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El primoroso encanto de los cien años (+ Fotos)

La Unesco incluyó el centenario del Museo Nacional de Bellas Artes entre las efemérides más importantes del bienio. La evolución histórica de la plástica cubana puede hallarse en esta institución, que atesora la más completa colección de arte cubano y notables colecciones de arte antiguo, europeo, americano y asiático

Autor:

Aracelys Bedevia

Con un tesauro de más de 48 000 obras distribuidas por colecciones y períodos, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) celebra sus primeros cien años de fundado. El inestimable fondo patrimonial de esta institución cultural, testigo de la evolución histórica de las artes plásticas cubanas y del mundo, es conservado y enriquecido con empeño por quienes en ella laboran.

La más completa colección de Arte Cubano puede hallarse en este Museo, el único del mundo con una sala dedicada solo a Wifredo Lam, donde se exhiben obras de primerísimo nivel, como La silla, o el óleo sobre yute conocido como Huracán, una de las piezas más impresionantes del arte cubano.

«Otro elemento distintivo del MNBA es la existencia de la colección de arte de la antigüedad Condes de Lagunillas considerada como la más importante de América Latina en lo que respecta a los vasos griegos», expresó Roberto Cobas, curador del Museo desde hace 30 años. Sobresale también la colección de pintura española, la más significativa que existe fuera de España.

Tres majestuosas edificaciones sirven de sede a este museo: el Palacio de Bellas Artes (conocido como el edificio de Arte Cubano), el inmueble del otrora Centro Asturiano (edificación donde se exhibe el Arte Universal) y el antiguo Cuartel de Milicias (ahí radican las oficinas socioadministrativas).

En sus salas expositivas se experimentan a diario vivencias enriquecedoras. El acercamiento a la colección de Arte Cubano permite apreciar un discurso integrador de las diferentes manifestaciones artísticas, que inicia en la Colonia (siglo XVI-XIX) y se extiende hasta la actualidad. La pintura europea es el conjunto más numeroso del arte universal, en el cual resaltan piezas del Renacimiento italiano y flamenco, el Barroco español, las pinturas francesas del siglo XIX, y la británica del XVIII. Imposible permanecer inerte ante la selección de pintura colonial de Latinoamérica, y de la plástica norteamericana de los siglos XVIII y XIX, o del arte internacional de fines del XX y algunos exponentes del asiático, como las estampas japonesas.

Sobradas razones tuvo la Unesco para incluir este centenario entre sus efemérides más importantes del bienio, distinción que en opinión de Moraima Clavijo, directora de Bellas Artes, es un gran reconocimiento para el país.

Períodos más significativos

El 28 de abril de 1913 abre al público este Museo, como resultado del entusiasmo de la naciente República. Otro momento importante fue la construcción del edificio Palacio de Bellas Artes (1954), donde se empezaron a exhibir las colecciones de manera permanente sin los avatares de las sedes anteriores, que no tenían el espacio, características y condiciones necesarias.

En los años 60 se toma la decisión de culminar la polivalencia del Museo, que como salvaguarda del patrimonio nacional tenía en sus colecciones objetos históricos, arqueológicos, artísticos y etnológicos con valor para ser expuestos. El traslado de algunas de estas piezas a nuevas instituciones permitió dedicarlo solo a la exhibición de las artes plásticas. Luego, en el 2001, el MNBA se multiplicó al contar con tres edificios, dos de ellos expositivos, que permitieron separar el arte cubano del universal, explicó Moraima Clavijo.

—¿Cómo enriquecen las colecciones?

—De manera selectiva. Tenemos un presupuesto para la compra de obras, que ejecutamos a través de una comisión en la cual participan una serie de expertos encargados de valorar las propuestas, sobre la base de ir completando las distintas etapas de un artista dentro de nuestra colección. Puede tratarse también de uno que nos interesa y no tenemos.

«Se hace un análisis científico, cuantitativo y cualitativo de lo existente y de la pertinencia de incorporar nuevas piezas, teniendo en cuenta el fondo con que contamos y la propuesta de precio del coleccionista o artista, porque no podemos dedicar todo el dinero a dos o tres obras.

«Intentamos balancear para que haya también una presencia de obras de arte universal, teniendo en cuenta la representatividad del artista en la colección, la etapa… Otra de las vías de adquisición es a través de las donaciones que hacen algunos creadores, tanto cubanos como extranjeros. Pero esto igualmente es selectivo, pues no todo el que quiera puede integrar la colección de Bellas Artes».

—¿Cuáles son, en su opinión, las piezas más representativas?

—Contamos con obras únicas, excepcionales, de arte cubano, entre las que sobresalen, en el período de la Colonia, las de Vicente Escobar y don Nicolás de la Escalera, la paisajística de Esteban Chartrand, Guillermo Collazo con La siesta.

«En la etapa de Cambio de siglo (1894 a 1927), El embarque de Colón es la obra más grande de la colección expuesta. Hay piezas de José Joaquín Tejada, Domingo Ramos… Está el retrato de Eulalia Soliño, perteneciente a Lam, que se enmarca en la etapa de Cambio de siglo y es increíble desde el punto de vista académico. En la Vanguardia, la obra más conocida del Museo y puede que de la pintura cubana es La gitana tropical, de Víctor Manuel. Pero tenemos también los Guajiros, de Eduardo Abela; Primavera o descanso, de Jorge Arche; obras de Antonio Gattorno, Arístides Fernández, Domingo Ravenet, y dentro de la obra de Carlos Enrique El rapto de las mulatas. Está Amelia Peláez con sus naturalezas muertas, por no hablar de Lam y El Tercer Mundo, Contrapunto. Pasando a Mariano Rodríguez, muy bien representado, con Autorretrato, que es propiedad de su hijo; René Portocarrero: desde los interiores del Cerro hasta sus conocidísimas floras; Cundo Bermúdez, Roberto Diago (abuelo), Mario Carreño; y en la abstracción, en los concretos, Martínez Pedro y Corratgé, y Fayad y Guido Llinás, en los abstractos.

«En la Revolución, la colosal obra de Antonia Eiriz, de la cual exhibimos una buena muestra, y Servando Cabrera que transita por distintos momentos: el Servando de los 50, el de la épica de la Revolución con Milicias campesinas; están Umberto Peña y Acosta León, con poéticas esenciales que llevaron a la pintura en los 60 a lugares insospechados hasta entonces; la obra de Raúl Martínez que cristaliza desde la abstracción, el collagge y evoluciona al pop, para comenzar en el arte más contemporáneo con el Salón 70, y culminar con Ever Fonseca y el Circo, Mendive, Santoserpa... Consolidando los años 70 encontramos la figura imprescindible de Roberto Fabelo, al lado de la obra de los hiperrealistas, de Flavio Garciandía; están Zaida del Río, Nelson Domínguez, Pedro Pablo Oliva. En los 60 tenemos igualmente a Alfredo Sosabravo, cuya poética llega hasta nuestros días con un optimismo y belleza sin límites.

«Relación es quizá la pieza más conocida de Tomás Sánchez. En los 80, con el instalacionismo, se suceden las más diversas técnicas y poéticas expresivas. José Bedia, Humberto Castro, la figura otra vez de Flavio apropiándose del kitsch, Eduardo Rubén, Moisés Finalé.

«En las generaciones más recientes aparecen Lázaro Saavedra, las instalaciones de Glexis Novoa y Ciro Quintana, Sandra Ceballos, y en los 90, Abel Barroso, Tonel con la famosa obra Mundo soñado, y otros que son íconos del quehacer plástico contemporáneo y están muy activos y renovando sus poéticas.

«Tenemos en cada espacio un área para papel, donde se ubican desde los grandes grabados coloniales hasta la caricatura de la República. En los 50 puede encontrarse el taller de gráfica que organizó Ana Rosa Gutiérrez con otros artistas; el de la Catedral, en los 60; y en la época más contemporánea, figuras como Belkis Ayón».

—¿Cuál es la obra más antigua?

—La ubico entre las piedras fundacionales de Mesopotamia y el ídolo cicládico que también pertenece a la colección de arte de la antigüedad.

El museo propone

La exposición transitoria El Museo Nacional de Cuba. Orígenes de la colección, que se exhibe en este momento con motivo del centenario, ha traído de vuelta muchas de las obras primigenias. La muestra tiene la intención de rescatar la memoria institucional a través de una evocación de la colección fundacional del Museo Nacional, en el contexto de la joven República y las realidades museológicas nacionales e internacionales.

Otra de las propuestas expositivas de este centenario lleva por título Hitos. Crecimiento de la colección de arte en el Museo Nacional de 1913 a 1963, y ha sido conformada por una pequeña selección de momentos que marcan el ingreso de determinadas obras de arte a la colección del Museo Nacional: el préstamo de la Escuela de San Alejandro, la compra a Salvatore Buffardi y del legado Rafael Carvajal.

Ambas podrán ser apreciadas hasta el 29 de julio. Un recorrido por todo el arte cubano, de la Colonia a la actualidad, ofrecerá al público Almacenes afuera, que será inaugurada el 20 de este mes, a las 10:00 a.m. Diseñada a la usanza de un almacén de obras de arte, esta propuesta contribuirá a difundir un patrimonio que apenas se disfruta y permitirá conocer detalles como la historia, el estado de conservación y los procesos restaurativos a los que ha sido expuesta cada pieza, datos que habitualmente no suelen socializarse entre el público que asiste a las salas de un museo.

Para agosto se prevé la apertura de El MNBA hoy: diversidad de sus colecciones, e In Vino Veritas, que responden, junto con las otras exposiciones transitorias, al propósito integral de mostrar, en el año del centenario, el tesauro de Bellas Artes.

Sesionará durante el verano el taller para niños y jóvenes, El paisaje y yo, que dio inicio el 29 de junio y se extenderá hasta el día 20. También se ofrecerán visitas guiadas a las colecciones del edificio de Arte Universal, los viernes, a las 10:00 a.m., así como otras propuestas académicas y culturales que contribuyen a hacer de este museo la más prestigiosa e importante institución cubana dedicada a las artes plásticas.

Antecedentes

De un lado a otro de la capital fue trasladada durante más de 40 años la colección del Museo Nacional, hasta que en 1954 se inauguró la actual sede en un nuevo edificio diseñado por el arquitecto Alfonso Rodríguez Pichardo. La primera sede del Museo estuvo ubicada en la parte del edificio conocido como Antiguo Frontón Jai Alai, en la calle Concordia, en el centro de la ciudad. En 1915 el Ayuntamiento de La Habana reclamó el emplazamiento y tuvieron que mudarse a otro local.

Es conocido que en 1917, cuando la institución radicaba en la Quinta de Toca, situada en la Avenida Carlos III, el Gobierno mandó a desalojarla y amontonar los objetos del Museo. Su entonces director, el pintor Antonio Rodríguez Morey y varios estudiantes de la Universidad, entre ellos Julio Antonio Mella, defendieron la colección con las armas guardadas de la guerra de independencia y exigieron una nueva sede, que en ese momento fue una casa en la calle Aguiar, en muy malas condiciones hasta la apertura del actual Palacio de Bellas Artes. *

Arte cubano

Un peculiar desarrollo que ha permitido asociar cada época a un género muestran las piezas enmarcadas dentro de la Colonia. En este período de la colección están la pintura religiosa de los siglos XVII-XVIII; el retrato, de finales del XVIII y principios del XIX; el paisaje de mediados del XIX, y el costumbrismo ubicado a finales del mismo siglo.

Dentro de Cambio de Siglo (1894 a 1927), caracterizado por un entramado de corrientes artísticas que fluyen hacia la modernidad, encontramos el impresionismo, el simbolismo, el art nouveau, el art decó.

El Arte Moderno abarca entre 1925 y 1950, y ocupa uno de los lugares más relevantes en la plástica latinoamericana. Mientras, en el Contemporáneo se aprecia una gran muestra de las poéticas desarrollas por nuestros artistas hasta ahora.*

*Fuente: Multimedia Museo Nacional de Bellas Artes. 90 aniversario.

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