Merienda escolar, programa tan sensible, iniciado a principios de la década del 2000, como parte de una revolución educacional que implicó crear condiciones alimentarias con calidad y gratuitas. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 30/01/2018 | 10:22 pm
Si en la merienda escolar, como en los famosos listados de la música u otras «golosinas espirituales», se convocara a decidir entre lo más gustado, el pan con salchicha, conocido como «perrito», y el yogur de fresa, arrasarían con las nominaciones, aunque, curiosamente en algunos casos, sería abrumador el número de abstenciones.
Lo atestiguan en la secundaria básica Camilo Cienfuegos, del municipio capitalino del Cerro. Allí, de una matrícula de 361 alumnos, solo 33 estudiantes y ocho trabajadores consumen hoy la merienda escolar.
Si por la capital las cosas se presentan de esa manera, en algunas instituciones docentes de predios espirituanos abundan, sobre todo, las insatisfacciones con la llegada tardía y la calidad del yogur.
Un poco más allá, en Las Tunas, todo podría estar a «pedir de boca», si no fuera porque ocasionalmente tuvieron algún que otro contratiempo con el transporte del yogur de soya hasta los municipios del sur, que son los más lejanos.
Este rápido paneo ofrece la dimensión inicial de los rumbos de un programa tan sensible, iniciado a principios de la década del 2000, como parte de una revolución educacional que implicó crear condiciones alimentarias con calidad y gratuitas, para que los estudiantes permanecieran en doble sesión, sin necesidad de salir de la escuela hasta que culminara el horario docente.
El programa tuvo su fase experimental en Pinar del Río, luego se extendió a La Habana, Santiago de Cuba y los municipios cabeceras de cada provincia, hasta alcanzar su masividad en el curso 2003-2004.
Contar con una guía
Tras una indagación de JR por tres territorios del país y entre algunos de los responsables de la producción de estos delicados alimentos, saltan a la vista el interés por una mayor variedad en las ofertas, la llegada tardía de determinados productos en algunas escuelas y la obsolescencia tecnológica en centros elaboradores.
Para asegurar la calidad de los alimentos de los estudiantes se creó una guía con los parámetros de la merienda escolar, la cual debe satisfacer el 30 por ciento de las recomendaciones nutricionales, y estar integrada por una variedad de productos.
«Por eso y más, todo lo que vaya dirigido a los escolares debe poseer la máxima eficiencia. No solo porque tienen necesidades nutricionales específicas por la edad, y cualquier producto que no cumpla los parámetros de calidad puede dañar su desarrollo, sino porque en las edades tempranas se forman valores como el respeto a los demás, y la calidad es justamente eso: respeto a los semejantes», subrayó Gilda Linares Morgan, directora de la UEB Camilo Cienfuegos, uno de los establecimientos que garantiza una parte importante de la merienda escolar a las secundarias básicas de las provincias de La Habana y Artemisa, reconocida recientemente por su eficiencia y calidad en el cumplimiento de esta, su misión fundamental.
Siente el sabor
El objetivo de la merienda escolar se cumple, que es atender a los hijos de las madres trabajadoras, afirma Lucía Mercedes Rodríguez Dieguerik, subdirectora administrativa de la secundaria capitalina Camilo Cienfuegos.
«Siempre fue una preocupación para la familia el tema de la alimentación de los hijos en el horario escolar, porque no podían realizar sus labores tranquilas pensando que sus hijos estaban en la casa o por la calle a esa hora. La merienda escolar fue una feliz idea de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro. Aquí hay estudiantes que tienen sus gustos, su manera de ser. Unos la aceptan más que otros, pero está a las manos de todos», destacó.
En La Camilo, como se conoce a ese centro escolar de larga tradición en el barrio, la merienda se consume en la hora del receso activo del mediodía.
Ian Carlos Medina Perdomo y Samuel Canabal Toledano están en noveno grado y disfrutan de la merienda desde que comenzaron sus estudios de secundaria básica. Ambos son hijos de madres trabajadoras y aseguran que esa opción les permite tener garantizado el almuerzo, sin tener que cargar con comida para la escuela, ni gastar dinero.
Si bien muchos alumnos que consumen la merienda escolar están satisfechos con lo que se les brinda, una de sus principales inquietudes está relacionada con las opciones, que debieran ser mayores. Foto: Roberto Ruiz Espinosa
«Es muy buena, con mucha calidad y buen sabor. El pan tiene buena presencia», destaca Ian, mientras para Samuel lo mejor es el yogur de fresa. «Viene siempre bien frío y eso alivia cuando hay mucho calor. Todo tiene buena textura y me satisface. No necesito de nada más para almorzar», precisó.
«Hay compañeros de nosotros que no consumen la merienda. Y yo creo que se están perdiendo algo bueno, de mucha calidad», asegura Samuel.
Mientras estos estudiantes se saborean, el claustro docente y alumnos de la secundaria Paquito González Cueto, de Guasimal, una comunidad rural espirituana, lamentan que desde el inicio del actual curso han realizado, sobre el tema de la llegada tardía y la calidad del yogur, un rosario de quejas, con fotos y videos incluidos.
«El horario del almuerzo está previsto para las 12 del día y el carro llegaba una hora después. Muchas bolsas venían reventadas porque las traían en el hueco del “carro de la leche”, y cogían todo el polvo y fango de la carretera. En lo que se enfriaban, los niños se la tomaban sobre las tres de la tarde. Después de muchas quejas, el problema ha disminuido un tanto a partir de este año, sobre todo, porque llegan un poco más temprano, pero pegadas a la hora y en un vehículo cerrado. Con el pan nunca hemos tenido dificultades, pero es muy desagradable comérselo sin líquido», explica Betsy Cárdenas Trujillo, secretaria docente del centro.
En esa escuela, de una matrícula de 179 estudiantes, 128 se alimentan con las opciones de la merienda escolar, y se ha diseñado entregar diariamente una bolsa de yogur a los alumnos con desventajas sociales.
A diferencia del alejado plantel de Guasimal, en la secundaria Ramón Leocadio Bonachea, de la cabecera municipal espirituana, donde de una matrícula de 687, solo 187 consumen las variedades de la merienda escolar, no se reportan llegadas tardías con el yogur.
«El pan, en alguna que otra ocasión, sí ha tenido retraso, porque ha habido un solo carro para su distribución», añade Sady Jiménez, secretaria docente de la escuela.
«Almuerzo con esta merienda porque mi casa está muy lejos. De las opciones que nos dan, prefiero el pan con salchicha, y nunca cojo el yogurt porque no me gusta su sabor», dijo Cheline Rodríguez Rodríguez, estudiante de octavo grado del referido centro.
De acuerdo con Melquiades Palmero Felipe, metodólogo de Organización escolar en la Dirección Provincial de Educación de Sancti Spíritus, las diversas opiniones que se tienen sobre este tema resultan conocidas por los organismos del territorio implicados: Educación, Comercio, Higiene y Epidemiología, así como las entidades proveedoras que intervienen en ese programa.
«El tema del yogur se ha discutido con todos los responsables. Desde la primera semana del curso 2017-2018 se han reportado las quejas, ya sean por problemas con el transporte, como con la producción. Se ha resuelto el problema por días, pero luego se regresa a lo mismo», acotó.
Desde hace varios días, en la Empresa de Productos Lácteos Río Zaza, de Sancti Spíritus, se realizan inversiones, mejoras tecnológicas y acciones de mantenimiento que han llevado al cese de sus producciones, por lo que el yogur de la merienda escolar viene de las provincias vecinas y pudieran reportarse llegadas tardías durante este tiempo, comentó Carlos Alberto Olaya Hernández, especialista principal del departamento de Gastronomía del Grupo Empresarial del Comercio.
Destacó, asimismo, que entre los equipos dispuestos para mejorar el desempeño en los diez centros de elaboración de la provincia, figuran fogones de gas, lasqueadoras, freidoras eléctricas, freezers y cajas plásticas isotérmicas que permiten mantener el calor y la inocuidad de la merienda.
Igualmente, reconoció que cuentan con los insumos para la limpieza, como detergente y cloro. Esos mismos productos están presentes en el pantry de cada centro escolar.
«Cada director tiene un documento por donde puede evaluar la calidad del producto. Hasta este momento no hemos recibido ningún criterio desfavorable, porque exigimos que se prepare según la programación dictaminada por el Ministerio de Comercio Interior», añadió.
Palmero Felipe alertó que muchas veces se escuchan criterios de que no existe variedad en la oferta, mas asegura, y el collage realizado con varios de los 4 584 comensales de Sancti Spíritus lo confirmó, que no es cierto. Solo que la textura y sabor de los cárnicos es similar y tiende a confundir.
«Prefieren la salchicha, pero ese producto llega de La Habana, por lo que se prioriza su distribución todos los lunes. El resto de los días se alterna, y hasta incluimos croquetas», plantea el responsable del Grupo Empresarial del Comercio.
En Las Tunas, aunque no existen problemas importantes con la merienda escolar, también se han dado demoras en la llegada del yogur, pero han podido solucionarlas sin grandes afectaciones, asegura Luis Martínez Guerra, especialista a cargo de esa tarea en la Dirección Provincial de Educación, quien explicó que «solamente se les señala su escasa variedad, pues los muchachos tienen la opinión de que se repiten mucho, y eso llega a causarles cierto rechazo».
Yunier Pérez Catalá, director comercial de la Empresa Láctea tunera, asegura que actualmente hay estabilidad en la entrega del yogur a los centros favorecidos con la merienda escolar, incluso a los de municipios distantes, como Amancio, Colombia y Jobabo. «Nuestros medios lo trasladan hasta allá entre tres y cuatro veces por semana. Tratamos de llevarles sabores que no corran peligro de fermentarse, como el platanito y el coco, más dóciles que la naranja, la guayaba y la naranja-piña.
«Cuando no podemos llegar con el yogur de soya, lo sustituimos por un excelente refresco vitaminado que traemos desde la vecina provincia de Granma y que, según se nos ha comunicado, tiene muy buena aceptación. Ese producto, al igual que el yogur, tiene su calidad certificada y se consume muy bien».
Los trabajadores de la UEB Camilo Cienfuegos garantizan la merienda a buena parte de las secundarias básicas de las provincias de La Habana y Artemisa. Foto: Roberto Ruiz Espinosa
Evitar fisuras
La Comisión Nacional de la Merienda Escolar y la Dirección Provincial de Educación en La Habana rubricaron los dos certificados que reconocen el quehacer de la UEB Camilo Cienfuegos en el mantenimiento de la calidad de la merienda escolar.
Para que ello fuera posible, trabajadores como Carlos Rojas García, jefe de brigada, son fundamentales por su liderazgo y nivel de exigencia, como reconoció la directora de la entidad, Gilda Linares Morgan.
Mantener esa condición requiere de mucha exigencia para evitar fisuras en el control interno, dijo Linares Morgan.
Este centro elabora para este tipo de merienda jamonada, mortadella, fiambre, frankfurt y butifarra escolares, y la jamonada especial, lo cual combinan con otros compromisos con la canasta básica, para la cual tributan la mortadela Novel, así como con algunos organismos que reciben de la entidad picadillo y masa de hamburguesa. En ocasiones les piden hacer la jamonada Mabay y lo asumen.
Uno de los problemas serios que enfrenta esta fábrica es la obsolescencia tecnológica. Las máquinas datan de más de 20 años. Para eso cuentan con dos brigadas que asisten jornadas alternas para procesar entre 13 y 17 toneladas en cada turno de trabajo.
«Los muchachos no consumen todos los días la misma merienda. Existe una comisión que establece el menú y nosotros cumplimos con eso rigurosamente, salvo que ocurra algún imprevisto», señaló Michel Noroña Oceguera, jefe del departamento de Producción, quien comentó que las materias primas con las que laboran las reciben diariamente, pues deben ser frescas.
Al referirse al cumplimiento de los parámetros cualitativos requeridos en este tipo de alimento, Yuney Martín Borrero, gestora de Calidad, sostuvo que desde que empezaron con la misión de la merienda escolar y hasta la fecha todo se ha integrado para cumplir satisfactoriamente con el encargo social.
«Para comprobar los niveles de satisfacción hacemos encuestas a los alumnos. Tenemos, además, el deber de analizar el Ph de cada oferta. Con eso buscamos que las proporciones de cloruro y nitrato residuales estén entre los parámetros adecuados.
«Por ejemplo, las encuestas han arrojado que el frankfurt, por su condimento con sabor a pimentón, no es del agrado de los muchachos. Entonces se les combina con queso para amortiguar ese sabor y lograr que les resulte agradable», apuntó Martín Borrero.
Llueva, truene o relampaguee, la UEB Camilo Cienfuegos cesa sus producciones en agosto para dar mantenimiento a los equipos, y de esa manera prevenir roturas cuando comience el curso escolar.
Liderando esa actividad lleva más de 30 años Jesús García Santana, quien explicó que cuando la merienda escolar se estableció, en 2003, se les asignaron equipos reconstruidos. Solo recibieron una emulsionadora nueva y a las mezcladoras les cambiaron piezas de hierro por otras de acero inoxidable.
«Ahora tenemos todas las máquinas con muchos años de explotación, pero cuentan con los parámetros para mantener la inocuidad. La empresa nos apoya con el financiamiento y recursos para lograr los mantenimientos. No tenemos todo lo que necesitamos, pero con lo que hay resolvemos los principales problemas».
Lizmay Facenda Martínez, una joven de 32 años, es de las que apostó, hace 13 años, por permanecer en la Camilo Cienfuegos. «Convertir materias primas en productos alimentarios es un arte. Es un trabajo que requiere de entrega para que el alimento logrado sea saludable y sabroso a la vez», afirmó.
Calidad y ¿variedad?
Anteriormente, muchos de los productos dedicados a la merienda escolar se malgastaban, pues se enviaba para todos y muchos estudiantes la desechaban. Ahora, con la posibilidad de traer almuerzo o ir a la casa, solo se reciben en el centro escolar aquellas cantidades que se van a consumir.
Ello fue posible con la puesta en vigor de la Resolución Ministerial 186/2014, que establece la implementación de adecuaciones, encaminadas a lograr la flexibilidad del trabajo en las instituciones escolares. Se establecieron tres variantes para el horario de merienda-almuerzo a estudiantes y trabajadores: almorzar en sus casas, que la familia lleve el almuerzo a la escuela, o consumir la merienda escolar.
El doctor en Ciencias Adalberto Revilla Vega, director de Secundaria Básica del Ministerio de Educación, explicó a JR que, para la atención a la merienda escolar, desde 2003 se creó un grupo de trabajo integrado por el Mined, junto a los ministerios de Salud Pública, de Comercio Interior y de la Industria Alimenticia, los cuales se reúnen mensualmente para analizar y evaluar la marcha del programa.
Destacó que, en entrevistas realizadas a trabajadores de Educación, estudiantes y familiares de alumnos se manifiesta, de manera general, satisfacción con la merienda, aunque muchos educandos solicitan que haya variedad de los productos que se ofertan.
Revilla Vega, además, precisó que en el actual curso escolar se benefician con la merienda escolar 162 406 comensales; de ellos, 130 223 son estudiantes, y 32 183 son trabajadores, de 776 escuelas secundaria básicas de las 15 provincias. En el resto de los centros escolares de ese nivel de enseñanza hay almuerzo.
Sacando cuentas a partir de estos datos, hay que destacar que el número de alumnos que consumen hoy la merienda representa menos del 40 por ciento de la matrícula total de secundaria básica en el país (más de 350 500 estudiantes); y que cerca del 40 por ciento del total de escuelas secundarias de la Isla (alrededor de 1 180 centros) cuentan con almuerzo. Si bien la merienda es, en la actualidad, una opción, corresponde seguir velando por su calidad para que no decaiga su buen sabor ante el paladar de aquellos que la quieren y la necesitan.