La ubicación del resto óseo junto a los deshechos humanos prueba que los nativos americanos utilizaban perros domésticos como recurso alimenticio. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
El resto más antiguo de un perro doméstico en el continente americano tiene 9.400 años y se ha encontrado dentro de heces humanas prehistóricas. Como muchos otros descubrimientos científicos, este hallazgo fue casual. Samuel Belknap III, un estudiante de la Universidad de Maine (EEUU), encontró un fragmento de cráneo canino en el Condado de Pecos (Texas) mientras trabajaba en su tesis acerca de la dieta y la nutrición humana en la Prehistoria, según EL MUNDO.es
Durante su investigación, Belknap estaba analizando unos restos paleofecales recuperados en 1970 de una cueva al sudoeste de Texas de alguien que vivió hace 9.400 años cuando descubrió el hueso, que ha recibido el nombre de BE-2010. La ubicación del resto óseo junto a los deshechos humanos prueba que los nativos americanos utilizaban perros domésticos como recurso alimenticio.«El descubrimiento revela muchas cosas sobre la historia genética de los perros y la interacción entre canes y humanos en el pasado», explica Belknap. «No sólo eran animales de compañía, como en la actualidad, sino que también servían como protección, ayudaban en la caza y servían como alimento», puntualiza este estudiante.
Según estudios etnográficos, los canes servían como alimento tanto en tiempos difíciles como de celebración. Estos animales eran sacrificados según un rito particular y se cocinaban como un guiso, lo que explicaría por qué el hueso BE-2010 acabó en las heces del comensal. Al mismo tiempo, los perros también contaban con el afecto de los nativos americanos y era normal enterrarles al morir, según descubrimientos arqueológicos.
Un perro mediano para comer
En un primer momento, Belknap y su compañero de universidad Robert Ingraham indentificaron el fragmento óseo como parte del cóndilo occipital derecho, justo la parte del cráneo que se une con la primera vértebra de la espina dorsal, llamada atlas. Para descartar que el hueso pudiera pertenecer a un animal parecido a los perros - lobos, coyotes o zorros- Ingraham lo llevó al Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard y apunta a que el perro debió ser similar a una raza de nariz corta típica del sur de EEUU.
Además, el investigador de la Universidad de Oklahoma, Cecil Lewis, analizó el ADN del animal y lo comparó con los datos de un estudio de 2002 sobre especímenes caninos. Este experto concluyó que el hueso pertenece a un perro doméstico muy parecido al perro peruano.
Los expertos han podido datar la antigüedad del cráneo mediante datación por radiocarbono usando una técnica llamada espectrometría acelerada de masa y, a partir de las medidas fragmento encontrado, creen que el animal debía pesar entre 9 y 11 kg.
Belknap III estaba trabajando como asistente en una investigación dirigida por Kristin Sobolik, del Departamento de Antropología de la Universidad de Maine y el Instituto del Cambio Climático. El descubrimiento será publicado en el American Journal of Physical Anthropology y otras publicaciones científicas. En el mismo rastro paleofecal, Belknap también encontró lo que parece un hueso del pie de un perro, pero es demasiado pequeño para un análisis exhaustivo.
Una Historia de perros
El perro doméstico más antiguo del mundo era belga y vivió hace 31.700 años. Los expertos creen que los canes americanos se remontan a una especie de lobo euroasiático que cruzó el Estrecho de Bering hasta llegar a Norteamérica.
Aunque la cultura occidental actual desprecia la carne de perro como alimento, es un plato habitual en algunos países asiáticos como China o Corea. Para evitar conflictos con extranjeros, las autoridades chinas recomendaron no comer estos animales durante los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, pidió al gobierno surcoreano que acabara con esta práctica gastronómica. Blatter elevó esta petición con motivo del Mundial de Fútbol en Corea y Japón del año 2002.