En el capitalino complejo comercial de 5ta. y 42, la actividad de los revendedores se encuentra dentro de los perímetros de la tienda. Esta nevera que no funciona es utilizada para mostrar pedazos de azulejos o cerámicas que los clientes pueden escoger y les son llevados hasta su casa. Foto: Juventud Rebelde Autor: Juventud Rebelde Publicado: 19/10/2019 | 09:57 pm
Cuando el espirituano Antonio Acosta sacó sus cuentas, por poco termina en la sala de Cardiología del hospital provincial. La remodelación del baño de su casa le había costado «un ojo y la mitad del otro». Solo en la compra de las tuberías había invertido más de 3 000 pesos, cifra superior a la prevista porque pagó los precios vigentes en el llamado «mercado negro».
«Las quería con calidad y por mucho que fui a las tiendas, jamás di con nada. Entonces tuve que aceptar la oferta de un particular, a quien solo debí entregar la lista de necesidades. Al otro día, con el dinero en mano, recogí el pedido. Por cada pieza pagué el doble, pero si no lo hago así, aún estuviera sin terminar», dice.
No es de extrañar que, como a este espirituano, también le sucediera algo similar a su coterránea Olga Castellano, quien, para comprar los llamados bloques de cristal, utilizados como separador de la bañadera, tuvo que trasladarse hasta Trinidad. «Me pasé meses llamando a todas las tiendas de la provincia, hasta que allá entró y me hicieron el favor de guardarme los que necesitaba, mientras buscaba en qué ir.
«Me demoré un par de horas y al comprarlos solo quedaban los míos. Afuera de la propia tienda me propusieron cada bloque a cuatro CUC. Una parte de la tubería, la compré por los catres —lugar donde los revendedores ubican mercancías—. No siempre muestran todo lo que tienen, solo ponen un elemento y cuando preguntas, tienen escondida la ferretería completa. Lo otro lo conseguí en una casa por la calle Sobral», asegura mientras muestra sus manos aún con las huellas del cemento.
Es un dilema. Los usuarios dicen que sí, que entre los de la tienda y los revendedores hay una conexión. Y los dependientes insisten en que no, que los especuladores no buscan mercancías, sino clientes para sus puntos. Los revendedores callan y, a todo el que paga, otorgan.
También dicen que basta con darse una vuelta por el barrio de La Loma del Chivo (Guantánamo), o en la ya mencionada calle Sobral (Sancti Spíritus), por solo citar dos ejemplos, para darse cuenta de que tanta variedad y permanencia de surtidos como los que se encuentran en todos los «centros de acopio y almacenamiento» de quienes compran para revender, no pueden salir de establecimientos a donde los materiales llegan por «buchitos» y sin estabilidad alguna, y menos del tiempo invertido en colas que apenas nadie ve, porque los materiales más demandados «llegan y casi instantáneamente se esfuman».
Luego de más de dos meses de idas y vueltas a varios establecimientos donde se encuentran artículos de ferretería, de la cadena de Tiendas Caribe y de la corporación Cimex, en Pinar del Río, Sancti Spíritus y Guantánamo, un equipo de Juventud Rebelde pudo comprobar que el desabastecimiento, la poca variedad de los surtidos que exhiben, la desinformación acerca de la situación y sus posibles soluciones, así como la reventa de lo que no se halla de forma legal dentro y fuera de las tiendas, resumen una situación que enoja, desencanta y, sobre todo, desconcierta hasta al más optimista de los clientes.
Sancti Spíritus
En la Ciudad del Yayabo, este equipo visitó tres de las principales entidades que tienen como objeto social la comercialización de útiles de ferretería. En todas, el desabastecimiento resultó su principal mercancía. Al indagar, como cualquiera de los clientes, confirmamos que la tubería de media de PVC (la más utilizada) se surte esporádicamente. Igual sucede con los juegos de muebles sanitarios, los latiguillos de media y 3/4. En cuanto a la pintura y los cintillos, «ya se perdió la cuenta desde cuándo no entran», nos dijeron.
Rogelio Torres, un albañil con más de dos décadas de experiencia, ilustra lo complejo de esta situación para quien se ha embarcado en la difícil expedición de construir o reparar una vivienda o un negocio particular. «En la tienda al lado de La Nela encuentras tubería pequeña porque es de la de menos demanda.
«Las últimas losas que se estaban comercializando eran las grandes de un CUC cada una, que yo no recomiendo porque se parten muy fácilmente. En el Cupet de Colón lo único que servía eran las llaves para lavabo y fregadero, pero la menos cara tenía un costo de más de 20 CUC. Por eso, siguen ahí como objetos museables». Cuenta, además, cómo en los últimos tiempos ha debido ir hasta Placetas para adquirir cemento y otros insumos necesarios para ejercer su labor.
«Para nadie es un secreto que el desabastecimiento está dado por el acaparamiento. ¿De dónde sacan los particulares las cosas? Uno de ellos me dijo que se las traían de afuera; pero esos elementos pesan y ocupan espacio, no da resultado traerlos de tan lejos. Tienen amistades que les avisan y van a la shopping y los compran bajándose del camión. Eso pasa a la vista de todos y aunque protestes, nunca alcanzas», asegura.
Igualmente, este experto cuestiona el conocimiento de quienes realizan las compras para expender en las tiendas. A su juicio, apuestan por los productos más baratos, sin tener en cuenta calidad y utilidad. «A mis clientes les digo que no compren lo que mandan a las tiendas de merma. Accesorios como los latiguillos, que no sirven, caducan y por eso van para merma. Si vas hacer una inversión, apuesta por lo de mayor durabilidad», aconseja.
Guantánamo
La más oriental de nuestras provincias no escapa al problema, pues en los alrededores de las tiendas se pudo apreciar el asedio y los «inventos» con que casi siempre las mismas caras logran acaparar, sobre todo cuando se venden los materiales más demandados, y el merodeo justo cuando están por llegar.
Eso, tal vez, es lo que hace pensar que entre los de dichos establecimientos y los especuladores puede convivir una especie de «pacto mutualista». Como el de la rémora, que en lugar de buscar el sustento cazando, va pegado al tiburón para mantener llena su barriga, sin gastar energía alguna.
Precisamente, a escasos metros de la barriada de La Loma del Chivo, la meca guantanamera de particulares dedicados a la gestión y venta de materiales, implementos, piezas y partes imprescindibles en obras de construcción, se ubica El Hormigón, la única tienda de la Cadena Caribe destinada a la comercialización de los productos mencionados.
Negados a revelar sus nombres, los cajeros-dependientes del establecimiento dejaron ver otras realidades, que pueden resumirse de la siguiente manera: casi nunca la población encuentra lo que más busca aquí, que es variedad de pintura y losas de piso, azulejos, cintillos y cenefas, juegos de baño, cemento gris, codos, T, tubos y otras piezas de plomería de media pulgada.
Sin embargo, afirmaron que hace años ya ocupan un espacio de la tienda unos módulos que contienen picos, rastrillos, guadañas, recogedores de frutas y otros implementos agrícolas y de jardinería, de fabricación brasileña. Nadie los compra porque, además de muy caros (entre nueve y 12 CUC cada pieza), en Guantánamo también se fabrican.
Por otro lado, la joven Somalia Hernández asegura que hace más de un año compró en El Hormigón unas cajas de losas para el piso de su casa, pero no les alcanzan. Desde entonces ya ni sabe cuántas veces al mes regresa a la tienda, pero no las encuentra del mismo color.
Abilio Matos Medina, otro cliente, busca (y no encuentra hace meses) una sifa para acabar de reparar su instalación sanitaria. Mientras conversa con Juventud Rebelde, uno de los tantos revendedores que asedian a los clientes en la misma entrada del establecimiento casi lo toma de la mano. Tras ellos fuimos, hasta La Loma, a menos de 200 metros, y allí pudimos comprobar que es cierto: tienen lo que el cliente busque, y a diversos precios.
A pesar de la agresividad y del lenguaje soez de la mayoría de los revendedores que tampoco accedieron a revelar sus nombres, logramos la versión de algunos con quienes a duras penas pudimos intercambiar a las puertas de El Hormigón y de la tienda almacén de Cimex que tiene igual objeto social. «Nosotros compramos en todo el país. Aquí solo buscamos al cliente y lo llevamos adonde puede salir complacido», dicen.
Al gerente de El Hormigón, David Oliva Cala, le preocupa la agresividad de algunos de los que se dedican a acaparar ocupando casi toda la cola con otras personas a quienes les pagan por el servicio; pero lo que en realidad le parece más importante es que los encargados de gestionar los suministros centren sus esfuerzos en lo que la población más necesita o demanda.
«No se entiende que desde hace tres años a este establecimiento no llegue ni un juego de baño, que hace seis meses no se reciban losas de 25x40, que son las más baratas y demandadas y que, sin embargo, tengamos en el patio un gran cargamento de losas de un mayor tamaño, pero muy caras y de color marrón pálido, que no se han vendido», expresa el directivo.
En la tienda con igual objeto social perteneciente a Cimex, ubicada en el corazón de la ciudad, la misma historia del abastecimiento a cuentagotas convierte a las colas en un infierno. Según los dependientes Yulién Pérez Castellanos y Aliuska Guillén Nuvial, tienen indicaciones de regular la venta de algunas mercancías muy demandadas como el cemento, pero aun así no se frena la reventa, el asedio al cliente y la indisciplina impune de los revendedores.
Pinar del Río
En el otro extremo del Archipiélago, la situación no difiere de lo que hemos venido ilustrando. Pudiera pensarse que, por estar más cerca de la capital del país, las ferreterías se encuentran mejor abastecidas. Nada más alejado de la realidad.
«De vez en vez sacan alguna especie de herramienta, aditamento, equipo, accesorio; pero no en la cantidad suficiente. Eso se agudiza cuando esas escasas oportunidades se ven restringidas por un grupo de personas inescrupulosas que se dedican a revenderlas», asegura Maura Martínez, una anciana de 69 años.
Si bien es cierto que en algunas de las ferreterías de la cabecera provincial ha disminuido un poco esa actividad ilícita, es evidente que las insatisfacciones continúan. «Como yo lo veo, quizás haya cambiado la forma de actuar de estos “personajes”. La Ferretería La Popular, por ejemplo, era un foco oscuro, de las ventas y reventas en la ciudad. No obstante, de un tiempo a esta parte es común encontrarlos dentro de la tienda», afirma Amarilys Muñoz.
«Aunque en los últimos tiempos ha mejorado la situación con los azulejos o losas, aún quedan productos que pasamos mucho trabajo para encontrar. Nadie sabe cuándo entrarán y cuando lo hacen, tienes que estar cerca de la tienda en ese momento, porque si no, es imposible», comenta Alfredo Valladares Páez.
«Lo peor es que no hay un trabajador por cuenta propia que no tenga accesorios de baño, de cocina. Y entonces uno se pregunta: ¿cómo los adquieren, de dónde los sacan? Tiene que ser de las mismas tiendas, pues no me parece que alguien pueda ir todas las semanas a La Habana, que es de donde dicen ellos que supuestamente los traen. ¿Tan abastecida está la capital? ¿Por qué no comparten un poco con las otras provincias?», cuestiona una pinareña que prefirió el anonimato.
La escasez de materiales de la construcción es evidente, por ejemplo, al observar los estantes de la ferretería La Popular, de Pinar del Río. Foto: Zorileidys Pimentel Miranda
Lo que dicen Tiendas Caribe y CIMEX
Luego de un mes esperando para que Cimex brindara información y respuestas a las quejas de la población, y que Tiendas Caribe hiciera otro tanto, con un poco menos de dilación, la explicación fundamental que esgrimen ambas entidades sobre el origen del desabastecimiento en las ferreterías es el problema del financiamiento y la incapacidad de satisfacer la demanda de la población mediante la importación de algunos productos no considerados de primera necesidad, como es el caso de los artículos de ferretería.
Gretchen Alfonso Pino, directora de Mercadotecnia y Desarrollo de la Corporación Cimex, aseguró que «las necesidades que tienen nuestros clientes son mucho más altas que la capacidad que tenemos para satisfacerlas con nuestro plan de importación, teniendo en cuenta que existen otras familias de productos fundamentalmente de alimentos y aseos, que han tenido, durante 2019, una mayor demanda. Hacia allí hemos tenido que redireccionar nuestra estrategia de importación y nuestro plan para incrementar los valores de entrega de esa mercancía. Estamos hablando de pollo, pasta, puré de tomate, picadillo, jabones, entre otros».
Apunta que eso no quiere decir que en este año no se hayan importado productos de ferretería, pero ha sido en menores volúmenes que lo que el mercado demanda, situación en la cual se basa para explicar. «Aunque se traiga (se refiere a un producto determinado) no se ve. Quizá cuando vas a buscarlo, no hay. Hubo y algún cliente accedió a él, porque no es posible garantizar la demanda del mercado con lo que hemos estado importando.
«A veces llegan mercancías al puerto y no hay capacidad en ese momento para distribuir en todos los puntos de venta, aunque nuestro principio es que lo que llegue, hay que ponerlo rápido a la venta», añade.
En tanto, Yamilet Álvarez Tejo, jefa del departamento Comercial de Tiendas Caribe, explicó que «desde el año pasado hemos afrontado situaciones con las capacidades financieras para garantizar determinadas líneas de productos en el mercado. Por eso no será posible darle continuidad a la especialización en la que veníamos trabajando con respecto a la ferretería, a partir de que tenemos que garantizar, con las capacidades financieras con que contamos, las líneas fundamentales en el mercado nuestro como los alimentos, los productos de aseo, los electrodomésticos (para el programa de cocción de alimentos y los de la televisión digital) y las confecciones para niños y para los adultos mayores».
En una de las tiendas de Guantánamo, permanece estancado hace meses un lote de galones de pintura de colores oscuros y opacos que no tienen venta. Foto: Haydée León Moya
Explicó que la decisión fue concentrar la mercancía en La Habana en determinadas unidades comerciales (Variedades Galiano, Centro Comercial Náutico, ferretería La Copa, Centro Comercial 5ta. y 42, Centro Comercial Vía Blanca, las tiendas La Sortija, San Ambrosio, La Especial, y Autopista y 266) y una especializada en cada municipio cabecera para garantizar que lo que llegue de ferretería al territorio se concentre en ellas. Esto no quiere decir que el resto no tengan productos ya en inventario, solo que no se van a beneficiar con nuevos surtidos.
«No van a cerrar, pero sí estarán desabastecidas. El módulo de productos fundamentales que estamos tratando de garantizar son los cementos cola y blanco, sistemas constructivos, los juegos sanitarios y las pinturas», aseguró Álvarez Tejo.
Una de las inquietudes de los clientes en La Habana se basa en los productos de muestra que exhiben los carteles de «Próxima venta», pero los dependientes nunca saben decir cuán pronto llegarán al mostrador.
«Cuando prevemos una contratación, firmamos un contrato con el proveedor, pero después puede que determinadas entregas pactadas no se den, debido a la capacidad de pago de la cadena. Entonces lo que debe primar es la información a la tienda para que sepan que no se va a contratar», dijo Álvarez Tejo.
Enfrentar al acaparamiento y la reventa
Ante tales circunstancias, el control de los productos, la disciplina laboral y la vigilancia de los directivos son imprescindibles en cada una de las unidades de venta. También los almacenes y los medios de transportación son puntos claves para evitar el acaparamiento y la reventa, y cerrar así un círculo vicioso por donde, es evidente, se escurre el producto que va a parar a manos inescrupulosas.
Tiendas Caribe y Cimex aseguraron que sus trabajadores conocen al dedillo lo que pueden o no hacer y cuáles son las consecuencias de actuar de manera inconsecuente o pensando más en el bolsillo propio que en su responsabilidad frente al mostrador. Medidas severas que llegan hasta procesos penales, dicen, así lo evidencian.
Asimismo, la opción de regular la venta de los productos más demandados pudiera ser una solución efectiva, si no fuera porque, incluso así, la reventa persiste y en ocasiones pareciera que revive.
De todas formas, la sugerencia de la Directora de Mercadotecnia y Desarrollo de Cimex tiene lógica: «Nuestro trabajo debe complementarse con el apoyo de los órganos de regulación y control, la PNR y las instancias a las cuales corresponda denunciar y combatir, en el entorno externo cercano a la tienda, ese tipo de actividades ilícitas».
En tiempos complejos para el país, en los cuales cada detalle incide directamente en la población, lo primero es la información oportuna como elemento básico de respeto al pueblo; pero nadie puede hacerse el de «la vista gorda» cuando solo hay que querer conseguir algo que no existe en las tiendas para encontrar la ilegalidad, sin necesidad de hurgar mucho. La denuncia —pública y publicada— debe corresponderse con la acción y el enfrentamiento, y este con la disminución de la reventa. Ya es tiempo de arrancar de un tajo la rémora de la ilegalidad y el irrespeto al pueblo.