Patrimonio de la Humanidad, el Stonehenge (Gran Bretaña) pudiera ser declarado también Patrimonio Científico, al ser uno de los grandes sitios de observación astronómica de la civilización. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
La sonda Deep Impact (Impacto profundo) de la NASA se acercó la víspera a apenas 700 kilómetros del pequeño cometa Hartley 2. Esta es la quinta vez en que un ingenio espacial explora y estudia estos organismos. Durante casi dos meses su misión principal fue tomar fotos y recopilar datos, los que serán descifrados y analizados durante años.
La expedición debe suministrar un grupo importante de informaciones que pondrán en mejores posibilidades a la comunidad científica para establecer las peculiaridades de los diferentes cometas —organismos que se remontan a la formación del sistema solar, 4 500 millones de años atrás— y avanzar más en las teorías sobre la formación y evolución de los planetas.
«Vamos a ver imágenes de un mundo nunca visto», dijo la científica Jessica Sunshine, de la Universidad de Maryland e integrante de Epoxi, la misión no tripulada de la NASA a cargo de la observación de planetas extrasolares y de cometas.
El despacho de la agencia The Associated Press (AP) recuerda que hace cinco años la misión Deep Impact también fue noticia, cuando disparó una sonda de cobre que se estrelló en el cometa Tempel 1, lo que provocó una nube de escombros que facilitó una mirada mejor al interior del organismo.
En 2008, se ocupó de una nueva tarea: un encuentro cercano con el cometa Boethin; sin embargo, este nunca apareció —se conjetura que pudo haberse desintegrado. Entonces, los trabajos se redirigieron hacia el Hartley 2 y desde septiembre se han estado tomando imágenes del mismo cada cinco minutos, además de recopilar otros datos.
Con un ancho de 1,2 kilómetro, es el cometa más pequeño hasta ahora fotografiado por una nave espacial humana, añadió AP. El organismo cósmico, de color verdoso, fue descubierto en 1986 por el astrónomo británico Malcolm Hartley.
El pasado 20 de octubre fue cuando estuvo más cerca de la Tierra: a 18 millones de kilómetros. En 2017 volverá por nuestro vecindario, pero ahora sigue su viaje hacia el Sol…
La Agencia Espacial Europea (ESA) tampoco quiere quedar rezagada en estos estudios. Rosetta, su sonda espacial cazadora de cometas, se prepara para posarse sobre uno de estos en 2014.
Su bautizo se inspiró en la piedra Rosetta —la que permitió a los egiptólogos descifrar la escritura jeroglífica—. Se trata de una misión diseñada para orbitar durante un año y luego aterrizar en el 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Lanzada en 2004, su módulo orbitador transporta 11 experimentos. Otra decena más va en el módulo de aterrizaje, el Philae, concebido para fijarse en la superficie del organismo tras disparar dos arpones para anclarlo e impedir que el aparato rebote.
Tanto interés en los cometas está bastante bien justificado. La misma institución espacial europea lo ha explicado sobradamente: se trata de los objetos más primitivos de nuestro sistema. «Su composición química —dice la ESA— se ha mantenido prácticamente inalterada desde su formación, por lo que reflejan la composición de nuestro Sistema Solar cuando aún era muy joven y todavía no estaba “terminado”, hace más de 4 600 millones de años…».
El acontecer astronómico también fue marcado en estos días por los datos de la sonda Kepler, de la NASA, lanzada en marzo de 2009. Ahora esta reveló lo que los científicos describieron como «terremotos estelares»: unos temblores u oscilaciones de las estrellas que, además de resultar impactantes, pueden ofrecer nuevas perspectivas sobre el tamaño, la edad y la evolución de estos astros, señaló la publicación ibérica ABC.
El análisis de las oscilaciones estelares es similar a cómo los sismólogos estudian los terremotos para conocer el interior de la Tierra. Esta rama de la ciencia, llamada Astrosismología, permite las mediciones de las estrellas que ansían los estudiosos, agregó el artículo.
La novedad tuvo como centro las oscilaciones de la estrella 11026764 CCI, donde se verificó la fusión del hidrógeno en una fina capa alrededor de un núcleo rico en hielo. De 5,94 millones de años de edad, ha crecido un poco más de dos veces el diámetro del Sol, proceso que seguirá hasta que se convierta en una gigante roja.
Kepler está concebida para descubrir planetas del tamaño de la Tierra en órbita alrededor de otras estrellas. Utiliza una cámara digital para controlar continuamente el brillo de más de 150 000 estrellas en su campo de visión…
Bajo el signo de las estrellas
Como lo nuevo tiene su ancla en lo ya conquistado, a fines de octubre un importante grupo de astronautas y premios Nobel rindió homenaje al cosmonauta soviético Yuri Gagarin. Fue durante el Festival Starmus, de Islas Canarias.
El tributo fue promovido por el español de origen armenio Garik Israelian, premio Viktor Ambartsumian por su contribución al conocimiento de la formación de los sistemas planetarios, reseñó el sitio digital de ABC.
Participaron en la recordación del primer hombre que salió al espacio, los legendarios Alexei Leonov, Victor Gorbatko y Valentina Tereshkova, pioneros de la cosmonáutica soviética, y los estadounidenses Bill Anders y Jim Lovell, entre los protagonistas del programa Apolo. También estuvieron varios premios Nobel, como el físico George Smoot y el biólogo Jack Szostak…
La posibilidad de declarar sitios como patrimonio de la humanidad por su valor científico quedó reafirmada luego de la identificación por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de los grandes santuarios de la astronomía.
En su reunión anual del pasado agosto, en Brasilia, la organización dio a conocer los criterios para clasificar lugares de interés astronómico como Patrimonio de la Humanidad, algo que quedó establecido en 1972 en la Convención sobre el Patrimonio, pero que hasta ahora no se había puesto en práctica debido a la ausencia de directrices específicas.
Un estudio temático al respecto incluyó más de 40 lugares con sobrado crédito para esta designación. Están así el británico Stonehenge, el Observatorio Real de Greenwich (Londres), el Ulugh Beg de Samarkanda (Uzbekistán) y la necrópolis de Guiza (Egipto), que ya son Patrimonio de la Humanidad, pero hasta ahora solo por su valor monumental.
La designación patrimonial será a propuesta de los estados, y ya se barajan muchos lugares. Unos tienen infraestructuras modernas, como los observatorios astronómicos de Canarias; otros son áreas geográficas, como la zona de alta visibilidad de estrellas en los Alpes orientales, y otros están seguidos por una estela legendaria, como la línea de 34 puntos entre Noruega y Ucrania, a lo largo de la cual el astrónomo Friedrich Struve midió la forma de la Tierra en la primera mitad del siglo XIX.