El equipo de Juventud Rebelde desea muchos éxitos a Ciro Bianchi, Laz y a esa página de crónicas que, todos los domingos, enamora de la Historia de Cuba a los jóvenes del país. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 21/09/2017 | 06:41 pm
Por Daniel Céspedes Góngora*
Hará ya un mes cuando saliendo de la calurosa librería Fayad Jamís le recogí del suelo a un señor de unos cincuenta años un libro. Agradeciéndome, me pidió que lo pusiera encima de los demás que llevaba entre las manos y brazos. El libro era Secreto de confesión. Para mi sorpresa, al colocar el texto observé que los otros que amontonaba contra su abdomen eran ejemplares del título ya mencionado. Me asaltó la curiosidad y valiéndome de la delicadeza que tuve con él, traté de que me revelara un par de cosas. Sostuvimos un apresurado diálogo en las afueras de la más hermosa librería de la calle Obispo que ya me dispongo a compartir.
(Vea la Galería de Fotos Ciro Bianchi cumple 15)
─ ¡Cuántos libros de Ciro Bianchi! ─Le precisé asombrado para enseguida preguntarle: ¿Usted pertenece a alguna institución cultural?
─ No, no ─me respondió ríspido.
─ ¿Son para regalar? No más le hice esta otra pregunta y pensé: ─En cualquier momento me pregunta si soy policía o qué me importa a mí la cantidad de libros que el compró.
─ Eh, son libros para vender ─ Se me fue relajando.
─ ¿Cómo que para vender?
─ Chico, para revender. Yo compro libros para revender. Vivo de eso. ¿Hay algún problema?
─ No, no. ¿Y por qué Ciro Bianchi?
─ ¿Por qué Ciro Bianchi?, bueno porque él es un tipo que sale por la televisión y dice cosas que yo no sé de donde las saca, pero las dice con una seriedad que vaya. Yo sé que es tronco de periodista. Pero también es un chismógrafo con clase porque… de que la tiene la tiene. Lleva tiempo en eso.
─ ¿En qué, en la chismografía con clase?
─ A ver, no me malinterprete, ¿usted es familia de él, lo conoce?
─ No soy familia de él pero lo conozco. ¿Quién no lo conoce?
─ Bueno, no todo el mundo lo conoce. Lo que yo no sé es cómo se las arregla Ciro Bianchi, si con informantes, si con un archivo enorme en su casa, si con…
─ Investiga, ¿se vale investigar, no?
─ Sí, claro, claro. En fin, el tipo tiene reputación y se vende bien.
─ Se vende bien, ya. Esto es un libro de entrevista. ¿Lo sabe?
─ Claro, sé leer.
─ Y se lleva como diez…
─ Me llevo no, he comprado. Es bueno aclarar… He comprado doce.
─ Doce, uf, unos cuantos.
─ ¿Y qué? Mire el nombre: Secreto de confesión… Eso dice mucho y el chisme debe estar ahí a pulso.
─ Y vuelve usted con lo del chisme.
─ Chico, a mí lo que me importa es que el libro salga y Ciro se vende bien. Y socio, ya tengo que irme.
Lo que comenzó un poco rígido y espontáneo a la vez, tuvo sus momentos de suavidad hasta retornar casi como empezó. A decir verdad, no había compromiso ni grandes intereses entre un observador y preguntón insistente como yo y un comprador y revendedor para nada inocente como él, cuyo nombre no le pregunté. Y sin embargo, ahí hubo respuestas más interesantes que mis preguntas, supuestamente sagaces. Voy a recordar lo más reiterado de esta conversación entre un mercader de libros y yo: «Ciro Bianchi se vende bien». Bueno, sería interesante preguntarle a Bianchi después cuáles son los ingresos que le gustaría tener porque del valor de su obra intentaré referirme aquí.
A Ciro Bianchi le pesa su nombre. Y le pesa porque tiene una obra de periodista cultural muy abarcadora y atractiva que sobrepasa su columna dominguera del Juventud Rebelde. Tener un (re)nombre implica el reto de continuar escribiendo y de no repetirse en temas y autores. Precisa de una fidelidad en su manera de reinterpretar lo pasado y recordarlo por medio de la crónica y la entrevista escritas, los géneros periodísticos preferidos por este autor.
Desde hace tiempo ha logrado ser ameno por cuenta del lenguaje preciso, elegante e irónico y por los temas que recrea y enriquece. ¿Fueron estos realmente como los detalla Bianchi? En esencia, eso no se dude. Ahora, en la atmósfera…
En la atmósfera y el tono, Bianchi cuenta y hasta recrea libremente, aunque con la entrevista primero tenga que presentar y preparar el ambiente a fuerza de interesantes preguntas que él aspirará a correlacionar con significativas respuestas. Porque, digámoslo ya, en la buena entrevista quien pregunta debiera sorprenderse también con cuanto no espera del interlocutor, así el entrevistador se haya informado previamente sobre el otro: hombre y creador, aunque no los conozca en persona.
MI AMIGO
1
Mi amigo es autodidacta,
pero su hogar es la meca
de la casa-biblioteca,
con literatura exacta.
Mi amigo a todos impacta
por su grandeza y hechizo;
Mi amigo tiene el permiso
de los grandes sin vaivén,
porque fue amigo también
del autor de Paradiso.
2
Y ningún premio concibe
más importante que aquel
que le brinde el lector fiel
a las historias que escribe.
Mi amigo en Cuba recibe
la admiración más notoria,
porque él en su trayectoria
de escritor y periodista,
siempre refleja la arista
fascinante de la historia.
3
Mi amigo es un quinceañero
en nuestro dominical,
al que de modo especial
se ha entregado por entero.
Amable, dicharachero,
de pensamiento veloz,
con solo escuchar su voz
la letra asume un respiro:
Mi amigo se llama Ciro,
Ciro Bianchi, Bianchi Ross.
Yoerky Sánchez Cuellar
Poeta. Subdirector de Juventud Rebelde
«Cómo murió Carlos Manuel de Céspedes», entrega de octubre de este año, llevó, como ya es habitual, ilustración de Laz.
Las miradas de ilustrador y escribidor, como se suele autoreferenciar Ciro, retrataron al Benny en «Benny en México. México en Benny Moré»
Hermann Dietrich Upmann mirado por la columna del maestro Bianchi.
Otro «retratado»: Orlando Piedra.
Emilio Roig de Leuchsenring, historiador de La Habana.
Sobre los pregones en la ciudad la columna trató en el mes de agosto de este mismo año.