Miguel Díaz-Canel y Manuel Marrero Cruz intercambiaron con integrantes de brigada médica «Henry Reeve». Autor: Cubadebate Publicado: 20/06/2020 | 02:08 pm
«¿Cómo están»?, fue lo primero que el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó a los 36 médicos, 15 enfermeros y un coordinador logístico, cubanos integrantes de la brigada que durante dos meses y 17 días enfrentó la COVID-19 en la región italiana de Lombardía.
Muy familiar, y notablemente alegre, el Jefe de Estado dio inicio, con esa pregunta, a un encuentro que él quería que fuese un saludo, un abrazo breve a esos 52 héroes nuestros que regresaron a La Habana el pasado 8 de junio.
El momento, sin embargo —más allá de una cercanía efímera y teniendo como escenario el Centro Internacional de Salud La Pradera, en el capitalino municipio de La Lisa—, se convirtió en un intercambio marcado por la intensidad y las emociones; incluso resultó ser una utilísima jornada de trabajo sobre cómo aprovechar toda experiencia posible para hacer mejor las cosas en el fino arte, en el empeño casi milagroso que es salvar vidas.
A ellos que habían partido el 21 de marzo como parte de la primera brigada médica del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, Díaz-Canel les dijo que son símbolos; y les comentó —acompañado desde la presidencia por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, y el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda—, que la dirección del país esperaba con muchas expectativas, con muchos deseos, este intercambio.
Era muy esperado, subrayó el mandatario, el privilegio de tener este encuentro cercano que es también el privilegio que el pueblo de Cuba, todo, hubiese querido tener. El Jefe de Estado dijo a los colaboradores que todos los objetivos trazados con esa misión solidaria a Lombardía se han cumplido, destacó que todos hayan regresado sanos a la Patria, y les pidió que en cuanto tengan tiempo escriban sus experiencias y las hagan llegar a la máxima dirección del país por el valor que tienen para los planes de enfrentamiento a la pandemia.
Díaz-Canel felicitó a los colaboradores con motivo del Día de los Padres. A ellos, que este sábado partirían rumbo a sus hogares tras vivir la cuarentena, les deseó un buen domingo en familia, donde seguramente no faltarán las muestras de cariño, las emociones.
«Siéntanse en confianza…», pidió el Jefe de Estado a los profesionales, a sabiendas de que el encuentro no podía terminar sin escuchar los testimonios de los internacionalistas: Aquí es importante todo —subrayó—; las experiencias del trabajo médico, y las humanas. Díaz-Canel no pasó por alto que el desempeño de la brigada cubana, con sus incuestionables logros, ha servido de escudo frente a las campañas imperiales que intentan desacreditar la seriedad profesional de nuestros trabajadores de la Salud.
El abrazo entre cubanos contó, además, con la presencia de los miembros del Buró Político: el viceprimer ministro Roberto Morales Ojeda, y el canciller Bruno Rodríguez Parrilla; así como del miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Ideológico, Víctor Gaute López, entre otros invitados.
Las voces de los valientes
En el historial de ayuda a Lombardía, región de Europa que se convirtió en epicentro de la pandemia, queda registrado —y así lo recordó José Angel Portal Miranda— que nuestros profesionales protagonizaron 5 526 atenciones médicas, 3 676 procederes de enfermería, y salvaron 219 vidas.
El día en que muy serenos y cansados del largo viaje sobre el Atlántico arribaron a La Habana, el Presidente de la República les había dicho al darles la bienvenida desde la emoción y el orgullo, que ellos «representan la victoria de la vida sobre la muerte, la solidaridad sobre el egoísmo»; y sabiendo que vendrían días de profiláctico aislamiento para esos valientes, les anunció que ya se encontrarían «en otro recibimiento de mayor cercanía» para intercambiar agradecimientos y vivencias.
Este sábado, en el encuentro prometido, el titular de Salud presentó con datos esenciales, y uno a uno, a los 52 colaboradores. Todos recibieron aplausos. «Que ellos sean los protagonistas, expresó Portal Miranda; y nosotros estemos simplemente para dar las gracias». Ese gesto dio paso a las voces de los que hablaron a nombre de todos sus compañeros.
El primero en hacer uso de la palabra fue el doctor Carlos Ricardo Pérez Díaz, jefe de la brigada, especialista en Medicina Interna y Máster en Urgencias Médicas: Agradeció al pueblo cubano por las muestras de cariño, contó sobre el intercambio con las autoridades anfitrionas —que fue desde la modestia y el respeto, sin imponer criterio alguno—, y valoró en mucho todo el saber aportado en el hospital de campaña por los 27 profesionales que ya se habían enfrentado al virus del ébola.
Desde los recuentos de quienes hablaron afloró el escenario que encontraron los profesionales cubanos al llegar a Lombardía: había agotamiento en los servicios médicos; urgía asumir funciones en laboratorios y espacios donde se elaboraban los alimentos; no eran pocas las historias de pacientes deprimidos porque habían perdido a seres entrañables; había que saltar lo más pronto posible las barreras del idioma…
Todo se fue revirtiendo con mucho esfuerzo, con el intercambio incesante con los médicos del país anfitrión —a quienes los cubanos describen como muy buenos profesional y humanamente—; y así como la COVID-19 se había expandido sembrando la desolación y el pánico, la gratitud y la solidaridad también se acrecentaron desde las redes sociales, o voz a voz, donde un paciente recuperado y feliz le avisaba a otros necesitados y le contaba sobre los cubanos y el hospital de campaña.
Son muchas las historias dignas de un gran libro: los médicos fueron bautizados por una paciente que ya había perdido a su esposo e hijo como «Ángeles de la Guarda»; hubo que luchar a brazo partido contra la incertidumbre y lo desconocido de la pandemia, así como se entra a un laberinto a oscuras; hizo falta aprender a manejar cuanto equipo médico hubiese, fuera del país que fuere y tuviese los botones que tuviese; hubo que organizarse al detalle; ganarse, palmo a palmo, la autoridad desde la experiencia aprendida en las escuelas.
En poco más de dos meses la verdad de Cuba se fue abriendo paso; y el espíritu cubano, tan emprendedor, se fue imbricando, humilde y sencillamente, con el alma italiana, no muy lejana de la nuestra. «¿Por qué se van?», se escuchaba en la hora de las despedidas, a la hora del regreso. Y los nuestros saben que una huella de amor y de esperanzas quedó para siempre en quienes fueron salvados.
El jefe de la brigada Henry Reeve, doctor Carlos Ricardo Pérez Díaz, entregó al Presidente cubano el reconocimiento recibido de Crema.
El fruto de la entrega
Una lista que puede tener otros muchos incisos, que nace de la batalla de Lombardía, fue esbozada por el Presidente Díaz-Canel luego de escuchar a los profesionales de la Salud.
El mandatario hizo alusión a cuánto han visto nuestra gente en lo alusivo a protocolos de seguridad, en cuanto a desterrar barreras idiomáticas, fusionar dos fuerzas en un mismo hospital, avanzar en temas como la rehabilitación, la consistencia del método clínico, así como el uso óptimo de los medicamentos y hasta de los sentimientos.
Igualmente hay mucho camino por andar en el uso de las redes sociales —con fines incluso pedagógicos, como han mostrado estos tiempos de pandemia—, y hay nuevas experiencias que tomar de los procesos administrativos de un centro hospitalario.
Con la solidaridad estamos enfrentando el egoísmo; con esa solidaridad también salvamos a Cuba, anteponemos la vida a la muerte, afirmó desde la emoción el Presidente Díaz-Canel, quien pidió a los 52 héroes reparar en cómo se crece —como ser humano, como revolucionario, como humanista— luego de una experiencia como la de Lombardía.
A cada uno de los colaboradores sobre cuyos pechos colgaba una medalla con las banderas de Cuba y de Italia, el Presidente cubano extendió un hermoso presente: la bata sanitaria timbrada con nuestra marca país, y una colorida postal por el Día de los Padres. Igualmente emotiva resultó la entrega al Jefe de Estado, de mano del jefe de la brigada, doctor Carlos Ricardo Pérez Díaz, de la bandera nuestra que acompañó a los colaboradores en el cumplimiento de su labor, la cual ondeó en el hospital de campaña el tiempo que duró la misión, así como el reconocimiento recibido de las autoridades de Crema.
Una vez más los agradecidos somos los cubanos y las cubanas, expresó el mandatario: «Felicitaciones por lo logrado, por el aporte (…) Ya llegaron a la Patria grande, ahora les falta la patria chiquita».
Cercanamente, en vivo, el dúo Buena Fe interpretó la canción-himno Valientes. Los «Ángeles de la Guarda» acompañaron el canto. Los cantautores, en nombre del pueblo, agradecieron «muchísimo». Y Díaz-Canel, cuando la mañana solo había vivido su mitad, habló a los brigadistas de hacerse una fotografía juntos, y de que, cuanto antes, partieran rumbo a sus hogares.
De regreso a la Patria, y ya en sus casas, cada uno de los colaboradores llevan en su pecho la medalla que les entregaran las autoridades y el pueblo de Crema, Lombardía, Italia.