la Guerra de Vietnam, Monsanto fue una de las siete compañías que le dieron Agente Naranja al Gobierno de Estados Unidos (sin embargo su fórmula era cien veces más fuerte que las demás) como parte de su programa de Guerra Química.
El Ejecutivo vietnamita estima que a causa del Agente Naranja murieron 400 mil personas y en los años siguientes medio millón de bebés nacieron con defectos.