El Señor de la Vanguardia. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:57 pm
La imagen del legendario Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán es bien conocida por el pueblo cubano. Su vida y obra se estudian en los textos escolares de Historia de Cuba. En ellos se insiste en su condición de expedicionario del Granma, sus misiones en la vanguardia de las primeras fuerzas del Ejército Rebelde, el papel cuando se convirtió en uno de los primeros en combatir en el llano, sus tareas en la victoria estratégica contra la ofensiva enemiga en el verano de 1958, el mando de la Columna Antonio Maceo en la Invasión a Occidente y, por supuesto, las acciones para tomar Yaguajay en los días finales de la guerra.
El Comandante Ernesto Che Guevara, al evocar a Camilo en el quinto aniversario de su desaparición, expresó: «Lo que a nosotros —los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo— siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros».
Y, reiterando su admiración por el compañero desaparecido, el Che agregó: «… aquel “¿voy bien?” de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha, a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta».
Más que im jefe militar distinguido
El Señor de la Vanguardia —como lo llamara el Che— fue mucho más que un jefe militar distinguido en los combates. Fidel, sus hermanos de lucha y el pueblo cubano sabían que, unido a su valor como guerrillero y a su carisma personal, estaba la madurez y la fuerza de un pensamiento genuinamente revolucionario.
Camilo Cienfuegos escasamente vivió 301 días después del 1ro. de enero de 1959, pero su pasión revolucionaria fue tan grande que, durante estos 55 años, él ha sido inspiración y fortaleza de la obra de la Revolución.
Tras el triunfo revolucionario, la actividad de Camilo fue decisiva para fortalecer al Ejército Rebelde, aglutinar voluntades de pueblo, unir fuerzas en apoyo a las leyes y medidas de la Revolución, respaldar a su líder y reafirmar definitivamente la toma del poder político. Su incesante batallar en el breve tiempo que vivió en la patria liberada marcó a los cubanos.
En los primeros días del triunfo, Camilo confesó: «Fui a la Revolución porque sabía, estaba muy consciente de que Cuba necesitaba de esa Revolución, que Cuba necesitaba no solamente de la caída del dictador, sino que Cuba necesitaba de esta Revolución que hoy tenemos, para que en Cuba algún día hubiera justicia social y para que algún día, que es este que hoy estamos viviendo, el pueblo de Cuba viviera con plenos derechos y los ciudadanos de esta tierra nuestra no fueran los hombres esquilmados y los hombres siempre explotados».
El pueblo uniformado
Sus ideas para la preparación del ejército de la Revolución quedan al descubierto cuando afirma: «La moral que nos llevó al triunfo, la voluntad que no nos faltó en la lucha, el optimismo que nos alentó en los momentos más difíciles y los ideales que alimentaron la guerra, son los elementos que vamos a emplear en la superación de nuestro ejército, que ya está siendo técnicamente reestructurado para garantizar la seguridad del pueblo y su superación influirá en la vida nacional».
Camilo desarrolló una pujante labor esclarecedora sobre el Ejército Rebelde y la Revolución Cubana. Él pronosticó el papel de las fuerzas armadas. Para ello estimuló la preparación de sus miembros y supo atajar, con certeras respuestas a determinadas fuerzas reaccionarias que intentaban confundir al pueblo: «Esos que aspiran a que nosotros nos dediquemos a los cuarteles, sepan que nosotros, los hombres que vestimos el uniforme verde olivo de la Revolución, entendemos que los trabajos y los sacrificios no terminaron el Primero de Enero sino, al contrario, que los sacrificios y los trabajos, para nosotros, comenzaron el Primero de Enero».
El Señor de la Vanguardia expuso claramente el verdadero carácter de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y las funciones que esta institución tendría en lo adelante, diferenciándola de los ejércitos anteriores. «Este —expresó— es un ejército político, y que se entienda bien la palabra política, no de la política miserable, la política sucia, la política mezquina que se ha hecho en Cuba por más de 50 años. Este es un ejército idealista (de ideales), que velará por los intereses del pueblo, que se meterá donde tenga que hacerlo para evitar que la inmoralidad, la desvergüenza, el desprestigio y el deshonor caigan sobre todos».
Al reiterar su convicción de que el Ejército Rebelde estaba integrado por hombres con uniformes surgidos del pueblo, definió la verdadera esencia de ese ejército capaz de cambiar sus fusiles por azadas para labrar la tierra: «Estamos dispuestos a, con el mismo uniforme, arar si fuera preciso, para que Cuba crezca, para que Cuba florezca, para que la Reforma Agraria sea un hecho positivo, ejemplo de los demás países hermanos para salir de la miseria esta que hemos vivido por más de cincuenta años».
La unidad, el camino a nuevas victorias
El estudio del pensamiento de Camilo permite corroborar que sus mayores esfuerzos estuvieron encaminados a fortalecer la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, especialmente, entre los miembros del Ejército Rebelde y el pueblo, en pos de asegurar la victoria. Ello lo expresa cuando dice: «Ya no existen grupos en el Ejército Revolucionario, tenemos que olvidarnos que pertenecíamos a distintos frentes de batalla, a distintas columnas y bajo el mando de distintos comandantes. En la actualidad pertenecemos al Ejército de la República, con un solo frente, Cuba, y con una sola bandera: la cubana.
«(…) Todos los obreros, todos los trabajadores, todas las distintas partes del pueblo, deben unirse cada día más. Es la unidad, el triunfo. En la unidad está la verdadera consolidación de la Revolución y de la libertad que hoy disfrutamos».
En sus palabras siempre convocaba a apoyar la Revolución y a unirnos en ese empeño, convencido de que «este pueblo no se puede dividir (...)».
Como un fiel seguidor de José Martí, llamó a todos los cubanos a guiarnos por el pensamiento martiano, «ese pensamiento y esas ideas martianas que son las que marcaron las pautas para lanzarnos en armas, esas ideas, que son la que están dictando leyes revolucionarias en favor del pueblo».
Hermanados por una causa común
Camilo definió con mucha claridad que «solo hay dos campos en estas tierras nuestras, solamente hay dos posiciones, solamente hay dos caminos, estamos con la Revolución o estamos contra la Revolución. Y sabemos que el pueblo cubano está con la Revolución».
Sus concepciones sobre la defensa armada de la Revolución, coincidían plenamente con las de Fidel y Raúl. Por ello, Camilo dedicó grandes esfuerzos a la idea de armar al pueblo, y tal pensamiento se infiere en estas palabras: «El trabajador quiere armas y nosotros, el Ejército, les vamos a dar a los trabajadores esas armas. Armas contra los enemigos de Cuba.
«Los obreros quieren instrucción militar y nosotros les daremos a esos obreros instrucción militar. Se la vamos a dar porque el pueblo y los trabajadores son iguales que los soldados de este ejército; porque todos estamos para defender la causa común».
Además, avizoró la disposición del pueblo para defender la Revolución y previó qué sucedería el día en que los enemigos intentaran invadir a Cuba: «Nosotros sabemos que si ese día llega, ustedes, y todo el pueblo con nosotros, que defiende la Revolución, sabrán cavar, en las mismas arenas donde desembarquen, las tumbas de los mercenarios que intenten arrebatarnos esta hermosa libertad que hoy vive la república libre de Cuba».
Vencer o morir
Cuando el traidor Huber Matos, como parte de la campaña contrarrevolucionaria, conminó a la dirección de la Revolución para que dijera hasta dónde se iba a llegar, Camilo en su discurso del 21 de octubre, en Camagüey, acentuando el verdadero carácter del proceso triunfante y cuál era su meta, se encargó de responderle: «No es necesario decir aquí hasta dónde va a llevar Fidel Castro la Revolución Cubana. Esa Revolución irá hasta sus límites finales, esa Revolución irá hasta la meta trazada, esa Revolución, como en los días de la guerra, tiene solo dos caminos: vencer o morir.
«Por qué es bueno que todos los compañeros sepan que esta Revolución no se detendrá ante nada ni se detendrá ante nadie. Hasta dónde vamos se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que hoy mueven las cuerdas de la contrarrevolución. La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada. Si tenemos que llegar a la luna con un cohete nuestro, a la luna llegará la Revolución Cubana, en un cohete también».
Al destacar que la Reforma Agraria no se detendría aunque se movilizaran grandes intereses dentro y fuera del país, reafirma su confianza en el jefe revolucionario, cuando destaca: «(…) hay hombres como Fidel Castro, que representa al Ejército Rebelde, que representa al pueblo y que está seguido por todos nosotros, que no darán un paso atrás en ninguna ley revolucionaria que signifique avance y progreso para el pueblo».
El 26 de octubre de 1959, dos días antes de su desaparición física, Camilo Cienfuegos fijó la fuerza de sus ideas, cuando en sus últimas palabras declaró: «Y que no piensen los enemigos de la Revolución que nos vamos a detener; que no piensen los enemigos de la Revolución que este pueblo se va a detener; que no piensen los que envían los aviones, que no piensen aquellos que tripulan los aviones que vamos a postrarnos de rodillas y que vamos a inclinar nuestras frentes. De rodilla nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestras frentes y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda 20 000 cubanos, para decirles: ¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no salió en balde!».
Al finalizar, como queriéndose despedir de su jefe, exclamó: «¡Adelante Fidel, que el Ejército Rebelde está contigo!»
*Director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Fuentes bibliográficas:
Ernesto Che Guevara: Discurso en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos. 28 de octubre de 1964. Consultado en: http://www.centroche.co.cu/cche/?q=node/208.
Camilo en Camilo. Compilación de discursos, cartas y otros textos de Camilo Cienfuegos realizada por William Gálvez. Ediciones Verde Olivo, La Habana, 1998.