La acción del hombre constituye la principal amenaza para la flora nacional, cuyo alto endemismo es, quizá, su característica más distintiva. Un estudio que seleccionó las especies más dañadas recibió recientemente los premios de la Academia de Ciencias y del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente a la mejor investigación del año
Cuba constituye la isla con mayor diversidad de plantas por kilómetro cuadrado en el mundo, por delante incluso de conocidos paraísos como Nueva Guinea, Borneo o Madagascar. Se estima que su flora está formada por unas 7 000 especies, en una extensión de 105 007 kilómetros cuadrados.
El alto endemismo, que es quizá la característica más distintiva de la flora nacional, también la sitúa en el cuarto lugar del orbe entre los territorios insulares, con un 53 por ciento de exclusividad de la flora nativa.
La actividad asociada al hombre es la principal amenaza para la flora nacional, a tal punto que de las 4 627 especies evaluadas, 2 143 están bajo algún grado de amenaza: 569 en Peligro Crítico, 249 en Peligro, 151 Vulnerables y 1 174 Amenazadas.
Para esbozar una panorámica de las amenazas y mostrar que estas no se restringen a una sola especie, ni a un hábitat ni a una región específica, y contribuir a revertir esta situación, especialistas del Jardín Botánico Nacional, el de Holguín y el Herbario Nacional Onaney Muñiz, encabezados por el máster en Ciencias Alejandro Palmarola Bejerano, realizaron una estudio que identificó y seleccionó algunas de las plantas más amenazadas del país.
«Sin embargo, estas no son las únicas en riesgo de desaparecer, sino una muestra que alerta sobre los peligros que se ciernen sobre la diversidad vegetal cubana y muestra qué podemos hacer para revertirlos», explicó Palmarola Bejerano, quien preside la Sociedad Cubana de Botánica.
Tanto para él como para los más de 23 colaboradores que intervinieron en el proceso de recopilación de información y búsqueda de materiales gráficos, el Top 50: Las 50 plantas más amenazadas de Cuba constituye una vía para concienciar que la preservación de la flora es problema de todos los cubanos.
La selección, integrada por plantas de diferentes familias, formas de vida, hábitats y regiones de todo el país, resalta la significación mundial de la flora cubana al mostrar especies que solo habitan en la Isla.
Adicionalmente, sobre cada una se brinda información para su identificación, acerca de su distribución y las amenazas que se ciernen sobre ellas. También se indican acciones que se realizan para su conservación —en caso de iniciadas— o las medidas propuestas que pudieran contribuir a este propósito. Al final de la ficha que acompaña la imagen de cada especie, también se ofrecen datos adicionales de cada una.
Cuando en 2013 y tras diez años de trabajo los especialistas lograron publicar el estudio, este se convirtió en toda una novedad a nivel mundial, ya que con anterioridad solo se conocía en el mundo una obra semejante enfocada en una región europea. Por ello y por la importancia que representa para la preservación de la flora nacional, el Top 50… recibió recientemente los premios de la Academia de Ciencias y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) a la mejor investigación del año.
En 2003 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) inició una campaña internacional nombrada Top 50 para buscar las 50 plantas o animales más llamativos en diferentes lugares, y así alertar sobre especies bandera —llamativas por sus características o historia— que pudieran servir de punto de partida a nuevos proyectos de conservación.
Es decir, se trataba de especies carismáticas y atractivas que estuvieran muy amenazadas y sirvieran para promocionar la diversidad biológica y la conservación de espacios completos, «porque cuando llamamos la atención sobre una especie en particular, cuando la conservamos, también preservamos a las que viven en su entorno», argumentó Palmarola Bejerano.
Esta campaña tuvo como objetivo la publicación del libro sobre las 50 plantas más amenazadas del Mediterráneo, el Top 50 del Mediterráneo, pero a los especialistas del patio les quedó la idea de continuarla. Fue un proceso muy largo en el que contaron con la colaboración del Grupo de Especialistas en Plantas Cubanas de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la UICN.
Entre todos hicieron una lista de más de 200 especies categorizadas como en Peligro Crítico en el país y la circularon entre 30 expertos cubanos, quienes por votación seleccionaron las que consideraron más amenazadas. Como resultado se obtuvo una preselección de 75 y ahí comenzó la tarea más ardua: buscar toda la información sobre estas y encontrar al menos 50 de las que existieran fotografías de calidad.
En el proceso investigativo participaron muchos especialistas, algunos de los cuales se mencionan en la ficha de cada especie junto a la información de contacto del investigador principal. No obstante, detrás de cada página se encuentran otros muchos, como los técnicos de áreas protegidas y los estudiosos de determinada familia que poseían datos muy valiosos sobre algunas especies dentro de sus tesis de doctorado o anotaciones personales.
El propósito de que las plantas estuvieran fotografiadas fue el más complicado del proceso, porque muchas especies solo son carismáticas en un momento del año, están sumamente amenazadas, se encuentran en lugares inaccesibles o quedan pocos individuos de esa especie, lo que hace de su búsqueda una tarea ardua.
«Tuvimos que empezar a buscar quién las había visto y tenía imágenes actualizadas de ellas que pudiéramos utilizar. En ocasiones tuvimos que revisar los cientos de gigas de fotografías de investigadores que nos encontrábamos y nos daban sus fotos para ver si aparecía alguno de estos ejemplares, y verificar si la planta aún se mantenía en la localidad donde había sido avistada.
«Así nos pasamos diez años, buscando, sabiendo que nos faltaba la foto de tal planta y pendientes de si alguien iba al lugar de su último avistamiento y la podía encontrar florecida o en alguna otra etapa. Porque definitivamente nos propusimos una campaña de promoción y no podíamos solo utilizar fotos de materiales herbarios, que sí existen, pero están secos y no tenían el impacto visual que buscábamos. Necesitábamos imágenes que llamaran la atención», precisó.
Aun así, en la publicación quedaron dos plantas en materiales herbarios porque no se consiguieron fotos, pero sus interesantes historias permitieron que fueran incluidas en la selección final.
Luego del impulso inicial el Top 50 cubano se mantuvo dormido —completándose pero sin un diseño— hasta que en 2012 sus mismos autores crean Planta!, iniciativa para la conservación de la flora cubana, con el objetivo de utilizar las ciencias sociales y la comunicación para lograr un proyecto diferente, llamativo y con una imagen corporativa.
Planta! se propuso desde su concepción agrupar todas las investigaciones de la especialidad y romper con los esquemas del proyecto medioambiental hecho por biólogos, que no tienen el impacto necesario en la gente. De modo que cuando empezaron a trabajar con los diseñadores que ayudaron a construir su imagen, una de las prioridades siempre fue diseñar el Top 50 de las 50 plantas más amenazadas de Cuba.
«Se hizo un primer diseño, como un boceto, y se montó una primera línea base; de ahí aprendimos a trabajar con los programas de diseño y a corregirnos nosotros mismos. El proceso duró todo un año y en 2013 finalmente lo publicamos con una imagen en total correspondencia con la plataforma institucional que estábamos creando para Planta!
«Esta fue una de las razones por las que el libro también ganó en aceptación, porque había un diseño detrás. No éramos nosotros inventando un libro, éramos científicos del mundo de las ciencias naturales, pero con un respaldo sólido de las sociales. Eso le aportó muchísimo al libro», aseveró.
En todo el proceso de impresión contaron con el apoyo del Centro Nacional de Áreas Protegidas y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con un proyecto que había en Cuba para promover el control de las especies exóticas invasoras, porque también les permitía hablar de las plantas que estaban amenazadas por la invasión biológica de otras introducidas al país en otro momento. Sin embargo, solo lograron imprimir mil ejemplares.
Actualmente —asegura el Presidente de la Sociedad Cubana de Botánica— se está valorando la posibilidad de que el Jardín Botánico Nacional lo publique y lo pueda comercializar para el público en general, ya que solo se encuentra en bibliotecas, centros de investigación y en versión digital en Internet.
No obstante la poca disponibilidad en formato impreso, desde 2014 la publicación se utiliza en la docencia de varias universidades que tienen Agronomía, Botánica y Biología como asignaturas de su programa de estudio.
«Cuando el año pasado nos presentamos al Premio Academia, nos reportaban su uso como libro de referencia las universidades de Camaguey, Matanzas, Santiago de Cuba y la Universidad de La Habana. Además varios centros de investigación en Sancti Spíritus, Villa Clara, Granma, Santiago de Cuba y Holguín referían la utilidad del libro para impulsar nuevos proyectos de conservación».
Desde un principio querían representar a especies de diferentes provincias y de muchas áreas protegidas, pero también de fuera de estas zonas, para que impulsaran la creación de otras nuevas. Querían representar diferentes hábitats: llanuras, costas, montañas, de bosque, de herbazales, y que estuvieran representados los diferentes tipos de amenazas que enfrentan las plantas cubanas. Querían combinar todo eso con que las seleccionadas fueran especies En Peligro Crítico de extinción, y tener las fotos para mostrarlas.
Fue muy difícil, pero lo lograron y hoy, tres años después de la publicación del Top 50… aquel pequeño grupo que soñó con un proyecto de esta magnitud, ha sido testigo de la creación de nuevas especies bandera, y en consonancia, de la conservación de hábitats completos. Asimismo, el libro y el Premio Academia sirven hoy de base para la proyección de nuevos Top 50 de otros temas.
«Ahora mismo nos encontramos inmersos en el de las áreas protegidas de Cuba, el de las especies invasoras que más amenazan la diversidad del país, y el de las orquídeas y las palmas, estos dos últimos para un futuro más lejano. Los dos primeros son los más adelantados hasta el momento y aunque van a tardar, no serán otros diez años, porque ahora contamos con el apoyo de muchos jóvenes y colaboradores, de la Agencia de Medio Ambiente de Cuba y del Centro Nacional de Áreas Protegidas, que financiaron el primer proyecto», concluyó.
Foto: Cortesía del entrevistado
Perteneciente a la familia de las magnoliáceas, la comúnmente llamada mantequero es endémica del macizo de Guamuhaya (en localidades de Sancti Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos). Crece sobre suelos fértiles en bosques pluviales montanos y bosques siempreverdes montañosos, en ocasiones también sobre suelos esqueléticos en bosques montanos cársicos, entre los 700-1 100 metros sobre el nivel del mar.
Sus poblaciones han sido reducidas por la deforestación de su hábitat para uso ganadero y cultivo de café. En la actualidad, la tala furtiva —su madera es muy apreciada en ebanistería por sus tonos azulados, por ser compacta, elástica y admitir buen pulimento— y las atenciones culturales a los cafetales como la chapea, la introducción de especies exóticas para sombra del café y el uso de herbicidas constituyen las principales amenazas para su conservación.
Para su protección el Jardín Botánico Nacional, el de Cienfuegos y el Paisaje Natural Protegido Topes de Collantes desarrollan el proyecto de conservación integral del mantequero en Guamuhaya, que incluye, entre otras acciones, la creación de viveros y el fortalecimiento de las poblaciones naturales.
Foto: Cortesía del entrevistado
De la familia de las arecáceas es esta especie endémica de Chambas (Ciego de Ávila) y Florida (Camagüey); se le conoce popularmente como palma yarey, yarey, yareyón o yarey macho. Persiste en las sabanas y matorrales secundarios originados sobre suelos de arcillas pesadas que se desarrollan entre los 10-20 metros sobre el nivel del mar, de donde es nativa.
La especie afronta tres peligros fundamentales: la destrucción de su hábitat como consecuencia del desarrollo agrícola; la colonización de su espacio por especies exóticas, lo que influye negativamente en el desarrollo de sus poblaciones, y la sobreexplotación por el uso de varias partes de la planta. Los individuos adultos son los más afectados por el desmoche de las hojas maduras, para el techado, y de las jóvenes para elaborar cintas para amarrar el guano. La maceración del pecíolo constituye un método de extracción de fibras que son utilizadas en la fabricación de cepillos y escobas.
En ocasiones el desmoche de las hojas se hace difícil por el método tradicional debido a la gran altura que pueden alcanzar algunos individuos y se recurre al derribo de los árboles. Los frutos pueden servir de alimento a cerdos, lo cual disminuye considerablemente las posibilidades de regeneración natural.
Esta palma se cultiva exitosamente en el Jardín Botánico Nacional y en los jardines botánicos de Sancti Spíritus y Las Tunas. Este último ha monitoreado la especie durante años y ha realizado actividades aisladas de educación ambiental; además en sus instalaciones se aviveran cerca de un centenar de plantas para su futura reinserción en la naturaleza.
Foto: Cortesía del entrevistado
Esta orquídea es endémica de la costa norte de la provincia de Ciego de Ávila y la costa sur de la zona oriental. Es la única especie epífita —que crece sobre otra usándola solamente como soporte— de Tetramicra en Cuba y su población más importante se localiza en el sendero El Guafe, en el Parque Nacional Desembarco del Granma (provincia de Granma).
De esta especie se conocen tres poblaciones; la más grande en dicho sendero tiene menos de 150 individuos. Es muy selectiva para escoger su planta hospedera, por lo que crece casi exclusivamente sobre plantas del género Malpighia.
Especialistas del Parque Nacional Desembarco del Granma, del Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales Ecovida y del Jardín Botánico de Holguín desarrollan un estudio para determinar el tamaño y la estructura poblacional de esta especie en el granmense sendero El Guafe.
Alejandro Palmarola Bejerano es licenciado en Botánica, especialista en Plantas Superiores, y máster en Ciencias en Botánica. Actualmente se desempeña como presidente de la Sociedad Cubana de Botánica y miembro del Grupo de Especialistas de Plantas Cubanas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Foto: Cortesía del entrevistado