El bronce olímpico cubano Roniel Iglesias (a la izquierda) en un combate en el campeonato nacional cubano. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
Conocedora del momento actual que vive el deporte de los puños en nuestro país, la afición se hace la misma pregunta en todos los rincones de la Isla: ¿podrá nuestra selección recuperar la supremacía en el XV Campeonato Mundial de Boxeo, con sede en Milán, Italia?
La preocupación es lógica, después que los púgiles cubanos regresaran sin títulos de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Además, está el antecedente de nuestra ausencia a la última cita mundial de Chicago 2007.
Las deserciones y cambios estratégicos de los últimos tiempos han traído como consecuencia que los 11 pugilistas criollos encararen en Milán su primer campeonato mundial. Se trata de algo inusual en la historia del boxeo cubano. Adicionalmente, esta constituye la primera ocasión en que, tras concluir unos Juegos Olímpicos, no se aprecia una «fuga» en masa de los boxeadores rivales hacia las filas del profesionalismo.
Sin embargo, contra viento y marea, Cuba tiene serias aspiraciones en este Mundial y sobre los cinco medallistas olímpicos pesa la gran responsabilidad de enrumbar la escuadra. Me refiero a Yankiel León (54 kg, el más veterano del colectivo), Carlos Banteur (69 kg), Yampier Hernández (51 kg), Roniel Iglesias (64 kg) y Osmay Acosta (91 kg).
En la nómina también aparecen tres monarcas del orbe en la categoría juvenil: Rey Eduardo Recio (75 kg), José Larduet (81 kg) y Erislandy Savón (+91 kg). Ojo, que todos pueden sacar las uñas.
Los restantes guerreros son Idel Torriente (60 kg), campeón de la Copa del Mundo, Daniel Matellón (48 kg) y Yasniel Toledo (57 kg). Estos últimos fueron titulares en el torneo Córdova Cardín 2009.
Pedro Roque, jefe del colectivo de entrenadores, citó a Rusia, Kazajstán, Italia y China como los rivales más enconados que enfrentarán sus discípulos.
Rusos y cubanos aparecen como los equipos a derrotar, aunque Kazajstán y China pueden sonar en el medallero. Los del gigante asiático tienen grandes aspiraciones en los pesos pequeños.
Finalmente, no olvidemos a los anfitriones italianos, quienes tienen dos campeones del orbe: Clemente Russo, de 91 kilogramos, y el recio pegador Roberto Camarelle (+91). Ambos parecen intocables en sus respectivas divisiones.
Cuba y la historia
La Escuela Cubana de Boxeo se ha impuesto en diez de las 13 ediciones mundialistas en las que ha participado. Su botín exhibe 109 medallas, repartidas en 62 de oro, 26 de plata y 21 de bronce, y supera ampliamente a Rusia, su más cercano perseguidor.
Desde los inicios de estas justas, en La Habana 1974, los cubanos se mantuvieron imbatibles hasta la quinta edición (Moscú 1989), cuando la antigua escuadra de la Unión Soviética se agenció el cetro con cinco títulos, por cuatro Cuba.
Mas, sin ánimos de justificación, recuerdo el claro despojo que sufrió entonces el peso mosca capitalino Pedro Orlando Reyes, durante la pelea final contra el anfitrión Yuri Abachakov.
Después de ese desliz, Cuba volvió a dominar las acciones en otros cuatro torneos mundialistas de forma consecutiva, hasta que llegó la amañada cita de Houston 1999, caracterizada por las injusticias de los árbitros.
Como «poderoso caballero, es don dinero», Cuba se retiró del torneo y solo pudo asegurar, a duras penas, un par de títulos. Y fíjense si hubo «regalos» de todo tipo, que Estados Unidos alcanzó cuatro medallas de oro y se llevó el primer lugar por países. Para colmo, Rusia no ganó títulos y ¡terminó séptima!
Esa justa acabó con los franceses enviando sillas hacia el ring, en evidente protesta por el robo del triunfo a uno de sus representantes.
Pero como el boxeo estaba en la mira del Comité Olímpico Internacional para ser eliminado de las citas estivales, la Asociación Internacional de Boxeo Amateur «se llamó a capítulo», sancionó a varios jueces y el fantasma del despojo no ha regresado a las lides mundiales. Ojalá y la venidera, en Milán, transite por mares tranquilos.
Finalmente, la tercera y última derrota de Cuba —sin contar la ausencia a Chicago 2007— se dio en Bangkok 2003, cuando empató a tres títulos con Rusia, pero los europeos alcanzaron también tres preseas de plata, en tanto los criollos consiguieron una solamente.
La mayor cosecha del pugilismo cubano se remonta a la séptima edición, en Tampere 1993. En la ciudad finesa, nuestro país se alzó con ocho de los 12 títulos posibles, además de tres medallas de plata. Solo se fue sin marcar en los minimoscas.
Es cierto que ahora, en el patio, se extraña a Stevenson, Kindelán, Horta, Hernández Sierra o Savón, esos a quienes la madre natura les dotó de un poderoso arsenal técnico, indescifrable para sus rivales. Pero confiamos en Banteur, Roniel, Yankiel y esos jóvenes que, ansiosos y encauzados por la rica y extensa historia pugilística cubana, esperan por el sonido del gong en Milán.