Investigador mide el tamaño de una tortuga muerta. Autor: C. Fresneda Publicado: 21/09/2017 | 04:57 pm
«¡Tortuga muerta en la playa de Waveland, junto al casino Silver Slipper!». El aviso llega a las once la mañana al Instituto para el Estudio de los Mamíferos Marinos (IMMS). La ranchera de rescate sale disparada y en poco más de media hora estamos en la playa de arena blanquísima, certificando la muerte del reptil en plena orilla.
Con ésta son ya treinta las tortugas marinas varadas y muertas en las playas de Missisipi en los últimos tres días. «No tiene restos aparentes de petróleo», asegura Erick Porder, del Artificial Reef Program, el primero en llegar al lugar de autos y en tomarla las medidas: un ejemplar joven, de no más de 15 kilos.
La muerte es bien reciente; cualquiera diría que la maltrecha tortuga, con los ojos semiabiertos, sigue aún viva. El olor la empieza a delatar, y también las moscas que revolotean sobre la cabeza y sobre la herida abierta en las patas traseras.
«No sabemos realmente qué puede haberle causado la muerte», añade Erick Poder. «La herida sangrante es muy superficial y ha sido causada posiblemente por la rozadura de la arena con el vaivén de las olas».
Desastre a la vista
El equipo de rescate del IMMS cargará con del ejemplar después de que se cumplimente el informe de turno. Empiezan a llegar curiosos y cámaras de televisión, ávidas por ponerle imágenes –aunque sean prematuras- al desastre ecológico en ciernes.
«En ninguna de las tortugas muertas hemos encontrado trazas de petróleo», afirma Moby Solangi, el director del IMMS. «Tenemos que analizar aún a fondo el tracto digestivo, porque es posible que hayan comido pescado o algas contaminadas. Pero también es probable que hayan muerto como consecuencia de las tormentas de los últimos días, o por otra causa que aún no sabemos».
«Lo que sí sabemos es que se trata de un número inusualmente alto, y eso nos preocupa», admite Solangi. «La mancha de petróleo va a causar sin duda muchas muertes y durante mucho tiempo por bioacumulación en la cadena alimenticia».
Preparados para lo peor
Solangi mira al inquietante horizonte de Gulfport, con vistas al mar pardusco del Golfo de México, y no oculta su preocupación creciente. «La marea negra no es aún visible, pero va a hacer mucho daño antes de tocar las costas», advierte. «Si no se logra sellar las fugas, nos enfrentaremos sin duda a uno de los mayores desastres ecológicos causados por el hombre».
El IMMS ha habilitado ya media docena de piscinas para el rescate los mamíferos marinos. Tanto como las tortugas, a Solangi le preocupa el futuro de los manatíes y de los delfines. Se calcula que hasta 12.000 delfines puede haber en estos momentos en el Golfo de México y en época de cría. Más de veinte especies de ballenas frecuentan también a lo largo del año estas aguas turbias y tibias en las que está prohibido pescar desde el domingo, aunque los turistas y los locales se siguen bañando como si la marea negra no fuera con ellos.
Tomado de elmundo.es